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La omnipresencia del maltrato infantil en la obra de Matilda de Roald Dahl


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2022  •  Ensayos  •  3.427 Palabras (14 Páginas)  •  220 Visitas

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Ensayo Matilda-Roald Dahl

Las páginas de los ejemplos a los que se hace alusión a lo largo del ensayo corresponden al paginado del formato virtual del libro de Roald Dahl, Matilda, que se adjunta en la tarea.

Tema

• La omnipresencia del maltrato infantil en la obra de Matilda de Roald Dahl.

Tesis

• ¿Es la obra de Roald Dahl, Matilda, un ejemplo de maltrato infantil tanto físico como psicológico?

A pesar de los grandes avances que la sociedad ha experimentado en materia de derechos humanos, podemos observar cómo siguen existiendo innumerables casos de maltrato infantil que han inundado e inundan nuestras culturas y sociedades. Lo cierto es que el maltrato infantil se da tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo y, sin ir más lejos, lo podemos encontrar en el libro de Roald Dahl, Matilda, que está ambientado en un pueblecito inglés (p.16) situado en Canterbury, al sureste de Inglaterra.

La palabra maltratar es definida por la RAE cómo “causar daño físico o moral a una persona o un animal, generalmente con golpes o insultos”, por lo tanto, el maltrato infantil puede ser tanto físico como psicológico.

En primer lugar, el maltrato psicológico o emocional se da en situaciones en las que los individuos son humillados, descalificados o discriminados, dañando de esta manera su dignidad, autoestima e integridad psíquica y moral. Al inicio de la obra, podemos encontrar los primeros apuntes por parte del narrador, acerca de lo que piensan los padres de Matilda sobre ella; “Matilda, a la que los padres consideraban poco más que como una postilla”, o “El señor y la señora Wormwood esperaban con ansiedad el momento de quitarse de encima a su hijita y lanzarla lejos, preferentemente al pueblo próximo o, incluso, más lejos aún” (p.9).

La protagonista de la obra de Roald Dahl, Matilda, es una niña que se siente sola y despreciada por sus padres desde el momento en el que comienza a tener uso de razón; “Matilda anhelaba que sus padres fueran buenos, cariñosos, comprensivos, honrados e inteligentes” (p.35). Con tan solo un año y medio, era capaz de hablar perfectamente con un vocabulario que recordaba al de cualquier adulto, algo que sus padres, en vez de elogiar, castigaban con palabras de desprecio; “Los padres, en lugar de alabarla, la llamaban parlanchina y le reñían severamente, diciéndole que las niñas pequeñas debían ser vistas pero no oídas” (p.9).

En ese sentido, la situación de abandono y soledad que siente y padece Matilda, se ve muy reflejada en diferentes momentos de la obra, por ejemplo, aprende a leer sola todo aquello que encuentra por casa y que tiene letras; “había aprendido a leer sola, valiéndose de los periódicos y revistas que había en su casa” (p.10). Incluso, pasa las tardes sola en casa siendo muy pequeña; “Entre semana, Matilda se quedaba en casa sola casi todas las tardes. Su hermano, cinco años mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y su madre se marchaba a jugar al bingo […] cinco tardes a la semana” (p.10).

Sin embargo, hay una escena que realmente me llama la atención y en la que bajo mi punto de vista, Matilda de forma implícita, deja entrever que se siente abandonada por su madre con bastante melancolía. Esta escena es en la que la niña acude a la biblioteca y la señora Phelps le pregunta si su madre la espera fuera para regresar a casa “—A ella no le importa nada lo que hago —dijo Matilda con un deje de tristeza” (p.13).

Conforme Matilda va creciendo, tiene que seguir enfrentándose a gritos; “¡cállate!” o “Tú…tú, tramposa!” (p.38), insultos; “eres demasiado estúpida” (p.17), “cierra tu asquerosa boca” (p.27) y diferentes humillaciones por parte de su familia, lo que refuerza la idea de que todos sabían que Matilda era especial y eso les atemorizaba. Un claro ejemplo de ello, lo encontramos en el capítulo en el que el señor Wormwood explica a sus hijos cómo consigue vender tantos coches y hacerse rico estafando a sus clientes. Matilda, que ha conseguido desarrollar una moral y unos valores contrarios a los de su familia; “—Es dinero sucio —dijo Matilda—. Lo odio” (p.20), trata de explicar a su padre que eso no está bien y que eso no es de ser una persona honrada, a lo que su padre le espeta: “¡Tú no eres más que una ignorante mequetrefe que no tiene ni la más mínima idea de lo que dice!” (p.20).

Otro momento en el que el señor Wormwood se ve amedrentado por la inteligencia de su hija, es el que surge en el capítulo de Aritmética. En este, Matilda consigue calcular sin lápiz ni papel, las ganancias de todo el día de su padre, sabiendo que con éxito, no se había equivocado. Es en este momento cuando el padre estalla de furia, y de nuevo, vierte toda su ira contra Matilda, puesto que no puede soportar que sea más inteligente, ya no solo que su hijo, sino que él mismo:

—¡Tú… tú, tramposa! —gritó de repente el padre, señalándola con el dedo—.

¡Lo has visto en mi papel! ¡Has leído lo que tengo aquí escrito!

—Estoy en el otro lado de la habitación —dijo Matilda—. ¿Cómo podría verlo?

—¡No digas tonterías! —gritó el padre—. ¡Claro que lo has visto! ¡Tienes que haberla visto! ¡Nadie en el mundo podría dar la respuesta así, y menos una niña! ¡Usted es una tramposa, señora mía, eso es lo que es usted! ¡Una tramposa y una embustera! (pp. 38-39)

Con relación a los sentimientos de amor y protección que deberían sentir los padres de Matilda por ella, puesto que es su hija, en esta obra nos encontramos con todo lo contrario. Aunque no hace falta llegar al final del libro para darnos cuenta de ello, es cierto que se produce una situación que demuestra que no se interesan ni se han interesado por ella, es más, desean deshacerse de Matilda. Este momento hace alusión al capítulo final del libro, Un nuevo hogar, en el que a los señores Wormwood no se les ablanda el corazón al dar en adopción a su hija o, más bien, abandonarla; “¿Por qué no la dejamos, si es eso lo que quiere? Será una menos de quien ocuparse” (p.155).

Por si esto fuera poco, todos esperábamos al menos una sentida despedida por parte de los familiares ¿no? Pues todo lo contrario, ni que decir tiene que la actitud reprochable y repulsiva mostrada por parte de los padres hacia Matilda durante toda la obra, llega prácticamente hasta el punto final de la misma:

[…] la madre, el padre y el hermano se subieron al coche y éste salió disparado con un fuerte chirrido de neumáticos. El hermano hizo un gesto de despedida con la mano, a través de la ventanilla trasera, pero el padre y la madre ni siquiera miraron hacia atrás. (p.156)

Cabe señalar, que aunque

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