La población indígena en América Latina
franciscoedui13 de Octubre de 2014
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III - La población indígena en América Latina
Hace cinco siglos, la selva de lenguas que impactó a los conquistadores marcaba una realidad diferente: sólo en Brasil 10 millones de indígenas hablaban en el siglo XVI 1.000 lenguas (Ibíd.). De ellos sólo quedan unas 300.000 personas que hablan un aproximado de 180 lenguas diferentes. Lo propio ocurría en el México y en el Perú de entonces. Luego de 300 años de régimen colonial, de más de 100 millones de habitantes indígenas en México, quedaban al inicio de la república un poco más de dos millones, y de 10 a 12 millones en Perú, quedaba un millón en la misma época. Hoy en México sobreviven unas 64 lenguas amerindias y 12 millones de indígenas, y en el Perú sólo se hablan 42 idiomas originarios y hay unos 8 o 9 millones de indígenas. Se estima que en total antes de la conquista europea el número de lenguas habladas en la región habría sido de 2000 (Berdichewsky, 1972, citado en Aylwin, 2002:3).
1. Áreas culturales indígenas
A partir de la diversidad ambiental e idiomática de la región y de la clasificación de entre 400 y 500 lenguas aún habladas en la región, es posible identificar cerca de diez diferentes áreas culturales establecidas en las igualmente distintas subregiones ecológicas de América Latina, como se muestra en el Mapa 1. Estas áreas son: la región mesoamericana, la andina, la región intermedia entre estas dos áreas, la región amazónica, la chaqueña, la pampeana y las zonas australes costeras.
Mesoamérica se configura como un área cultural relativamente homogénea pero marcada por una notable diversidad lingüística en la que predomina la población de origen maya que puede ser mayoritaria, como es el caso de lo que hoy son el sur de México y Guatemala. También en Centroamérica, particularmente en su costa caribe, y en la zona del Istmo de Panamá y en las áreas aledañas a esta, tanto en territorio centroamericano propiamente dicho como en el sudamericano, se identifica una pequeña región intermedia, caracterizada sobre todo por la confluencia de población indígena y de población afrodescendiente en las costas caribeñas. Cabe recordar que, desde la época precolombina, el istmo constituyó un puente que favoreció contactos de diferentes culturas indígenas americanas del norte y del sur del continente y que posteriormente albergó a importante población proveniente de África. En esta zona, los pueblos indígenas constituyen verdaderas minorías nacionales, aunque mantienen presencia demográfica importante al interior de las zonas y localidades en las que hoy se asientan. Entre los países que destacan está Panamá, donde la población indígena asciende a casi un 10% del total y es un país en el que se hablan 6 idiomas diferentes.
En Sudamérica, es necesario considerar la región andina, la cuenca amazónica, la región del Chaco, así como las grandes llanuras o pampas y las zonas costeras australes de Chile y de la Argentina. Los Andes concentran la mayor cantidad de población indígena de toda la región, aunque no de lenguas diferentes. La zona andina se caracteriza por la fuerte presencia quechua-aimara, que suman más de diez millones de personas. La Amazonía es la región que alberga la mayor diversidad idiomática de toda la región. Sólo en Brasil se hablan hoy más de 180 idiomas diferentes, y si a ellos sumamos las otras lenguas amazónicas habladas en la misma cuenca, en los otros 8 países que la conforman (Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Bolivia, Surinam y Venezuela), fácilmente llegaríamos a los 250 o 270 idiomas distintos. El Chaco y la Pampa registran también una gran diversidad idiomática, aunque cabe reconocer la presencia determinante del guaraní y de otras lenguas de esta misma familia, de la misma forma que se destaca la presencia del mapudugun y de otros idiomas de la misma familia en las zonas australes de Argentina y Chile. Especial mención merece el caso argentino, país en el que ahora se reconoce la existencia de 20 pueblos indígenas diferentes, cuando hasta no hace mucho el imaginario nacional había construido la imagen de un país sin indios que estaba totalmente castellanizado.
El área del Caribe desde la Florida hasta las costas del norte del Brasil no constituye un área cultural precolombina (con excepción de las regiones en las que hoy habitan los garífunas de habla y cultura caribes en Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua y los miskitus y sumus o mayangnas de filiación lingüística misumalpana en Honduras y Nicaragua). Sin embargo, políticamente estos pueblos se consideran cada vez más como parte integral de las organizaciones indígenas de los países que los albergan, dado el fenómeno de reindianización o reetnización ya señalado. Producto del mestizaje afrodescendiente e indígena, garífunas y miskitus se consideran así mismos como indígenas y no como afroamericanos. Algunos consideran que, en América Latina, habría en total alrededor de 400 grupos étnicos (Derruytere, op. cit.), cifra al parecer extraída del número de idiomas indígenas aún hablado en la región. Sin embargo, esta cantidad debe ser considerablemente mayor pues no existe una relación biunívoca entre lengua y etnia. Así, en Colombia existen más de 80 pueblos indígenas
diferentes, frente a 65 lenguas distintas (Trillos, 1996). Si consideramos el amplio territorio en el que se habla el quechua, sería posible encontrar en él un sinnúmero de comunidades étnicas que tienen a esta lengua como idioma patrimonial y de uso predominante, aunque aún hoy se consideren étnicamente diferentes de otras comunidades que también hablan este idioma. Tal es el caso, por ejemplo, de varias comunidades étnicas ecuatorianas y bolivianas que, como resultado, de la expansión incásica hoy hablan el quechua pero mantienen elementos étnico-culturales diferenciadores que se remontan al período pre-incásico.
Con base en la información disponible, se estima que hay al menos entre 40 y 50 millones de indígenas en América Latina, lo que significa el 10% de la población regional (Derruytere, 1997; Gnerre, 1990; González, 1994; López y Küper, 1999; Banco Mundial, 2003). Otros consideran que la población indígena bordearía los 50 millones de personas (Díaz-Polanco, 1991). Al respecto y como ya se ha señalado, cabe destacar que las estimaciones deben necesariamente trascender la información que ofrecen los datos censales, dada su limitada confiabilidad, y recurrir entonces a diversos estudios complementarios y a información recabada por instituciones y organizaciones de distinta índole que trabajan en los territorios indígenas y en permanente interacción con sus pobladores y sus organizaciones de base.
2. Distribución de la población indígena
La presencia indígena en Latinoamérica se distribuye de manera bastante heterogénea en los países, como se muestra en el Mapa 2 tomado de López y Küper, 1999, 2002 y construido sobre la base en información tomada sobre todo del Instituto Indigenista Interamericano (cf. III) y de los indicadores sociales de desarrollo del Banco Mundial de 1992.
Como se puede apreciar, hay países cuya población indígena es hoy menor al 1% del total nacional (Brasil y Costa Rica). Hay otros que no cuentan con más de 4% de población indígena en su territorio (Paraguay, Colombia, El Salvador, Venezuela, Argentina, Guyana Francesa), y en otros los indígenas fluctúan entre un 5% y un 20% (Belice, Honduras, México, Panamá, Nicaragua, Chile, Guyana, Surinam), o entre un 20 y un 40% (Perú y Ecuador (13)), Bolivia y Guatemala superan esta marca, llegando a tener una mayoría indígena dentro de sus fronteras que supera el 50% de la población total.
Finalmente, cabe señalar que hay países que no cuentan ya con población indígena (Uruguay (14) y Cuba, Jamaica, Haití, Puerto Rico y República Dominicana, entre otros países caribeños). Los países del Caribe en los que esto ocurre, sin embargo, están marcados por una presencia determinante de población afrodescendiente.
En cuanto a extensión poblacional, la mayoría de comunidades amerindias fluctúa entre los 500 y los 50.000 integrantes. El caso de los pueblos indígenas en Colombia ilustra esta diversidad: de las 65 comunidades etnolingüísticas que a 1996 conservaban su lengua, sólo 3 tienen más de 50.000 personas, 29 cuentan con entre 50.000 y 1.000 personas, y 33 con menos de mil personas (Trillos, 1996). Por su parte, de los 6 idiomas indígenas hablados en Chile, únicamente dos tendrían más de 10.000 hablantes. Hay pueblos con números aún más reducidos; tal es el caso, de los uru-chipayas, con 300 miembros, los araonas, con 110, los záparos con cerca de 10 (15). Pocos pueblos indígenas superan el millón de personas (aimara, náhuatl, kich’e, mapuche), destacándose el pueblo quechua con más de 10 millones (López y Küper, 1999) (16). En todos estos casos, sin embargo, es válido recordar la advertencia que hiciéramos anteriormente respecto a la necesidad de diferenciar entre hablantes de las lenguas en cuestión –como los consignados aquí— y habitantes o miembros de estos pueblos. Es muy probable que el número de miembros de todos estos pueblos sea considerablemente mayor que el registrado en los datos lingüísticos.
Dentro de esta distribución por países, se presentan bolsones con presencia indígena muy por encima del promedio porcentual nacional, por ejemplo en los departamentos serranos del sur peruano, la población indígena supera el 80%, y en los estados sureños de México y algunas zonas también australes de Chile, supera el 60%. Este hecho nos permite afirmar que no basta con tomar como referencia el promedio nacional de población indígena, sino que
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