La princesa Psique, cuyo nombre quería decir ‘Alma’ era muy famosa gracias a sus madres, que no dejaban de hablar de lo bella que era su hija.
Diego Alejandro JaramilloDocumentos de Investigación8 de Agosto de 2015
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PSIQUE, MÁS HERMOSA QUE AFRODITA
(OBRA DE TEATRO)
Personajes:
- Afrodita - Yudy Sandoval
- Anciana - Alejandra Duran
- Apolo - Diego Jaramillo
- Barquero Caronte - David Parra
- Cerberos - Sebastián Escobar
- Eros - Daniel Baquero
- Hermanas de Psique: Sue Corredor y Maira Parrado
- Narrador - Camila Mejía
- Ninfa Siringa - Ana María Mora
- Niñas: Sharon Barbosa y Leidy García
- Perséfone - Sara Rodríguez
- Princesa Psique - María Paula Florez
- Reinas madres de Psique - Laura Alonso y Luisa Rodríguez
- Torre - Laura León
Narrador: La princesa Psique, cuyo nombre quería decir ‘Alma’ era muy famosa gracias a sus madres, que no dejaban de hablar de lo bella que era su hija.
Madre #1: De todas nuestras hijas, Psique es la más hermosa.
Madre #2: Es incluso más hermosa que Afrodita.
(Las niñas y la abuela escuchan atentamente la conversación entre las dos madres y asombradas por lo que han dicho empiezan hacer una comparación entre las dos diosas).
Niña #1: ¡Psique es más hermosa que Afrodita!
Niña #2: ¡Su cabello es precioso y su cuerpo es glorioso!
Abuela: Sí, sus madres tienen razón. Ella es una joven esplendida y lo mejor es que no tiene hijos ¡es una señorita!
(La abuela y las niñas se encargan de llevarle ofrendas a la mortal más hermosa y olvidan por completo a Afrodita.
Afrodita viendo su templo en ruinas decide tomar represalias hacia la mortal y para esto decide utilizar a su hijo Eros.)
Afrodita: (brava y gritando) ¡Hijo, ven aquí!
Eros: Dime madre, ¿qué puedo hacer por ti?
Afrodita: Hijo, tú que eres considerado el joven más hermoso y atlético, te tengo una misión…necesito que con tus flechas y tu encanto hagas que Psique se enamore de una criatura pero, no de cualquiera sino de la criatura más horrible y despreciable sobre la faz de la tierra.
Eros: (se ríe) Claro madre, esta misión será muy sencilla para mí, tu sabes tus deseos son órdenes.
Narrador: Obediente a su madre eros parte a cumplir su tarea; pero al encontrar a la princesa se sintió incapaz de agredirla con la maldición impuesta por su madre. La joven era realmente muy hermosa y el joven dios sintió un hechizo recorrer por todo su cuerpo y siendo una víctima más de su encantamiento que intoxicaba a dioses y mortales se sintió incapaz de cumplir su misión.
Eros: ¡No! ¡No puedo con esto!
(Eros huye y se dirige a su madre.)
Eros: Madre, no te preocupes, ten por seguro que tu rival ya no lo será más.
Narrador: Lo que Eros en realidad habla era que de ahora en adelante los hombres que amaban a Psique no se considerarían dignos de ella, la admirarían pero no serían capaces de pedir su mano, en cambio, pedirían la mano de sus hermanas.
Madre #1: Esta soledad y tristeza en las que se encuentra nuestra hija menor no es normal.
Madre #2: ¿Serán producto de alguna maldición?
Madre #1: Esperemos que no. Pero aun así deberíamos visitar al Oráculo del dios Apolo, para pedirle orientación y ayuda.
Madre #2: Estoy de acuerdo.
Narrador: Antes de que la idea de acudir a Apolo se les ocurriera a las madres de la joven princesa, Eros había acudido al mismo Dios y le había pedido ayuda y que fuera su cómplice en su amor, ya que necesitaba un aliado poderoso para que su madre no se enterara de que no había cumplido sus órdenes.
Madre #1: Que extrañas órdenes hemos recibido por parte del Dios Apolo. ¿No crees?
Madre #2: En efecto. ¿Qué quiere decir con qué tenemos que vestir a nuestra hija de novia y llevarla a una montaña?
Madre #1: No olvides que todo eso es con el fin de que un monstruo horrible con forma de serpiente alada se case con ella. (Suspira) Es algo terrible.
Madre #2: Tienes toda la razón, pero no podemos contradecir a un Dios, nos castigaría mil veces más. Más bien vamos, preparemos a nuestra hija, entre más pronto, mejor.
(Las reinas se dirigen a la habitación de su hija, donde le cuentan sobre su destino.)
Psique: (Resignada) Si esas han sido las palabras del dios Apolo no soy quien para ir contra su voluntad.
Madre #1: Lo sentimos hija, pero es la única manera de superar la tristeza y soledad que te acompaña.
(Las reinas preparan a Psique para su boda, y parten hacia la montaña acordada.)
Madre #2: Adiós hija mía, que los dioses te guarden. (Las dos madres se retiran.)
Psique: (se queda llorando y esperando su destino hasta que eventualmente se duerme.)
Narrador: Así, dormida, la encontró el Céfiro (viento del Oeste), quien la elevó por sobre las montañas hasta depositarla en un valle lleno de flores.
Psique: (se despierta) Oh, vaya, pero que lugar más bello es este. (Empieza a caminar por el sitio) Veo un bosque, y puedo escuchar un río. ¡Es más, en la distancia puedo ver un hermoso palacio! (se acerca al palacio, y entra). Esto es muy bello y lujoso, y a pesar de que oigo voces muy amables pero no veo a nadie, me siento segura aquí.
(Tras explorar un poco más el palacio, Psique se dirige a lo que asume es su alcoba. Se acuesta allí y cae dormida.)
Narrador: Mientras dormía, Psique siente que alguien se acerca a su cama y empieza a decirle cosas muy bellas.
Eros: Amada mía, he venido por fin a verte y decirte cuanto te amo. Hoy te tomo por esposa y prometo darte todo el amor que siento por ti.
Psique: (Sorprendida y asustada) ¡¿Eh?! ¿Y tú quién eres?
Eros: (Se ríe) Soy tu esposo. Apolo me ayudó a convencer a tus madres de que te dejaran en aquella montaña para que pudiera hacerte mi esposa.
Psique: (Suspira) Si esa es la voluntad del dios no soy quien para negarme. Prométeme que vas a cuidar bien de mí, en vista de que mi familia ya no puede hacerlo.
Eros: (Besa la frente de Psique) Te lo prometo amada mía, pero tengo una sola condición para nuestro matrimonio.
Psique: ¿Eh? ¿Y qué puede ser?
Eros: No puedes ver mi rostro nunca. Y nunca dejaré que me veas en el día, sin embargo cada noche vendré a verte para estar contigo.
Psique: Está bien, acepto.
Narrador: Con el paso de los días Psique se enamoró perdidamente de su esposo a pesar de no poder ver nunca su rostro. Sin embargo, a medida que pasaban los días, la princesa empezó a sentir nostalgia y sufría por sentirse sola. Extrañaba a sus hermanas, a quienes no veía desde hace tiempo y esto le causaba tristeza.
Psique: Amado, me he sentido demasiado triste estos días. ¿Crees que sería posible que me permitieras ver a mis hermanas de nuevo?
Eros: (sorprendido) ¿Eh? ¿Pero para qué quieres verlas de nuevo? ¿No tienes todo lo que deseas aquí conmigo?
Psique: No, no es eso. Soy muy feliz contigo mi amado, pero extraño a mis hermanas. ¿No podrías permitirme verlas tan solo una vez?
Eros: (suspira) De acuerdo, pero sólo porque te amo demasiado. Pero te advierto, ellas plantaran la duda en tu corazón, promoverán tu curiosidad y te alentaran a descubrir quién soy. Recuerda que no debes dejarte convencer, ya que en el momento en que veas mi cara no me volverás a ver a mí. Jamás. Y nuestra felicidad terminará. Mañana le pediré a Céfiro que traiga a tus hermanas aquí.
Psique: (Emocionada) Te prometo no caer ante sus dudas. Te amo demasiado para perderte.
Narrador: Al día siguiente Eros cumplió con su palabra y le pidió al viento Céfiro que acercara a las hermanas al palacio. Éstas, ante la visión de tanto lujo y belleza, ardieron de celos y envidia ante la buena fortuna que había tocado a su hermana. Secretamente, cada una de ellas comenzó a desmerecer lo que a ellas mismas les había tocado en suerte, sus maridos y sus riquezas. Se fueron del palacio planeando cómo castigar a su hermana la próxima vez que fueran allí.
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