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La princesa y el campesino.


Enviado por   •  14 de Febrero de 2015  •  Informes  •  1.115 Palabras (5 Páginas)  •  179 Visitas

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La princesa y el campesino.

Erase una vez, un precioso reino gobernado por dos reyes muy buenos llamados Rafael de Málaga y su preciosa esposa Isabel de Málaga. Estos reyes deseaban con todo su corazón tener una hija, y estuvieron mucho tiempo intentándolo, pero por más que lo intentaban no se les cumplía el deseo.

Un precioso día, como nunca antes había sido, con preciosas mariposas revoloteando de un lado a otro y un precioso y enorme arco iris que recorría el reino entero, la reina Isabel informó a su marido de que el médico había venido a visitarla y la había dicho que estaba embarazada, esperaba una niña. El marido, feliz, ordenó invitar a todo el mundo a una gran fiesta para celebrar la estupenda noticia.

La niña nació antes de lo que esperaban, nació muy débil, pero cuando todos pensaban que no habría esperanzas para ella, aparecieron tres hadas mágicas. El hada de la felicidad, el hada de la fuerza y el hada del amor. Las hadas se acercaron al rey Rafael y le dijeron que le concederían tres dones a su hija. La primera, el hada de la felicidad, le concedió el don de hacer felices a quiénes la rodeaban. La segunda, el hada de la fuerza, la concedió el don de tener fuerza ante la adversidad, que en ese momento era uno de los más importantes, pues sería el que la haría sobrevivir. La tercera, el hada del amor, la concedió el don de ser capaz de amar a una persona con todo su corazón.

La niña logró sobrevivir y sus padres la llamaron Ana, pues Ana significaba "la de la gracia", y según decían los sabios del reino seria una persona buena, cariñosa y sensible. Y así fue, la niña era muy buena y hacía felices a todos los que la rodeaban, pues ella tenía el don de hacerlo. Ana era una de las niñas más bonitas del reino, tenía una belleza tanto por fuera como por dentro, que todas las niñas del reino envidiaban. Pero los padres de Ana desde antes de que naciera la comprometieron con el príncipe de Jaén, pues Rafael ansiaba poder unir los dos reinos, y esa era la única forma.

Los años fueron pasando, y nuestra querida y preciosa Ana ya era toda una mujer de diecinueve años. Se había convertido en una mujer tremendamente bonita y todos los príncipes de los reinos próximos soñaban con poder casarse con ella. Un precioso día de verano, Ana salió al bosque con su precioso caballo blanco a coger fresas, la seguían unas preciosas mariposas, pues ni los animales podían controlarse con tanta belleza cerca. Pero de repente apareció un muchacho, al parecer un campesino, con aspecto pordiosero, la verdad no muy guapo pero tenía aspecto de ser muy feliz. El muchacho quedó impresionado con la princesa, supo al instante que se había enamorado de la joven del caballo.

La princesa se acercó al joven y le preguntó que por qué estaba tan feliz, el muchacho casi sin poder articular palabra, pues aún no había logrado salir del embrujo de sus ojos, la contestó: usted mi señora, usted es la que me hace feliz, ha sido verla y saber lo que es la felicidad plena. La princesa, se quedó un poco confusa, sin saber muy bien qué decir, ella se bajó del caballo y se acercó

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