ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La tradición amorosa en la poesía del Siglo de Oro


Enviado por   •  12 de Junio de 2018  •  Trabajos  •  1.522 Palabras (7 Páginas)  •  331 Visitas

Página 1 de 7

Literatura española

Comentario del texto 2

La tradición amorosa en la

poesía del Siglo de Oro

El amor es uno de los temas más recurrentes en la poesía española del Siglo de Oro. En el Renacimiento surge una nueva corriente de pensamiento con un creciente antropocentrismo, reflejado en todas las artes, incluyendo la poesía. El poeta es consciente de su existencia e importancia como parte de la creación divina y, por tanto, dota a la poesía renacentista y barroca de una visión intimista que le permite explotar su yo poético más profundo, resaltando sobre todo los sentimientos y las pasiones amorosas de este. Cabe añadir que, la temática amorosa en la poesía del Siglo de Oro arrastra una enorme influencia literaria, basada en tres grandes corrientes literarias; en primer lugar, la poesía trovadoresca, que trata el amor cortés; en segundo lugar, el amor petrarquista, con el ideal femenino de la donna angelicata y, en tercer lugar; el neoplatonismo, desde el punto de vista literario, que se basa en la concepción idealista del amor y de la dama como divinidad.

Empezando por la poesía trovadoresca, que nace en Occitania en el siglo XI, es concebida como la base de gran parte de la tradición amorosa europea. La poesía trovadoresca se centra en el amor cortés, en un ámbito de sociedad feudal y basa la relación amorosa en el contrato de vasallaje entre los amantes, así pues, entiende el amor como un servicio, siendo la dama el señor y el amador el vasallo que ofrece sus servicios a su superior. Este amor se inicia por los ojos del amado, por estos entra el sentimiento amoroso, y que como dice Soria: “de la contemplación / ha de nacer la pasión” (Aguirre, 1971:24). El amante cortés tiene cualidades nobles y poéticas… La adoración de la dama es en secreto y de lejos. Ella tiene cualidades excelentes lo que la hace superior al amante, es noble, honesta, muy hermosa, pero a la vez y debido a su matrimonio, es cruel y fría, entrando dentro del tópico de la “belle dame sans merçi”. Este hecho limita al amante a declarar su amor de forma humilde y discreta, a través de un código secreto para no ofender el honor de la dama y siempre manteniendo su anonimato, lo que se llama “silencio expresivo”. Cabe añadir que, el amador mantiene un debate interior entre la razón, el corazón y los ojos, vive en una duda constante, pero, aun así, lo que le consuela son las lágrimas que vierte por su amada, “Su vida consiste en un vivir contento en medio de su dolor” (Olivares, 1995:67), así pues, el amante sufre, pero el sufrimiento nace del amor hecho que le recompensa el dolor que padece por el mismo. El amante se encuentra dentro de la cárcel de amor, en la que el sentimiento amoroso significa un castigo para el amador, pero este no quiere deshacerse de él, no puede ni quiere salir de dicha cárcel, le satisface el hecho de sentirse enamorado. Desea la muerte, pero a la vez la teme.  

Arrastrando la concepción del amor cortés y la poesía trovadoresca encontramos el petrarquismo, que adquiere nuevos valores gracias a la corriente italianista y al dolce stil nuovo.

 Es destacable la obra de El Canzionere, de Francesco Petrarca, con una enorme influencia en la concepción amorosa en la poesía europea. Esta nueva concepción petrarquista se basa en tres normas: en primer lugar, se sigue utilizando el código feudal de la poesía trovadoresca en el amor, en el que la dama es el señor y el amante es el vasallo. Se exalta e hiperbolizan las cualidades de la dama. Ella es un ser superior que posee cualidades divinas, representa el summum bonum, lo que para la humanidad es Dios, para el amante es la amada… a menudo divinizada con términos como diosa, semi-diosa o ninfa. Lo que para Petrarca es la donna angelicata, su ideal femenino, posteriormente deriva en el tópico de descriptio puellae: cabellos rubios y rizados (que hacen referencia a la red de amor), tez blanca, mejillas sonrosadas, ojos radiantes (que son la puerta hacia el amor), labios rojos, cuello alto… Que forman el canon prototípico de la mujer renacentista. También posee una luz o aurora que ilumina e inspira al poeta, así pues, vemos como el amor, como en la poesía trovadoresca, también se inicia con los ojos, entrando en el cuerpo del amante y adueñándose de su ser.

En segundo lugar, el amor no es recíproco y, por tanto, nunca hay un final feliz. El amador es sumiso ante la indiferencia de la amada, su único consuelo es el papel y la poesía – dedicada a la dama, el poeta debe perpetuar la existencia de la dama mediante la poesía. Se trata de un amante discreto, que entra dentro del tópico del silencio amoroso.

En tercer lugar, el amador padece un sufrimiento gozoso, el hecho de amar le da vida y a la vez se la quita, el dolor amoroso es la recompensa. Es el tópico del amante doliente, también lo encontramos en la poesía trovadoresca. Este sufre por la ausencia de la dama, y no tiene salvación, pues la esperanza es el alimento del sentimiento amoroso. Es más, ni la muerte puede erradicar el amor que siente el amante, este incluso confía en un encuentro ultraterrenal con su amada, considera que él ha nacido, vive y muere por y para ella, esta es una concepción neoplatónica. El yo poético constantemente se pregunta qué es el amor y sus consecuencias, con tendencia del uso de oxímoros y paradojas, es una lucha entre amor y razón, el amor dirige al poeta por caminos que ofuscan su mente, alejándolo de su intelectualidad, anulando su individualidad. Esta causa forma un amante solitario, que se dedica exclusivamente a su amada. Tiene una angustia existencial, la dependencia de la dama lo sitúa en un “doloroso éxtasis” y su amor es como una batalla que remite al tópico de militia amoris. Garcilaso de la Vega es uno de los petrarquistas españoles más conocidos, podemos ver la influencia en la temática amorosa en el Soneto V, los primeros versos: “Escrito está en mi alma vuestro gesto, / y cuanto yo escribir de vos deseo; / vos sola lo escribisteis, yo lo leo”, en los que se hace referencia a la sumisión del amante y la concepción de la dama como musa y guía de la vida del amador. Es ella quien determina el sentido de la vida del poeta y a la vez, se lo quita.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9 Kb)   pdf (121 Kb)   docx (15 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com