Lo imposible es real
TAIINA MARTIINEZDocumentos de Investigación5 de Noviembre de 2018
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Lo imposible es real.
Y dicen que nada dura para siempre... Pero esta historia es la excepción.
Ha sido un viaje largo, pero, al fin, hemos llegado a la Perrera Nacional de Cambridge. Hace muchísimo tiempo que pido a mis pedres un perro, pero nunca me hacían caso. Hasta que un día, hicieron como si la idea de tenir un perro les hubiera caído del cielo. Y aquí estamos, do días más tarde, delante del gran portal de la perrera más grande del país. Mientras entramos apasionados por lo bonita que està decorada la perrera, pienso en que no tengo ningún prototipo de perro. Basta con uno que sea cariñoso, juguetón y que al fin y al cabo, me quiera como le querré yo a él.
-Lia, escoge uno cuando quieras.- Me dice mi madre en tono cariñoso y una sonrisa.
Llevamos ya media hora aquí y ninguno me llama la antención. Necesito que alguno me llame la atención, si no, no siento lo mismo por ellos. Hasta que al final, entre la multitud de gente que hay, lo veo. Veo a mi mascota. Veo a mi compañera que me acompañará para siempre en todo. Es ella. Me acerco y la acaricio. Es una cachorrita de beaggle que parece estar asustada. Mi madre me mira y uedo adivinar lo que està pensando. Sé que no està convencida del todo con la nueva mascota, però me da igual. Me quedaré con ella.
Al llegar a casa, estoy muy contenta. Le enseño toda la casa a Molly, mi nueva mascota. Al final de la tarde, ya están las cortines rasgadas, los cojines mordidos y el sofà arañado. Mi madre està que echa humo. La tranquilizo diciéndole que es pequeña, es un gran cambio para ella y que ya se acostumbrará. Molly se sienta en la alfombra blanca suave y en menos de tres minutos ya se ha dormido. Mañana saldré con ella a pasear.
Al despertarme, Molly no està en la alfombra. La he buscado por toda la casa y no la encuentro. Salgo al jardín y allí està, restregándose por la hierba. Es adorable. Tras darle de comer y vestirme, salimos a dar un paseo. Prefiero ir por donde no haya muchos coches, ya que esta Ciudad es bastante bulliciosa. Me meto por un camino de tierra, que va a la montaña. Solía ir por aquí con mi padre a buscar moras cuando era pequeña. Molly tira de la correa, y, aunque no loparezca, tiene mucha fuerza. Por pesar cuatro quilos, casi me tira al suelo. La dejo descansar unos minutos, ya que sus patitas son cortas y no alcanzan mis largos pasos. Se para enmedio del camino para hacer sus necesidades cuando, de pronto, un camión que lleva gallines, le pasa por encima. Todo ha pasado demasiado rápido. Molly, sus necesidades, el camión, la bocina... Sólo sé que a Molly le han pisado una pierna y se està desangrando. Rápidamente la cojo en brazos y corro hacia casa mientras llàgrimes me caen de los ojos. Molly llora. Yo lloro. El mundo ni se immuta. Mi madre corre todo lo que puede hacia el veterinario más cercano y allí deja a Molly.
-Dentro de cuatro días volveremos a visitar a Molly. Seguro que se pone bien.- Me dice mi madre. Sé que se pondrà bien. Tiene que hacerlo.
Después de cuatro días, tal y como dijo mamá, vamos al veterinario a visitar a Molly tres el accidente. Cuando llegamos, allí està, con una benda en la pata afectada y tumbada en una especie de mini camilla. Tiene mala pinta. Quiero pensar que no, pero no me engañaré. Los veterinarios dicen que harán todo lo possible y así espero que sea. Me despido de ella, le dedico unas palabras y, llorando, me voy.
Un día después llaman del veterinario. Molly ya puede volver a casa. Mi madre y yo vamos a recogerla al veterinario y cuando llegamos veo que lleva una pata de robot y un ojo de metal. Me da igual. Corro a abrazarla y oigo una voz que me dice femenina y aguda que me dice:
-¡Lia! ¡Me alegro tanto de verte, te he echado de menos!- No. No. No me lo creo. Molly habla. Molly habla. Doy un paso hacia atrás y le digo al veterinario:
-¿¡Qué le habéis hecho!?-
-Nada. Solamente la hemos curado y programado para que esto no vuelva a pasar.- me contesta tranquilamente el veterinario.
...