Lope De Vega- La Bella Aurora
Enviado por malacopa4 • 18 de Enero de 2013 • 2.145 Palabras (9 Páginas) • 346 Visitas
Lope de Vega
La bella Aurora
Índice
La bella Aurora
Acto Primero
Acto Segundo
Acto Tercer
Acto Primero
Salen Céfalo, de camino, y Floris.
CÉFALO Señora, fálteme Dios
Si hallo cosa en esta ausencia
que pueda hacer resistencia
al mal de faltarme vos.
Y es para el alma tan fuerte,
que su consideración
no tiene comparación
con el rigor de la muerte.
Crece la tristeza mía
con tanta violencia, amor,
que en el temor y el dolor
mil veces muero en un día.
Yo llevo, en fin, de los dos
mayor soledad agora,
que no estáis sola, señora,
acompañada de vos;
que para comparación
de que en dolor me igualáis,
pues que vos con vos estáis,
mayores mis males son.
Dad ventaja a mi memoria
de las penas que sentís,
porque donde vos vivís,
¿qué puede haber sino, gloria?
Cesar la eterna armonía
de las esferas del cielo,
alma del sol, que en el suelo
cuanto vive engendra y cría:
Hacer eterna amistad
los elementos, parece
decir que haceros merece
mi presencia soledad.
No lo creáis, pensamiento;
máteme cuerdo el pesar,
y no sin seso el pensar
tan altos merecimientos.
FLORIS Si es cumplir la obligación
que a los discretos les dan
el ser marido y galán,
Céfalo, en esta ocasión,
como ya propia mujer,
viéndoos burlar y partir,
pondré el cuidado, en sentir,
no le pondré en responder:
y no diré el sentimiento,
si no es que celos me den
para responder también
vuestro mismo entendimiento.
Que dicen que suelen ser,
con la fuerza del sentir,
tan discretos en decir
como necios en hacer.
Sé que os vais, y que no es justo
que me obligue lo que os culpa,
porque no tiene disculpa
quien se parte por su gusto.
Y así, no quiero admitir
lo que vos me podéis dar;
que quien lo pudo excusar,
¿cómo lo puede sentir?
Y aunque galán presumáis
quererme satisfacer,
basta ser propia mujer
para que no lo sintáis.
CÉFALO Vos habéis, mi bien, caído
en yerro en que muchas dan,
que no puede amar galán
el que posee marido;
porque la seguridad
no quita fuerza al amor,
que antes, en todo rigor,
aumenta la voluntad;
ni sé qué pueda tener
de discreto ni de grave
el marido que no sabe
ser galán de su mujer.
Que adonde hay entendimiento
y discurso de razón,
una justa posesión
no quita el merecimiento.
Que me parto por mi gusto
niego, pues voy tan forzado
cuanto sé que causa he dado,
mi bien, a vuestro disgusto.
No presumáis tan cruel
que mi amor en celos anda,
pues el Príncipe me manda
ir a esta caza con él.
¿Qué excusa pudiera dar
que me pudiera valer?
Que de la propia mujer
nunca se admite el pesar.
Porque, fuera de perdelle,
quedáramos mal los dos
si dijera que por vos
dejaba de obedecerle.
FLORIS La disculpa no os faltara
si el gusto y la novedad
para dejar la ciudad,
a mis brazos no os forzara:
más no quiero daros pena,
que me voy pasando a dama,
cosa que la
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