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Mi eterno enamorado


Enviado por   •  21 de Mayo de 2017  •  Tareas  •  525 Palabras (3 Páginas)  •  176 Visitas

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Mi eterno enamorado

Ya nada importaba, todo parecía acabarse en aquel desesperante momento, invadida por el agobiante silencio que encerraba la oscura noche de aquel cementerio. Me encontraba sentada junto a su lápida inscripta delicadamente con su nombre. Rompí en salientes sollozos desde el profundo dolor de mi alma, como una petición involuntaria que le hice a la vida para que volviera a este mundo de dolor o me llevara en un profundo sueño a su lado en un nuevo mundo.

Consolada por la majestuosa luna llena y el manto estrellado que me ofreció la noche ya pasada la tormenta, me despedía con un hasta pronto aferrado a la esperanza cuando inesperadamente una lívida voz me templó el alma y me heló el cuerpo. No conocí su origen, o más bien evité saberlo, di una media vuelta sobre mi lado derecho apretando con fuerza las flores que llevaba en mi mano, cuando una lúcida figura de mirada profunda, había centrado en mí sus brillosos ojos empapados de lágrimas y balbuceó mi nombre casi en silencio. Aún no lo entendía, no podía creer lo que estaba contemplando, habían pasado meses después de su muerte, ¿cómo era posible que estuviese ahí, parado ante su propia lápida?

No comprendí el por qué ni cómo sucedía, pero ahí estaba de nuevo, me acerqué y lo contemplé por un instante hasta que de manera suave, como si caminara sobre delicadas nubes supo llegarse hasta mí y me dijo así: -No sufras por mí, no sé si mejor porque me faltas tú, pero mi mundo es tranquilo y puedo desde aquí contemplarte día a día sin que lo sepas, pero sé que me sientes. Sabes cuando estoy en tu habitación, ¿verdad?

Completamente muda por la emoción, me veía imposibilitada a responder a su pregunta pero él lo comprendió y tomó mi mano, la presionó junto a su pecho y acarició mi rostro, se sentía algo frío y a la vez dulce y tierno, como si perteneciéramos al mismo mundo. Ya más tranquila y menos confusa, recuperé el aliento y las palabras: -Sí, sé que estás ahí, desde que todos te veían partir yo me quedé contigo, me aferré a la esperanza de  volverte a ver y ahora aquí estás, valió la pena mi idea, loca para muchos, pero inspiradora para mi alma solitaria.

-Siempre estaré donde quiera que estés tú- respondió conmovido y sequé la lágrima que caía por su mejilla.

Lo tomé del brazo tal como solía hacerlo y paseamos por los jardines del parque al otro lado del cementerio, planeamos el nuevo futuro que nos esperaba luego de mi despedida de este mundo y como era ahora mi vida en su ausencia.

Pasada la media noche llegó el guarda-parques a realizar la rutinaria visita nocturna y nos observó asombrado.

Intrigado por la extraña presencia de personas a tan altas horas de la noche en el parque, se acercó y preguntó: -¿Qué hace usted sola a estas horas por aquí?

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