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Narracion En Primera Persona


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  407 Palabras (2 Páginas)  •  502 Visitas

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Mi alma, una vez más, ha vuelto a pronunciar aquel nombre. Temblando mire la luna llena y retome la psicodelia que esta ciudad me ofrecía. "Acelera" me grito mi yo interno, pero me asegure de que mi esencia no lo escuchara.

28 de noviembre, será posible llegar tarde al día de mi nacimiento? En cinco rayos de luz se abrieron entre la multitud pentagramas de sol. Lloro, en aquel umbral de lucero rojo me sentía más despreocupada. Como un escombro mudo me encontraba en una esquina, esperando sentir aquel apego sensitivo del que todo hablan del otro lado.

Ya no hay marcha atrás, desde hoy me toca existir.

Cuando pequeña aprendí que me gustaba abrazar la noche con un cordón de luna desde mi ventana, reconocí mi dulce habilidad para quedarme colgada de los pasos de Orión mientras mis papas me agujereaban el alma con besos y empecé a ser consumida por el sol, quien sentado sobre la barandilla del mar recostaba su mirada en nosotros.

En mi juventud, mientras los días se iban haciendo más largos, comencé a despojarme de mi a través de la escritura, sentía que no había claridad para ocultarme porque así era la ciudad tumultuosa, amarga y sin ilusiones… Con un ronco apetito de contra ideas que consumían carnes llenas verdad sangrando ternuras.

A los 35 sabía que tenía poder para hacer de todo, incluso con los humanos, y desde entonces me dedique a luchar contra los que se empecinaban en hacerme entender que todo era un sueño.

A los 40 me dijeron que las cosas que creía eran un invento, que solo existían en mi cabeza, que no existen los amigos, ni el amor, ni Lía, ni tú, sino la pose y el mercado. Quise despertarme y salir de estas cosas podridas, y limpiarme de este mal cadavérico pero no pude y por eso quiero encontrarte.

Te busque a mitad de mi muerte entre calles tórridas y lúgubres, entre tanto el viento del desierto me volaba hacia excursiones que simultáneamente me estrellaban contra grises paredes en las que leía tu sonrisa. Con ellas me iba a la cafetera a sentarme en mesas de nadie, y con un café que se veía en tu rostro, zarpe mi dulce vuelo de mariposa.

Mi solución eres tú, mi verdad, mi pedacito de humanidad y aunque ya no tengo cuerpo físico mi tiempo espera tu tiempo en la eterna luciérnaga de tus labios.

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