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Nicanor Parra


Enviado por   •  6 de Junio de 2015  •  1.002 Palabras (5 Páginas)  •  147 Visitas

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Decía Vicente Huidobro que los premios literarios eran galardones dados por unos señores muertos a otros medio muertos para terminar de matarlos. No es el caso del Premio Nacional otorgado a Nicanor Parra en 1969. Integraban el Jurado, entre otros, José Miguel Ibáñez, Jorge Millas y Ernesto Livacic. Nada de medio muerto es el agraciado y las consecuencias parecen hasta ahora ser más vitalizadoras que mortales. En todo caso, la distinción lleva a una cima todo un proceso de afianzamiento de la fama de Nicanor Parra, fácilmente perceptible en las ediciones y reediciones de sus libros, en las traducciones, en la crítica y en la inclusión de sus poemas en antologías variadas. Hasta le ha llegado el reconocimiento oficial que significa su inclusión en los Programas de estudio para la Enseñanza Media.

Es un hecho que el autor va de subida en su nombradía y que ésta alcanza a llegar al público grueso. El nombre de Parra es asociado ya por muchos sectores al de los grandes de la poesía nacional: Prado, Huidobro, la Mistral y Neruda. En España y Estados Unidos se le cita, se le compara, se le menciona como una esperanza y como una realidad.

Los libros de Nicanor Parra son cortos, dejan grandes espacios en blanco; además, son pocos. Entre Cancionero sin nombre (1937) -obra primera- y Poemas y antipoemas (1954) -la segunda- transcurrieron diecisiete años. Luego, La Cueca larga (1958), Versos de salón (1962) y Canciones rusas (1967). En 1969 se reúne lo más de lo publicado y se añaden poemas inéditos bajo el título Obra gruesa.

Es curioso tanta parquedad, porque a primera vista parece que los poemas surgieran sin esfuerzo, como de paso. El autor se pone, podría pensarse, a la vera del camino o en la esquina más concurrida y escucha a los que pasan, hombres, mujeres y niños; apunta lo característico del decir en su memoria y con ligeros toques, casi siempre irónicos, lo pone en verso. Su poesía nacería, más que otra, de la audición de lo que todos dicen. No tiene el poeta oído para el discurso académico ni ojos para la lectura del clásico ni de nadie. Poesía, así, al parecer, de la vida diaria y trivial, poesía de lo cotidiano. Ciertamente el autor emplea las frases hechas, las muletillas, los tópicos, el convencionalismo del decir. Bordea el arte "pop" de títulos de diarios, de eslóganes repetidos hasta el infinito. "Para empezar... ciertamente...vamos por parte" no son expresiones de excepción en su obra.

Lo que se oye, claro está, es antes que nada el lenguaje empleado por el chileno. De ahí que los términos regionales abunden. Dentro de una temática variada y universal que va desde el amor hasta la muerte, desde los adioses hasta el vino, sorprende el sentir chileno y la locución nacional. Basta una cita: "Yo soy así, soy chileno,/ Me gusta pelar el ajo,/ Soy barretero en el norte,/ en el sur me llaman huaso..."

Pero, ¿es efectivamente fácil todo esto? ¿Cuesta menos que el soneto azul, que la octava ampulosa,

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