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El análisis de El Capital

Publicado el 29 octubre 2012 de Antonio Olivé

Queridos amigos, estimadas lectoras ya se acaba el maravilloso y artificial fin de semana. Mañana lunes, con las fuerzas repuestas, la mente despejada; todos aquellos que tenemos la suerte de ser asalariados, mantener nuestros empleos y ser explotados iniciaremos una nueva semana laboral y tal que hamsters enloquecidos, haremos girar y girar la rueda que mueve este sistema.

Para que no se nos olvide a quién debemos dar las gracias por tener la suerte de gastar nuestras vidas en trabajos alienantes, de convertirnos en meras mercancías (como si fuéramos chocolatinas, naranjas o bombas de racimo), hoy vamos a volver a tratar sobre ello, sobre el capital. Después de dedicar las últimas entradas del blog a Gramsci, Mariategui o a tratar temas de carácter más general volvemos a retomar ese carácter más didáctico, más pedagógico y concretamente sobre “El Capital” (nosotros erre que erre, que al final algo quedará y mucho habremos comprendido). El texto que proponemos hoy es obra de un viejo conocido, José A. Moral Santín, del que mejor no vamos a hablar (os recuerdo que juzgamos la obra y no al autor) que se publicó en el nº 5 de la“Colección Debate”, colección del Centro de Estudios del PCE, en el año 1991 y que nos parece muy interesante en cuanto que puede ayudar a comprender conceptos que no estén demasiado claros. Esperamos que os sirva para incorporarlo a la caja de herramientas conceptuales.

A. Olivé

El análisis de El Capital

José A. Moral Santín

Voy a referirme a un tema que resulta un tanto problemático para enmarcarlo en un tiempo limitado. En realidad, esta temática sería por sí misma, como seguramente todas las demás, de un curso de varias sesiones. Yo voy a tratar, por tanto, de hacer una exposición lo más condensada y selectiva, en el sentido de tocar aquellos aspectos más significativos y relevantes en lo que es «El Capital» como obra científica, para que posteriormente, en el curso del debate, podamos profundizar aquellos aspectos que se consideren de mayor interés.

«El Capital» es una de las obras más conocidas en la historia del pensamiento moderno, y yo diría que además es una de las menos leídas. Es una de las obras sobre las que casi todo el mundo habla y de las que casi nadie ha leído. Si tuviésemos que hacer un porcentaje de la gente que ha leído «El Capital», entre los economistas, los tratadistas y los propios intelectuales marxistas -obviamente sería imposible-, pero yo creo que no llegaríamos al 1 por 100.

Sin duda, esto refleja ya bien lo que ha sido la obra de Marx. Una obra que ha ejercido una influencia enorme, por efecto de divulgación, por haber encarnado y haberse materializado en lo que ha sido toda la tradición del movimiento obrero y de los movimientos políticos de nuestra época, entendida ésta en un sentido amplio. Pero que, sin embargo, como obra científica, ha sido poco trabajada, poco estudiada y, generalmente, mal difundida y utilizada. Entre la propia tradición de los economistas, ya no sólo de los marxistas en general, entre los propios economistas marxistas podríamos hacer una relación histórica, y observaríamos que una buena parte de ellos, habrían cogido aspectos particulares de la obra de Marx. De lo que es el análisis y el cuerpo analítico de «El Capital», internándola luego y haciendo una listura con otros componentes: keynesianos, ricardianos, etcétera. Pero que, en general, ha habido un insuficiente y débil desarrollo y utilización científica, de lo que es el aparato analítico marxiano.

Esto tiene varias explicaciones. En primer lugar, tiene que ver con el propio proceso histórico en el que se produce esta obra. Como es conocido, sólo una parle de «El Capital»se publica mientras vive Marx, el primer tomo, supervisado por él, y, por tanto, con una garantía de que respondía genuinamente a su pensamiento. Otra parte importante, la mayor parte de lo que ha sido la obra, tanto previa de los «Manuscritos» y los borradores, como lo que estaba previsto que fuera aún para acabar, se publicó después de haberse muerto Marx, fue poco rigurosa, que incluso introdujo elementos de confusión importantes en la comprensión del cuerpo analítico marxiano.

Después -y esto es una precisión muy personal-, «El Capital» es una obra bastante más extensa de lo que debería de ser. Lo que es la exposición sistemática y articulada de «El Capital» podría hacerse, no me refiero a la parte de investigación, los «Manuscritos», que seguramente tenían que requerir ese espacio y mucho más, porque es un proceso distinto al de la exposición. Pero la exposición seguramente podía condensarse y sistematizarse de una manera mucho más limitada de lo que Marx lo hizo. Yo no sé si eso tiene que ver por aquello que él contaba, de que como le pagaban por hojas y de algo tenía que comer, pues procuraba hacer lo más extenso posible las exposiciones.

Por otro lado, «El Capital» es una obra intelectualmente difícil. Combina diversos niveles de abstracción, tiene el análisis y que, por ejemplo, comparándolo con lo que es el análisis neoclásico, el análisis económico convencional, o el keynesiano, o el propio ricardiano, pues es realmente compleja y difícil, El análisis neoclásico, que aparenta ser difícil, sobre todo porque está formulado en términos muy formalizados y matematizados, se mueve con unos supuestos muy elementales, muy de lógica formal, y que serían desprovistos de todo ese lenguaje hermético, etcétera, asequibles y expuestos en un curso muy breve, sin mayores dificultades.

«El Capital», de Marx, es una obra bastante más compleja, más ambiciosa y, sobre todo, que parte de una comprensión de la realidad más compleja. Marx entiende la realidad en términos más complejos que los que suelen expresar los modelos formales de la economía convencional al uso. Aclarado esto, se desprende que «El Capital» es necesario volver a leerlo, no solamente para sacar conclusiones políticas, sino para entender la realidad. Desde una óptica científica, sería bueno que «El Capital» volviese a ocupar el lugar que nunca tuvo, es decir, un lugar central en la formación intelectual de nuestra época.

Curiosamente, «El Capital», a pesar de haber sido poco leído, ha tenido una influencia enorme, y esa influencia ha impregnado el pensamiento económico en general. Hoy ya podríamos decir que muchas de las

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