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Poesia: Mi hijo: ... Es maistrito de pueblo!


Enviado por   •  9 de Mayo de 2015  •  Informes  •  906 Palabras (4 Páginas)  •  245 Visitas

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¡Que ya te dije que no

y tus caprichos no acepto!

aunque me dejes de hablar

aunque te sientas molesto.

Aunque me cuelgues la cara

y aunque me hagas sentimiento,

no he de darte mi permiso...

¡Antes, te lleno de cuero!

¡Tanto dinero gastado!

¡Tanto celo, tanto empeño!...

La Primaria, Secundaria

Prepa y Curso Propedéutico.

¡Tanta hablada de tu parte

con todos tus compañeros

diciendo: ... Que tú serías

Un profesionista bueno.

¡Que ibas para licenciado

o que si no,... Serías médico,

Contador, militar, Cura

político o ingeniero!

Y hoy que estás como chiflado

o loco te estás volviendo,

me sales de baboso té

con la idea de ser maestro.

¡Tanto dinero gastado!...

¡Tanto afán y tanto empeño!...

¡Tantas felicitaciones

de amigos y compañeros...

para que hoy... con gran cinismo

tú me digas... ya no quiero

llegar a ser burgués cursi

sino preciado maestro.

¿Qué, no te va a dar vergüenza

de rebajarte tan feo?...

¿qué no vas a sonrojarte

de bajar a tal empleo?

¿MAISTRITO?... ¡Qué grande cosa!

¡Qué dignidad!... ¡Qué talento!

¡Qué porvenir!... ¡Qué importancia!,

¡Qué prestigio!... ¡Qué abolengo!

MAISTRITO de Escuela... Un torpe

Que nada sabe de cierto.

Haragán, irresponsable,

vago, pobre... ¡Un majadero!

MAISTRITO... Sólo un don nadie...

Un vulgar vago de pueblo,

que va a organizar Plantones,

marchas, huelgas y jaleos.

Un flojo que sólo quiere

ganar dinero y dinero,

sin importarle los niños,

ni sentir el magisterio...

Que no venera a la Patria,

hombre ruin, politiquero,

pues para él sólo es valioso,

pasarla de mitotero.

Explíqueme..., licenciado...

Dígame usted, ingeniero...

¿Qué va a enseñarle a los niños?

¿Cómo va a orientar al pueblo?

¿Cómo va a exponer su clase

a los niños de primero?, si usted no sabe contar,

ni jugar ni estar contento;

ni sabe del trato amable

y menos contar un cuento;

y sólo sabe vestirse

más o menos de... ¿cirquero?

Muy sabihondo el hombrecito

que ni quebrados, ni enteros,

ni decimales, ni nada

¿sabe el señor embustero?

Con que... ¡Ya te dije que no!

Y no me siga moliendo...

Qué Normal, ni qué Normal...

No quiero que seas maestro.

Antes te llevo al ejido

para que seas jornalero,

pa’ que el sol te dé en el lomo

y te pongas fuerte y prieto.

Así me dijo mi padre

y, yo que mucho lo quiero,

bajé la frente y salí

diciéndole... Estoy de acuerdo...

Yo seré lo que usted diga;

en verdad,... se lo prometo.

Pero ya no esté enojado,

pues le hace daño... y me apeno.

Salí a la calle, vagué

por las calles y los huertos,

por el jardín, la placita,

por la iglesia y el colegio...

Miré a los peones cansados,

sudorosos, sin aliento,

poniendo sobre un papel,

sólo la huella del dedo.

Vi a las mujeres descalzas,

cargando leña del cerro;

y vi niños, muchos niños,

hurgar en los basureros.

Recogí desesperado

a esa gente de mi pueblo...

a esas gentes sin fortuna,

sin redención ni consuelo.

Los metí en mi corazón,

en mi entraña, en mi cerebro;

les di Patria en mi conciencia

y me confundí con ellos.

Allí, frente aquellos niños;

frente a esos niños enfermos,

pensé que eran angelitos

despreciados por el cielo.

Miré que no tenían alas;

los miré casi sin cuerpo...

Ángeles sin un hogar,

sin virgen, sin Padre Nuestro.

Y pensé... Si me aferrara

a ser licenciado o médico,

contador, conferencista,

sacerdote o ingeniero,

¿cómo podría despertar

la conciencia de mi pueblo?

¿Qué les favorecería

que yo lograra alto empleo,

si ni justicia, ni amor,

ni palabras de consuelo

podría darles y ofrecerles

para calmar su tormento?...

Entonces volví a mi hogar,

todo tenía resuelto.

Llamé a mi padre y le dije:

Yo a usted mucho le respeto...

Comprendo sus sacrificios;

sé de sus ansias y sueños,

pero hoy... quiero que me escuche

por favor... sólo un momento.

Si quiere que sea feliz

y desea que sirva al pueblo;

si quiere que colabore

para mejorar a México...

Si usted quiere que mi vida

la dedique a lo que quiero:

Luchando por la igualdad,

por la ciencia y el progreso...

Deje, padre, que yo tenga

la profesión con que sueño;

deje que yo sea feliz

con mis niños sin colegio.

Deje que mi vocación

se torne clase y recreo;

que sea lección de cariño;

que sea canto, que sea verso:

que pueda yo ser lucero

con la luz del alfabeto;

que pueda ser manantial

que sacie la sed del pueblo.

Déjeme sufrir... Luchar...

Déjeme vivir con ellos

para lograr educarlos;

para construir un colegio.

Déjeme padre... que luche;

deme permiso, le ruego;

para sembrar esperanzas,

para apuntalar anhelos.

Deje que forme una Escuela;

Escuela a los cuatro vientos;

Escuela de libertades,

donde haya luz y contento.

Deme permiso papá...

Que sea un maistrito de pueblo,

que marque programas justos;

que trace caminos nuevos.

Deje que siembre la mies;

deje que propicie el vuelo

de esa águila que parece

no tener alas, ni aliento.

Deje que escuche mi voz

el militar, el Gobierno,

el sacerdote, el artista

el paria y el jornalero.

Si ya mi hermano es doctor;

y el mayor, es ingeniero,

porque no permite usted

que yo... me torne maestro.

Si ellos en su ingratitud

ya han formado un mundo nuevo

de explotación, de egoísmo,

de lujos y de dinero.

Si de usted se han olvidado,

si ya no vienen al pueblo;

y en su situación burguesa,

gratitud y amor han muerto.

Si ellos saben que aquí, en casa,

hay pobreza y hay apremio,

¿por qué ni por caridad

lo atienden cuando está enfermo?...

Mi padre quedó pensando...

Silencio guardó un momento...

Luego me abrazó y me dijo:

Sí... muchacho... te comprendo;

vete a luchar hijo mío...

Yo esperaré tu regreso,

sabiendo que traerás cosas

logradas con fe y empeño.

Cuando vuelvas hijo mío...

vamos a estar muy contentos,

y se llenará la casa

con tu amor y tus pequeños.

Si aquí no me encuentras ya,

sé que tendrán el consuelo

de volver a esta tu casa;

de regresar a tu pueblo.

Yo sé que vendrás por verme

tú vendrás por este viejo

y querrás con toda tu alma

enseñarme el alfabeto.

Más si aquí no me encontraras,

ve a buscarme al cementerio;

y allí solitos los dos,

envueltos en el silencio,

me dirás de tus afanes,

de tus luchas, tus proyectos,

de tus sencillas tareas,

de tu honor y de tus éxitos.

No me traigas flores hijo,

yo sé que no las merezco;

ni cruz, ni ceras, ni nada,

sólo quiero tu recuerdo.

¡Anda hijo mío!... ¡Vete ya!

¡México espera tu esfuerzo!

Te espera el hombre ignorante

y los niños macilentos...

Yo aquí me quedo esperando,

con orgullo verdadero,

porque sé que cumplirás

ser prestigiado maestro.

¡Anda hijo mío!... ¡Vete ya!

Que si de momento muero

con orgullo gritaré:

¡Mi hijo: ... Es maistrito de pueblo!

...

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