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Principios de sanidad de la vida muerte


Enviado por   •  1 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  2.647 Palabras (11 Páginas)  •  7.706 Visitas

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Principios de sanidad de la vida muerte

Inviolabilidad de la vida humana

La vida no es un bien extrínseco a la persona humana, sino un valor fundamental, del que derivan los derechos humanos. El deber de respetar y promover la vida es, por tanto, el primer imperativo ético del hombre consigo mismo y con los demás. La vida corporal es condición necesaria para el ejercicio de cualquier otro derecho.

En el debate bioético contemporáneo sobre el final de la vida humana se suele afirmar que nadie tiene derecho a imponer la obligación de seguir viviendo a una persona que, en razón de un sufrimiento extremo, ya no lo desea. Basándose en una peculiar concepción del respeto a la libertad individual (autonomía) del paciente se propone entender el derecho a una muerte digna como el derecho a disponer de la propia vida mediante la eutanasia o el suicidio médicamente asistido. De acuerdo con esta línea de pensamiento, en situaciones verdaderamente extremas, la eutanasia y la asistencia al suicidio representarían actos de compasión (beneficencia); negarse a su realización podría suponer una forma de maleficiencia.

b) Principio de proporcionalidad terapéutica

Parte integrante del imperativo ético de respetar y promover la vida humana es el deber moral de poner los medios necesarios para cuidar la salud, propia y ajena. Pero es evidente que nadie está obligado a utilizar todas las medidas médicas actualmente disponibles, sino solo aquellas que le ofrezcan una razonable probabilidad de beneficio. Más difícil resulta responder a la pregunta sobre la licitud moral de rechazar tratamientos potencialmente beneficiosos. Esta pregunta nos confronta con el problema de los límites de la obligación moral cuidar la salud.

c) Principio del doble efecto en el manejo del dolor y la supresión de la conciencia

El uso de opioides y otras drogas que pueden alterar el estado de vigilia del paciente es habitual en Medicina Paliativa. No es infrecuente que el recurso a este tipo de terapias genere dudas en la familia y/o en el equipo de salud. Se teme que los efectos adversos de estas drogas –como hipotensión, depresión respiratoria, etc.– podrían representar una forma de eutanasia. Ante esta inquietud cabe recordar, en primer lugar, que cuando se utilizan en forma adecuada, los efectos secundarios de estas drogas no son tan frecuentes como se solía afirmar en el pasado.

d) La virtud de la veracidad

La veracidad es el fundamento de la confianza en las relaciones interpersonales. Por lo tanto, en términos generales, comunicar la verdad al paciente y a sus familiares constituye un beneficio para ellos, pues posibilita su participación activa en el proceso de toma de decisiones (autonomía). Sin embargo, en la práctica hay situaciones en las que el manejo de la información genera especial dificultad para los médicos. Ello ocurre especialmente cuando se trata de comunicar malas noticias, como son el diagnóstico de enfermedades progresivas e incurables o el pronóstico de una muerte próxima inevitable.

e) El deber de prevención

Prever las posibles complicaciones o los síntomas que con mayor frecuencia se presentan en la evolución de una determinada condición clínica es parte de la responsabilidad médica (deber de previsibilidad). Implementar las medidas necesarias para prevenir estas complicaciones y aconsejar oportunamente a los familiares sobre los mejores cursos de acción a seguir en caso de que ellas se presenten permite, por un lado, evitar sufrimientos innecesarios al paciente y, por otro, facilita el no involucrarse precipitadamente en cursos de acción que conducirían a intervenciones desproporcionadas.

f) Principio de no-abandono

Exceptuando casos de grave objeción de conciencia, sería éticamente reprobable abandonar a un paciente que rechaza determinadas terapias, aun cuando los profesionales de la salud consideren que ese rechazo es inadecuado. Permanecer junto al paciente y establecer una comunicación terapéutica es, muchas veces, la mejor forma de lograr que el paciente recapacite.

Principios éticos del trasplante de órganos

La donación de órganos es la remoción de órganos o tejidos del cuerpo de una persona que ha muerto recientemente o de un donante vivo, con el propósito de realizar un trasplante. Los órganos y los tejidos son extirpados en procedimientos similares a la cirugía. Personas de todas las edades pueden ser donantes de órganos y tejidos. Se producen muchas más donaciones de donantes muertos que de personas vivas.

Los problemas éticos de los trasplantes

La desconfianza con que se acogieron en su momento los primeros trasplantes se debía a un triple motivo:

a. se trataba de una técnica de carácter experimental cuyos resultados no se podían en absoluto garantizar;

b. se consideraba inmoral porque se entendía como una profanación del cuerpo del fallecido; y,

c. por la idea popular, tan extendida, de identificar un órgano con un aspecto de la personalidad del hombre

Diagnóstico de la muerte

Sobre este tema, la mayor parte de las legislaciones sobre trasplantes se expresan de forma prácticamente unánime. El concepto de muerte que se maneja es el de muerte cerebral, cuyos signos vienen definidos minuciosamente en las leyes. La aparición de esta definición en la ley de trasplante ha generado cierta confusión en la población, llegándose a preguntar si cuando se trata de extraer los órganos se trata como cadáver a alguien que fuera de este contexto no lo sería. Algunos países han parecido adivinar esta situación y se expresan más genéricamente hablando de "indicadores usuales de las ciencias médicas" como es el caso de Panamá, Cuba, Bolivia o Brasil.

El estatuto del cuerpo humano y el comercio de órganos

La manera de concebir el cuerpo humano determina la aceptación o el rechazo de determinadas acciones. Hay dos posiciones claramente diferenciadas que conceden al cuerpo humano un estatuto diferente. Para unos el cuerpo humano tiene un valor ontológico, es precioso en sí mismo. La dignidad humana es indisociable del respeto del cuerpo; la persona, constituida de "cuerpo" y "psique" o "espíritu",

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