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Proyecto Comunitario Juridico

joseluissanchez5 de Mayo de 2014

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INTRODUCCIÓN

En innumerables ocasiones las y los estudiantes expresan que salieron “bien” en el examen de castellano pero desaprobaron al descontarles por errores al escribir. Cabe preguntarse entonces, ¿no es la ortografía del castellano un contenido de idioma? Es más, es contenido de todas las asignaturas que se estudian en este idioma y así sucede con las demás lenguas también.

Ahora bien la interrogante sería: ¿sobre quién recae la responsabilidad de que los y las estudiantes cometan tantos errores al escribir? Es evidente, la responsabilidad es de todos: estudiantes, maestros, padres. Es cierto, que algunos estudiantes (as) de forma autodidacta han aprendido ortografía; de maestros que enseñan e inculcan el uso y cuidado de nuestra lengua; de padres que, ya mayores, han aprendido ortografía para enseñársela a sus hijos. Sin embargo, no todos los estudiantes, docentes y padres actúan de esa forma y, lo que sí es cierto es que es muy común observar en los ambientes de clase faltas en la ortografía que rige el idioma castellano.

Los maestros no tienen solamente la responsabilidad de instruir en la clase, sino también de guiar y enseñar a los educandos cómo estudiar de forma independiente; que quede claro, esto es válido para los docentes de todas las asignaturas, y en todos los niveles del sistema educativo bolivariano, no sólo para los que enseñan el castellano, pues cada asignatura tiene su vocabulario técnico y en todas se elaboran conceptos, notas, resúmenes, trabajos, entre otros, y en general, siempre se comunican en una lengua determinada, en este caso el castellano. Asimismo, los padres ocupan un lugar importantísimo en la enseñanza de sus hijos; son los encargados de hacer que se cumplan, en el hogar, los requerimientos del maestro. Por supuesto, los estudiantes (as) tienen la mayor responsabilidad sobre todo cuando son adolescentes y jóvenes; más que tenerle terror a la ortografía, deben tenerla como una parte fundamental de todo su estudio, tomar conciencia y dedicarle al menos un pequeño tiempo cada día.

A veces los educandos piensan que los ejercicios ortográficos que les indica el maestro o maestra se encuentran en algún libro, son muy simples y que con ellos no aprenden ortografía; sin embargo, que lejos están de la verdad. El ejercicio ortográfico por sencillo que sea, realizándolo con regularidad, elevará sus conocimientos ortográficos y se sentirá más preparado para la vida. No basta con conocer y aprenderse de memoria las reglas ortográficas y de puntuación, tenemos que ser capaces además de aplicarlas al escribir los vocablos sujetos a ellas, o sea, ponerlas en práctica.

En este sentido, la lectura, es un medio muy eficaz para subsanar errores en la escritura; por supuesto, no leer por leer, sino hacer una correcta lectura, que incluye en caso necesario, utilizar el diccionario para buscar significados que desconocemos. Leer para comprender, volver atrás si es necesario cuando no hemos entendido algo y tratar de fijar en la mente lo que leemos. Hay personas que dicen leer mucho y tienen errores al escribir. ¿Realmente leerán como es debido?

No es posible escribir acertadamente, lo más insignificante, cuando ignoramos algo tan importante y elemental como las reglas de ortografía. Tampoco se puede afirmar que se conoce un idioma, aunque sea lengua materna, si se desconoce su ortografía. La vida impone sus retos; si somos capaces de aprender a utilizar un ordenador, de aprender a resolver un difícil problema matemático y una compleja ecuación química y buscar soluciones científicas, a veces inimaginables, a problemas que se presentan en la vida; cabría preguntar: ¿Sería tan complejo conocer y aplicar las reglas ortográficas y de puntuación, que comenzamos a estudiar desde los primeros grados en la escuela?

El presente estudio se estructura de la siguiente manera: Capítulo I, El Problema, contiene el planteamiento del problema, su Justificación y objetivos; el Capítulo II, el Marco Teórico, refleja los antecedentes, las bases teóricas, caracterizado por temas específicos enmarcada en la temática entre ellos: la ortografía y las estrategias de enseñanza además, hace referencia a las teorías de aprendizaje significativo (Ausubel), aprendizaje por descubrimiento (Brunner), con la finalidad de explicar la adquisición de conocimientos y reglas en el ámbito de la ortografía, y por último, las bases legales.

Por otro lado el Capítulo III, aborda el Marco Metodológico a seguir según la modalidad de investigación a aplicar para obtener resultados óptimos en el estudio, cabe destacar que el estudio se fundamenta en el paradigma cuantitativo en la modalidad de proyecto factible, pues tratara de dar respuesta a una necesidad educativa. Por último se reseñan las referencias bibliográficas necesarias para lograr la investigación.

Seguidamente, el Capítulo IV está conformado por las representaciones gráficas, análisis e interpretación de los resultados derivados de la aplicación de los instrumentos elaborados así como también las conclusiones y recomendaciones planteadas por las investigadoras.

Finalmente se presentan las referencias bibliográficas y los anexos.

CAPITULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del Problema

Los primeros sistemas de la escritura a finales del IV milenio a. C., no se consideran una invención espontánea, pues se fundamentan en viejas tradiciones de sistemas simbólicos que no se pueden clasificar como escritura en sí mismas, pero que sí comparten muchas características que recuerdan sorprendentemente a aquella. Estos sistemas se pueden describir como protoescritura y utilizaban símbolos ideográficos o nemónicos que podían transmitir información, si bien estaban desprovistos de contenido lingüístico directo. Estos sistemas aparecieron al principio del período neolítico, ya en el VII milenio a. C.

En el continente americano se desarrollaron varios sistemas de escritura para las lenguas indígenas de América incluso antes de la llegada de los europeos. Aunque frecuentemente se ha dicho que estas escrituras tenían un carácter pictográfico o nemotécnico, desciframientos realizados en la segunda mitad del siglo XX han probado que varias de las escrituras precolombinas eran sistemas fonológicos completos para representar una lengua arbitrariamente a partir de su pronunciación. En especial en Mesoamérica las inscripciones epiolmecas, al parecer escritas en una lengua mixe-oqzue, fueron reelaboradas para dar lugar indirectamente a la escritura maya y a los sistemas de notación de los códices aztecas. Los primeros documentos que se escriben en castellano no se ajustan a una única norma ortográfica porque no existía, pero a partir del reinado de Alfonso X si se detecta una cierta uniformidad; ésta es quizás la escritura más fonética de la historia del idioma, porque intenta reproducir las creaciones recientes de una lengua que pugna por ocupar el lugar del latín como Lengua culta. Por ejemplo, en esta gráfica medieval tienen su lugar consonantes hoy desaparecidas: ss, que correspondería a un sonido sordo de (s) en posición intervocálica, c para un sonido (ts), que desapareció siglos después y algunos otros.

En el siglo XV Nebrija escribe su Gramática de la lengua castellana y fija en ella la primera norma ortográfica que reproduce y retoca el humanista Gonzalo Corres en el siglo XVU, estipulando que la diferencia entre b y y es sólo ortográfica pero no fonética. De acuerdo con ella, se publican y editan los textos del siglo de Oro.

Los cambios fonéticos de la lengua hablada, que se habían iniciado con el desarrollo y expansión de la lengua española por el mundo, habían concluido y esto hacia necesaria una nueva norma ortográfica que los fijara y divulgara a regiones tan extensas como alejadas por esta razón en 1741 la Real Academia Española, publica la Ortografía (en la segunda edición, de 1752: Ortografía) que permanece prácticamente en vigor hasta el siglo XX.

En el año 1959 la Academia, publica las Nuevas Normas de Prosodia y Ortografía que se distribuyen por las estaciones de radio, por las redacciones de los periódicos y se pactan con las otras academias de la lengua del continente americano, lo que garantiza su cumplimiento y asegura un único criterio para la lengua literaria impresa. Aquí reciben el mismo tratamiento las normas referidas a la escritura.

En 1999, la Real Academia Española publica la Ortografía de la lengua española, edición revisada por las diferentes academias de la Lengua. Entre otras novedades de esta edición, se encuentra la que admite no acentuar gráficamente formas verbales como “fie”, “hui”, “rials” y en sustantivos como “guión” o “Sión”. La razón es que, aunque la pronunciación parezca indicar hiato, en realidad se trata de diptongos o triptongos y, por tanto, responden a la norma general acerca de la acentuación de los monosílabos. La observación no excluye mantener las reglas, de ortografía anterior a éstas, si quien escribe nítidamente, el hiato y, en consecuencia. Si bien la correspondencia entre grafía y lenguaje hablado es predecible a partir de la escritura, es decir, un hablante competente es capaz de determinar inequívocamente la pronunciación estimada correcta para casi cualquier texto, no sucede así a la inversa existiendo numerosas letras que representan gráficamente fonemas idénticos y que arroja como resultado que los y las estudiantes incurran en frecuentes faltas ortográficas en nuestro idioma castellano.

En este sentido, según La Real Academia Española (1999) la ortografía es la parte de la gramática

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