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¿Qué pasaría si...? cuento


Enviado por   •  1 de Mayo de 2022  •  Trabajos  •  3.301 Palabras (14 Páginas)  •  95 Visitas

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¿Qué pasaría si…?

Era un día muy nublado por la mañana donde después de una tormenta nocturna los rayos del sol destellaban en momentos escasos sobre las gotas de luvia que aun adornaban el pasto, las hojas de los árboles y las plantas del jardín; en la calle y en el patio se desprendía ese aroma relajante a tierra mojada; las nubes de lluvia, que se iban alejando aun cubrían las montañas pero dejando al descubierto el azul luminoso del cielo y en las ramas de los árboles y sobre los cables de la luz los pájaros cantaban sus legres canciones.

-*suspiro* No hay nada mejor-

Pensaba Margarita desde la comodidad de su cama donde a través de su ventana abierta admiraba el paisaje mientras sostenía con ambas manos un jarro de café, dándole sorbos a momentos mientras que el calor de este mantenía sus palmas y dedos calientes. Aún era temprano y no había nada que pudiera arruinar ese momento de relajación para sí misma.

Mientras Margarita observaba el movimiento de las nubes y el baile de los árboles con el viento, algo le hiso volver a su realidad, era su canción favorita la que escuchaba muy tenuemente. Ella giro levemente su cabeza hacia la izquierda, donde, envuelto entre sus sabanas estaba Jeremy quien le avisaba el inicio de sus clases.

La relación Maremy ha tenido cuatro meses de convivencia extrema, a pesar de que antes solo eran momentos escasos en los que ambos convivían, sin embargo, la situación ameritaba la continua convivencia, después de todo, Jeremy le avisaba sobre todo a Margarita y la mantenía informada en todo momento. Pero, en fin, que se podía esperar del cuarto equipo de teléfono, el celular que más tiempo le había durado hasta ahora con un récord personal de un año.

- ¡Genial!!!!- exclamaba Margarita con alegría mientras veía las notificaciones en pantalla, al parecer la sesión que tenía programada para dentro de dos horas se había cancelado por una conferencia que tenía su profesor.

Mientras ella intentaba ponerse cómoda para retomar su tiempo de relajación matutina, a lo lejos ella escucho una voz femenina que en voz tranquila y dulce daba un anuncio:

- Ciudadanos de Centéotl, se les recuerda que deben permanecer en casa, lavarse las manos constantemente, usar cubrebocas en caso de salir, cuidar su sana distancia, recuerde, su salud es primero, ¡el vencer esta pandemia solo depende de usted! –

Al escuchar este anuncio, parecía como si las nubes cambiaran de parecer y volvieran a opacar el cielo azul que hace unos momentos estaba reluciendo, ahora las gotas de lluvia no brillaban con el sol, más bien, parecían lágrimas que la naturaleza emanaba, el amiente se tornaba gris, y ahora, a Margarita ya no le parecía tan bonito el día, aquellos barandales que resguardaban sus ventanas, aquellas protecciones que hace un momento su mente filtraba por completo para apreciar el pasaje, en esos instantes le parecían barrotes de una prisión.

Margarita estaba aterrada, no sabía qué hacer, sentía como si su mundo fuera cubico, una habitación sin salida, frustrada, se escondió de nuevo entre las cobijas de su cama, mientras ella sentía como una obscuridad la envolvía hasta quedar en absoluta soledad. De repente de esa absurdidad una luz le hablo:

-Margarita, Margarita, ¿que tienes mi’ ja-

Era su abuelita, quien momentos antes había entrado a la habitación de Margarita para avisarle que el desayuno estaba listo, y en lugar de verla despierta a esa hora, como era costumbre, la vio en su cama envuelta en las sabanas temblando, fue así, como su abuelita dulcemente le habló para tranquilizarla pues la señora Isabel, una mujer de no más de sesenta años, alegre y parlanchina junto a su esposo Agustín, un señor alegre y trabajador, cuidaban de ella y procuraban el bienestar de su nieta.

Margarita en cuanto escucho la voz de su abuela, lentamente descubrió su cara de entre las sabanas, y mirando fijamente a Isabel ella le dijo con voz tímida:

-Abuelita, ¿cuánto es que estamos en cuarentena?, se me está haciendo una eternidad.

A lo que Isabel le contesta:

-Mi niña, solo han sido cuatro meses aproximadamente, pero no tienes por qué frustrarte…-

-pero abue, extraño salir a la ciudad y al pueblo, extraño ver la cara completa de las personas, poder dar abrazos a mis amigos y besar las mejillas de mis amigas-

-pero mi niña, si a ti no te gustaba nada de eso, no te gusta salir, ni salir con amigos, ¿Por qué tan repentino este sentimiento? Si a ti te gusta más este ambiente de tranquilidad, no por nada tu habitación tiene una vista hacia el monte-

En ese instante Margarita hizo una sonrisa chueca, alzo las cejas y miro hacia su abuela soltando un inocente “ups”, dándole la razón a su abuela, pero excusándose con:

-Bueno… recuerdas que hay un dicho que dice, “nadie valora lo que tiene hasta que lo ve perdido”? -.

- Si-

-Bueno pues, es mucho tiempo para estar encerrada, y si yo estoy así, no puedo imaginarme como se sientes las personas cuyos hábitos eran salir constantemente-

-Mira mi’ ja, sé que es difícil, pero todo es por nuestro bienestar y por nuestra salud, es prevención, las personas deben de comprender que, si no toman las medidas de seguridad adecuadas, pueden afectarse a sí mismos y dañar a terceros por su terquedad, como los necios de los vecinos, con sus múltiples pachangas, y salidas, ves que tienen pata de perro y suerte de perro hasta ahora – Trataba Isabel de alegrar un poco a su nieta. – Pero mi florecilla, si vuelves a tener ese tipo de sentimiento, ve las cosas como lo que pueden llegar a ser y pregúntate, ¿qué pasaría si…?, eso sí, siempre se positiva, si eres positiva, lo positivo vendrá a tu vida.

En ese momento, Margarita se quedó pensando en lo que su abuela le acababa de decir, reflexionando en esa frase, “ve las cosas como lo que pueden llegar a ser, y pregúntate, ¿qué pasaría si…?,”, en eso, Margarita le dio la razón, y cuando estaba a punto de contestarle a su abuela. Agustín, su abuelito la interrumpe tocando en la puerta que estaba abierta y diciendo con voz apenada, en tono de broma:

-Viejinas, sé que están en un momento de telenovela, pero… mis tripitas ya se están comiendo una a la otra…, ¿ya podemos desayunar? –

Isabela y Margarita, que lo estaban viendo fijamente, no pudieron soportar la risa, y mientras reían juntos, se dirigían a la cocina donde les esperaban tres platones de chilaquiles con queso doble crema

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