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Relato De Dorian Gray


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2013  •  1.190 Palabras (5 Páginas)  •  336 Visitas

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Aquí se cuenta la historia de un tigre que se crio y educo entre los hombres, y que se llamaba Juan Darién. Asistió cuatro años a la escuela, a principios de otoño la viruela visito su pueblo y mato a muchas personas.

En la Selva había muchos animales feroces al caer la noche y al amanecer. Y la pobre mujer, continuaba sentada, alcanzo a ver en la obscuridad una cosa chiquita y vacilante que entraba por la puerta, como un gatito que apenas tenía fuerzas para caminar. La mujer se agacho y levanto con sus manos a un tigrecito de pocos días, pues aun tenía los ojos cerrados. Y cuando el mísero cachorro sintió el contacto de las manos, runruneo de contento, porque ya no estaba solo.

El cachorro estaba salvado, y la madre había hallado un inmenso consuelo, El cachorro, suave y cariñoso –pues jugaba con ella sobre su pecho- era ahora su propio hijo.

Desde este momento tu hijo tiene forma humana; nunca lo reconocerán. Forma su corazón, enséñale a ser bueno como tú, el no sabrá jamás que no es hombre, La madre creyó a la serpiente que le dijo todo eso, en todas las religiones de los hombres las serpientes conoce el misterio de las vidas que pueblan los mundos, Cuando salió, la mujer abrió, temblando, el rebozo bajo el cual ocultaba al tigrecito sobre su seno, y en su lugar vio a un niño que dormía tranquilo.

Paso el tiempo. El nuevo niño necesitaba un nombre: se le puso Juan Darién. Juan Darién era, efectivamente, digno de ser querido: noble, bueno y generoso como nadie, Cuando la criatura iba a cumplir 10 años su madre murió. Juan Darién sufrió lo que no es decible, hasta que el tiempo apaciguo su pena. Pero fue en adelante un muchacho triste, que solo deseaba instruirse.

A Juan Darién no se le amaba en el pueblo, la salva no gustaba de los muchachos demasiado generosos y que estudiaban con toda el alma.

Comenzaba el crepúsculo, y por la ventana se veía cerca la selva ya lóbrega.

Más las voces fueron corriendo de boca en boca, y Juan Darién comenzó a sufrir sus efectos, y los muchachos, sus condiscípulos a quienes más quería, y las mismas personas viejas, gritaban: -¡Es un tigre! ¡Juan Darién nos va a devorar! ¡Muera Juan Darién!

En un segundo arrancaron toda la ropa a Juan Darién lo arrojaron dentro de una jaula para fieras, -¡Suelten los perros, pronto! –Grito el domador- , El domador hizo esto porque los perros reconocen siempre el olor del tigre; y en cuento olfatearan a Juan Darién sin ropa, lo harían pedazos, Pelo los perros no vieron otra cosa en Juan Darién que el muchacho bueno que quería hasta a los mismos animales dañinos. Y movían apacibles la cola al olerlo, La prueba no había dado resultado.

Durante un rato prosiguió el atroz suplico, y no deseo que los niños que me oyen vean martirizar de este modo a ser alguno, Lo sacaron de la jaula, Juan Darién cayo del todo. Y su cruel destino quiso que una mujer que estaba parada a la puerta de su casa sosteniendo en los brazos una inocente criatura, interpretara mal ese ademan de su suplica.

Y ente las estrellas fijas y las ruedas gigantes de todos colores, se vio allá arriba a Juan Darién sacrificado, La atroz obra de crueldad se había cumplido; habían conseguido lo que querían, Las luces de bengala se iban también apagando, Las gentes lo arrastraron hasta la linde del bosque, abandonándolo por allí para que los chacales devoraran su cadáver y su corazón de fiera.

Había conservado su forma recién perdida tres cosas: El recuerdo vivo del pasado, La habilidad de sus manos, que manejaba como un hombre y el lenguaje.

Cuando de se sintió por fin curado, El Tigre no movió una sola ramita, Al pie de las inmensas

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