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Romanticismo


Enviado por   •  12 de Junio de 2015  •  2.285 Palabras (10 Páginas)  •  148 Visitas

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1. ROMANTICISMO

1.1. Antecedentes

Desde Inglaterra, a mediados del siglo XVIII nos llega la noticia de que algunos autores empiezan a dar prioridad a la imaginación, se van dejando impregnar por la melancolía y comienzan a echar la vista atrás en busca del pasado a través de la poesía primitiva popular. Se trata de poetas como Edward Young o Thomas Gray.

No obstante, la verdadera eclosión de lo que será el movimiento romántico en toda Europa se dará en Alemania a través del llamado movimiento “Sturm und Drang”, que viene a significar algo así como “tormenta e impulso”. Autores como Schiller o Goethe, bebiendo las influencias de filósofos como Kant, Herder o Schopenhauer, abrirán las puertas del Romanticismo europeo, cuyas principales características enumeramos a continuación.

1.2. Características generales del Romanticismo. Temas principales.

El escritor romántico es un ser decepcionado por definición. No le gusta el mundo en el que vive y busca en su literatura una forma de evasión. De ahí la importancia de la vuelta al pasado o de la búsqueda de paisajes y lugares exóticos en los que desarrollar sus obras.

Con la mirada hacia atrás, el escritor romántico fija su mirada en épocas anteriores, como la Edad Media o el Barroco y, de igual modo, rescata literatura del olvido, literatura popular, primitiva, que al poeta romántico le parece impregnada de pureza y sentimiento. En Europa se vuelve la vista hacia el Siglo de Oro español, les gusta el teatro desarreglado y rebelde de Lope o el ímpetu de Calderón. En España es el momento en el que se desentierra del olvido el romancero o la obra más importante de nuestra literatura: El Quijote. Los ideales que Cervantes dejó correr en sus páginas casi doscientos años atrás vuelven al primer plano con los autores románticos.

La naturaleza es fundamental en el Romanticismo. El escritor trata de adecuar su estado de ánimo al paisaje. Si el autor se muestra triste, aparecerán escenarios tristes, otoñales, fríos, oscuros, tétricos, turbulentos, sean sea preciso en cada ocasión. Este influjo del interior del escritor hace que este periodo este marcado por una total subjetividad. Desde el punto de vista romántico, no importa cómo es el mundo, sino más bien cómo cree el escritor que es el mundo. Todo está sujeto a la valoración personal de quien escribe. Hay, por tanto, una exaltación fundamental del individuo. Hay tantos mundos como seres; no puede haber dos visiones iguales.

Desde tales puntos de vista subjetivos se creará una visión parcial, pero muy contundente, de la historia. Interesa conocer el pasado, de dónde venimos, los orígenes de nuestros pueblos. Por eso el romántico es un ser nacionalista que considera a su pueblo como parte de él mismo y por eso cobra interés la novela histórica: vuelven la vista al pasado porque el presente no les gusta y además le intentan buscar una explicación.

Y como no podía ser de otra manera, toda esta literatura se realiza bajo la búsqueda total de la originalidad expresiva y el desprecio consciente por toda regla. Se mezclan los géneros literarios, se revisan las formas métricas, se da importancia al sentimiento y se deja un tanto de lado la forma, es decir, interesa más lo que se dice que cómo se dice.

En definitiva, el escritor romántico es un pesimista, se deja llevar por la pasión, envuelve con ella a la naturaleza, le gusta evadirse al pasado y a lo exótico, fruto del descontento con el presente y no sigue normas, es un ser libre y como tal expresa sus sentimientos, desde dentro de sí mismo.

1.3. El Romanticismo español.

Pese a que el movimiento romántico entra en España de forma muy tardía, se pueden rastrear algunos rasgos prerrománticos en autores como José de Cadalso, a través de su temática sepulcral y nocturna de, por ejemplo, Noches lúgubres, o a través de Cienfuegos, considerado como el precursor de la melancolía romántica. En nuestro país el Romanticismo va tomando forma lentamente mediante la traducción de las obras europeas, comentadas en las diversas tertulias y en las cuales se generan las polémicas necesarias para que el movimiento resulte atractivo a nuestros escritores. De igual modo, la labor de los periódicos es importante, porque las ideas románticas se difunden en sus páginas en los diversos artículos de los escritores. Será, finalmente, el regreso de la burguesía ilustrada, hacia 1833, lo que consolide definitivamente el Romanticismo en nuestra tierra.

Podemos hablar, pues, de tres etapas en el Romanticismo español:

• Desde comienzos de siglo hasta 1833, donde predominan las traducciones europeas y los primeros retazos en obras de escritores españoles.

• De 1833 a 1844, punto álgido, donde se publicarán las principales obras de este movimiento en España.

• A partir de 1844, fecha desde la cual comienza la decadencia.

Los temas que los autores hispanos preferirán no difieren demasiado de los que seguían sus homólogos europeos: Estarán interesados por la historia, en especial la de España, y la época favorita será la Edad Media. Así mismo, los sentimientos de todo tipo se hacen presentes en todas los textos: El amor, desatado, furioso, violento; la religión, vista desde un prisma individual, más como un sentimiento que como una mera creencia; la vida, sinónimo de lucha y de malestar; y la muerte, vista y sentida como liberación.

En cuanto a las técnicas, cabe destacar el uso de los personajes arquetípicos, poco modelados; la aparición de la fantasía, la imaginación, que provoca el alejamiento de la estrechez de la realidad. De igual modo se cuidan los fondos escenográficos. Como vimos, la naturaleza está acorde con el sentir del escritor y se enturbia o se alegra dependiendo del sentimiento de aquel.

1.4. La prosa romántica. Larra.

Mariano José de Larra nació en Madrid en 1809. Al ser hijo de un médico militar afrancesado, vive en Francia hasta los nueve años, después regresa con su familia a Madrid.

Su vida amorosa fue un fracaso, al igual que su pretendida vida política. Se dice de él que tenía mal carácter, cosa que seguramente se reflejaba en la acritud con la que a veces escribe su obra. Sus constantes vaivenes en cuestiones del corazón le llevan al suicidio en 1837, con tan sólo veintiocho años.

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