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Romanticismo

xfrox27 de Abril de 2015

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El Romanticismo

Entre 1820 y 1830, tras las guerras de la independencia, rotas las estructuras coloniales y con la Argentina en un proceso anárquico, tratando de organizar el país, unitarios y federales luchan por el poder. Mientras unos quieren un poder centralizado y hegemónico, los otros pretenden asegurar las autonomías provinciales y con esto la gobernabilidad y el crecimiento de sus economías.

Ambos, desde distintas posiciones, buscan crear las condiciones para la unidad nacional, sin poder lograrlo. En este conflictivo marco se impone en Buenos Aires Juan Manuel de Rosas a quien una "Junta de Representantes" confiere en 1829 "facultades extraordinarias". El objetivo es pacificar. En los hechos, sus atribuciones van más allá de su provincia y tienen alcance nacional.

Con este marco de fondo, en el plano cultural, se desarrollará una literatura de hondo contenido nacional que, a partir de la revalorización de los ideales de Mayo y el proceso de la independencia, se enfrentará al poder ejercido dictatorialmente. Es la literatura del romanticismo.

¿QUÉ ES ROMANTICISMO?

Inestabilidad social, guerras civiles, ideas irreconcilia¬bles acerca de cómo organizar el país... En Argentina y en toda Hispanoamérica se produjeron hacia la misma época, grandes tensiones sociales en busca de un orden más justo que garantizara la construcción de las nacionalida¬des. La anarquía primero y tras ella la irrupción de los caudillos fueron el resultado de la ruptura de las estruc¬turas coloniales después de las guerras de la independen¬cia. Había un clima de efervescencia y búsqueda de un nuevo orden. En ese marco histórico y, principalmente, en el período que transcurre entre 1830 y 1860, se desarrolló el Romanticismo en América, aunque sus pos¬tulados siguieron vigentes durante algunas décadas más en la literatura gauchesca.

El Romanticismo fue un intenso movimiento cultural que abarcó las artes plásticas, la literatura, la música, la política. Su cosmovisión fue sentimental, es decir, tenía como centro el sentimiento y la emoción por sobre la razón. Se originó en Alemania a fines del siglo XVIII, se expandió por el resto de Europa y extendió su influencia a América.

Tanto en Argentina como en el resto de Hispanoamérica, este movimiento se adhirió intensamente a una de las corrientes del Romanticismo europeo: la social. La otra corriente, la del Romanticismo sentimental, se manifestó entre 1860 y 1890, cuando el país ya se había organizado políticamente. Dos novelas ejemplifican cada una de ellas: Amalia, de José Mármol y María de Jorge Isaac, respectivamente. Pero en sus comienzos, la realidad americana no permitió a los románticos abandonarse a la contemplación egocéntrica; por el contrario, les exigió dar una respuesta a las necesidades colectivas.

En lo literario, los románticos buscaron la originalidad a través de una literatura nacional con rasgos propios, diferentes de los europeos. Por eso, la naturaleza se vuelve protagonista.

"Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripción de las grandiosas escenas naturales."

Sarmiento, Facundo

Además de los temas, intentaron renovar el lenguaje. Plantearon la necesidad de una lengua nacional, liberada de las convenciones de la Real Academia Española y más ligada a las expresiones regionales y coloquiales. Dijo Sarmiento: "El idioma de América deberá ser suyo, propio, con su modo de ser característico y sus formas e imágenes tomadas de las virginales, sublimes y gigantescas que su naturaleza, sus revoluciones y su historia indígena le presentan."

El Romanticismo en Argentina se dividió para su estudio, en dos períodos:

Primer período romántico: manifestaciones que se dan entre 1830 y 1860.

Segundo período romántico: que abarca el lapso entre 1860 y 1880.

El Romanticismo en Argentina estuvo más influenciado por Francia que por España, especialmente en los escritores de la zona de la costa atlántica.

El nacimiento de la Literatura Argentina. Los inicios del siglo están marcados, en las Provin¬cias Unidas, por la Revolución de Mayo y por la declaración de la Independencia. Pero estos aconte¬cimientos no dan paz al país. Los años siguientes se desarrollan entre las guerras por la independencia y numerosos enfrentamientos internos que se resumen en una oposición que marcará la historia: la oposición entre unitarios y federales.

En medio de esta situación, surge la controvertida figura de Juan Manuel de Rosas, el Restaura¬dor, cuyo poder se hará notar en todas partes y de todas las formas conocidas. Este es el panorama en el cual nace una literatura tendiente a dar cuenta de esas contiendas internas que desangran al país, una literatura crítica que gira en torno a la imagen de Rosas. Quienes la inauguran son Esteban Eche¬verría y Domingo Faustino Sarmiento, autores en cuyos textos literarios comienza a perfilarse la identidad nacional como una lucha permanente de opuestos.

La primera literatura nacional. Estudiar la literatura romántica argentina tiene una significa¬ción especial, ya que, para muchos autores y crí¬ticos posteriores, se trata de la primera literatu¬ra genuinamente argentina, surgida precisamen¬te en el momento que, transcurridas algunas dé¬cadas desde la declaración de la Independencia., el país comenzó a definirse como tal. En consecuen¬cia, es imposible estudiar la literatura argentina de ese momento sin realizar, al mismo tiempo, un análisis del contexto histórico en el que tuvo lu¬gar, ya que la principal intención de esa litera¬tura fue expresar ese contexto.

Ambos textos tratan el enfrentamiento entre "'civilización y barbarie", ambos denuncian

y critican con igual pasión la situación socio política de la época y proponen los cambios necesa¬rios para la concreción del país que sueñan. Plantean, en definitiva, la causa de los males de la ar¬gentinidad y así están definiendo el "ser argentino" en sus dos versiones antagónicas: los que ejercen el poder y los sojuzgados, los que persiguen sólo intereses personales y los que luchan por altos idea¬les sociales, los que oprimen y los que defienden la libertad.

Buenos Aires vs. las provincias. Entre 1820 y 1830, la Argentina estaba independizada, pero disgregada y enfrentando estallidos de guerra civil. La inestabilidad política era el resultado de las posturas encontradas entre el interior y Buenos Aires, y su permanente mediación de fuerzas.

Las provincias, lideradas por caudillos que buscaban una organización federal de la Nación, se oponían a las pretensiones de Buenos Aires de ejercer un poder centralizado y hegemónico, ba¬sado en la supremacía económica y estratégica que le daba al puerto. Esta etapa se caracterizó por la sucesión de períodos en los que existía un gobierno nacional y otros en los que las provin¬cias se declaraban autónomas. Federales y unita¬rios chocaban, en congresos y batallas, tratan¬do de imponer sus ideas acerca de un gobierno nacional unificado. Entre los primeros, se desta¬caron Juan Manuel de Rosas, hacendado bonae¬rense, y Facundo Quiroga, caudillo riojano que llegó a tener un poder militar y político muy im¬portante en el interior.

Facundo Quiroga Juan Manuel de Rosas

Esteban Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento son autores inaugurales de la litera¬tura argentina. El escritor y crítico Ricardo Pi¬glia señala que la narrativa argentina comienza con estos autores y con sus obras El matadero y Facundo, las cuales cuentan una misma historia de violencia y luchas de poder desde perspectivas diferentes.

En 1826, se promulgó una Constitución de marcado tinte unitario, que fue rechazada por par¬te de las provincias. El país vivía una situación crítica por la imposibilidad de lograr la organiza¬ción nacional y por los problemas económicos y de política exterior (la guerra con el Brasil por la Banda Oriental). El gobierno nacional no existía, y la capacidad para manejar las relaciones exte¬riores recayó en Buenos Aires, a cargo del federal Manuel Dorrego.

La guerra civil. La paz con el Brasil, firmada en 1828, originó un levantamiento unitario co¬mandado por el general Juan Lavalle, quien asesinó a Dorrego. Las provincias consideraron esta muer¬te una traición y decidieron enfrentarse al poder unitario. Así se inició la guerra civil. Lavalle se unió a José María Paz quien luchaba contra los caudillos; mientras, en Buenos Aires, el poder de Ro¬sas crecía y comenzaba el estilo de los unitarios.

En 1829, la Junta de Representantes eligió a Rosas gobernador de la provincia y le dio facultades extraordinarias para enfrentar los conflictos internos. La escena política nuevamente planteaba un cambio: Buenos Aires, gobernada por un poderoso caudillo federal que contaba con el apoyo incondi¬cional

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