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San Judas Tadeo


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2013  •  509 Palabras (3 Páginas)  •  364 Visitas

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Es una mañana fría del 28 de octubre; pero hoy no es como cualquier día, se celebra la fiesta de San Judas, el santo de todas las causas perdidas, y de los olvidados.

Los olvidados, esa gran parte de la sociedad que nadie voltea a ver, aquéllos que son temidos y respetados a la vez, se reúnen en la Iglesia de San Hipólito para olvidar por un momento los pecados cometidos y buscar el perdón, aferrarse a lo único que les queda, su fe.

El lugar comienza a abarrotarse desde muy temprano, policías colocan vallas de seguridad para protegerlos y los automóviles son desviados de su ruta habitual.

Se observa llegar familias enteras, niños vestidos como San Judas, ancianos cargando estampas y figuras, mujeres y hombres repartiendo café de olla, tortas y sándwiches sin pedir dinero ni recibir nada a cambio, pues según ellos tan sólo se encuentran cumpliendo una manda ¡Esa fue mi manda, hice un pacto con mi patrón!, mencionan gustosos.

En el lugar lo que más predominan son los jóvenes, adolescentes de entre 15 y 24 años, que visten de manera particular: playeras ajustadas, pantalones entubados, camisetas con estampados del santo en cuestión, gorras, cabellos rubios y relamidos.

Aquéllos jóvenes que buscan en la religión la identidad y aceptación que no consiguen dentro de la sociedad actual, que por falta de recursos y educación fueron marginados; algunos de ellos tratan de ganarse la vida honradamente dentro de las posibilidades que les ofrece la vida, otros buscan sobrevivir a través del dinero sucio, del dinero mal habido y que por esa razón buscan el perdón y la tranquilidad de sus almas.

De lugares lejanos unos prefieren llegar desde días antes para conseguir la anhelada bendición del padre de la Iglesia, otros prefieren pasar la noche ahí desde un día antes sin importarles el frio de la temporada.

Mientras esperan entrar en la iglesia y escuchar el sermón del sacerdote, cantan, “perrean”, se vende las llamadas “monas” a tan sólo 5 pesos, juegan, platican con los que van llegando y cuentan con devoción sus peticiones al santo.

-¡Me rescató de un secuestro exprés hace un año, tan solo me cortaron dos dedos de la manos, pero gracias a mi patrón San Juditas sigo con vida!,- Menciona una mujer con un santo de proporciones mayores.

- Yo estoy pagando la manda que tengo con mi santito, regalando escapularios, gracias a él salí de la cárcel; estuve dos años y medio. Afortunadamente ya estoy con mi familia y con mis hijos- Agrega un hombre a lo lejos que se encuentra regalando collares y relicarios a cualquiera que se le acerque.

Este grupo de devotos buscan hacernos recordar que no importa cuánto los ignoremos o cuánto les temamos, ellos siempre estarán ahí, año con año celebrando a su santo el de las causas perdidas.

Nuevamente estarán en la iglesia de San Hipólito, rezando, cumpliendo sus mandas, regalando objetos y comida. Aunque muchos se encuentren ahí por el simple hecho de sentirse pertenecientes a un grupo, sentirse identificados y tener una “familia” entre ellos, en algún momento les haya sido arrebatado.

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