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Velero de luces


Enviado por   •  24 de Enero de 2016  •  Apuntes  •  1.401 Palabras (6 Páginas)  •  310 Visitas

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Velero de luces

Se escucha que hablan del otro lado de la habitación, es mi madre, la felicidad tan infinita, tan indescriptible desde la navegación en aquel velero se esfuma, siento miedo, siento tristeza, siento que debo tirarme al suelo y gritar, siento que debo dormir mil años para despertar y creer que lo que es verdad no es verdad, quiero desaparecer, pero de repente imagino el mar, imagino las olas, te imagino cantándome “Here Comes The Sun” de The Beatles, siento paz a pesar de lo que estoy a punto de escuchar.

A lo lejos puedo escuchar que mi madre, está llorando.

-Lo siento tanto Marian, yo hablaré con él, tienes todo mi apoyo-

Escucho el sonido del teléfono al colgar, sigue llorando, puedo oír los pasos que se acercan a mi habitación, sin darme cuenta ya estoy llorando, suena el rechinado del primer escalón de madera de las escaleras que se dirigen hacia el pasillo, el segundo, el tercero…me repito a mi mismo “Sabias que esto pasaría” “Mantén cordura Dylan” “Mantenla, mantenla mantenla ¡MANTENLA!” miles de flashbacks invadían mi cabeza, miles de recuerdos que puedo ver en mi mente, miles de risas, miles de cosas que ya nunca volverán a pasar; pero sin embargo pasa más lento el más puro de todos, el último…

Era una fresca madrugada, me parece que eran las 5:45 am, me levanté, me di una ducha, preparé mi maleta y bajé a desayunar, sentí tanto sueño, pero enseguida me vino la emoción en el estomago, ya quería verte.

-¡Dylan te preparé cereal, hay jugo y un  emparedado, en la alacena está uno para Bastian, mándale saludos de mi parte, y también a su madre!-

-¡Sí mamá yo me encargo!- Escuche la bocina del auto de tu madre, mi madre seguía en bata, saliste del auto y caminaste hacia el pórtico de la casa, Marian le mando un saludo a mi mamá mientras me ayudaba a meter mi maleta en la cajuela.

Te abrace y te di un golpecito en el hombro, como acostumbramos.

-Hey, mi mamá te hizo un emparedado-

-Gracias ¿crees que podamos ver algún delfín?-

-Lo más probable es que si, no lo sé, creo que deberíamos subir al au…-

-Dylan- interrumpiste -¿Cómo estás?-

-Bien, ayer fui a la convención de comics, me aburrió un poco pero…-

-Con respecto a lo que está sucediendo.- trague saliva -Con lo de mi enfermedad, sé que no es apto que te lo pregunte, pero ayer me puse a pensar en que quizá debería saber cómo te afectaba, se que suena bastante cursi, pero me importas demasiado y quiero saber cómo lo tomas, como lo tomarás. Me moriré, es obvio, pero déjame saber que estarás bien. –

Me sentí en una clase de examen oral que nos hacía la profesora de física, así de incomodo fue.  Escucharte decir “me moriré” destrozó un jarrón rosado en mi alma. Tome  valor y simplemente dije:

-Tengo 15 años, lo estoy tomando con claridad y madurez.-

Te echaste a reír.

- ¿Tu hablando de madurez? suena como un alíen sintiéndose inferior a un humano- Sin duda me dolió, y había mentido, no paraba de pensar que en cualquier momento pasaría, me dolía todo acerca de tu leucemia, cada letra del nombre que le daban a la enfermedad me dolía, me dolía tener la necesidad de tener un calendario para saber cuánto tiempo te quedaba. Mi mejor amigo, a mi hermano del alma, y luego de tachar los días que faltaban para que eso pasara, al final del día me sentía culpable y quemaba el calendario, pero a la mañana siguiente lo encontraba intacto en la pared de mi cuarto, yo me imaginaba quemando el calendario, pero una parte de mi no me dejaba, no podía parar la cólera que se me formaba por tu enfermedad o porque yo no quiera aceptar la realidad.

Todo transcurrió bien en el camino, reímos y cantamos nuestras canciones preferidas en el auto, con tu madre oyéndonos, supuse que tendría la necesidad de estrellar el auto para ya no escuchar nuestras voces cantar al ritmo de los Red Hot Chili Peppers, imaginarlo me causaba risa, nos quedamos dormidos hasta que sentimos que el auto ya no avanzaba, ya estábamos en el muelle, sentí un montón de termitas devorándose mis intestinos como si fueran madera, y supe porque lo hacían, era mi emoción revuelta con el miedo que le tengo al mar, pero estabas ahí, a un lado mío mensajeandote posiblemente con Max, ese chico me desagradaba tanto, lo admito, me ponía celoso el hecho de que pasaras tiempo con él en estos días tan duros en tan solo un mes de conocerlo.

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