Mascunilidad Hegemonica

La masculinidad hegemónica es la raíz del machismo dentro de una sociedad. Este tipo de masculinidad ha sentado las bases de las creencias acerca de cómo un varón debe actuar no solamente hacia los ojos de la sociedad, sino también dentro de su hogar y hacia su persona. Se ha enseñado a los hombres a no quejarse, a no mostrarse vulnerables porque eso significa debilidad, a no demostrar sus sentimientos en especial la ternura, a no pedir ayuda, a ser siempre activos y no mostrar su desconocimiento. Todas estas ideas han llevado a que el hombre sea visto con cierta superioridad ante las mujeres debido a la fuerza, madures y seriedad que reflejan sus acciones, contrarias a las que se esperan de una mujer. Como lo menciona la autora Luciana Guerra, la masculinidad hegemónica lleva a una marcada diferenciación entre hombres y mujeres en los planos sexuales, laborales, roles familiares e incluso en ámbitos más pequeños pero más significativos. Un claro ejemplo de lo anterior es como un hombre, aun estando a solas, no se permite a si mismo sentir debilidad o miedo, por el orgullo de mantener su postura. Se espera del varón que sea el que manda, el que dirige, toma las decisiones, el jefe de familia que provee económicamente y protege, aquel que logra el éxito entendido como riqueza y poder. Esta concepción excluye no solamente a las mujeres sino a los varones que no se corresponden con éstos estándares.

Para la sociedad la eficiencia del varón se identifica exclusivamente con el rendimiento productivo, laboral, económico, profesional o bélico, sin tener en cuenta sus reales necesidades tanto emocionales. Los varones son compelidos a tener una vida sexual frecuente y a estar siempre disponibles, como si más fuera sinónimo de mejor. No mencionado en el material proporcionado pero de suma importancia es como esta actitud machista se está adquiriendo por las mujeres. Podemos encontrar como en muchos hogares, centros de trabajo, comunidades o grupos sociales, las mujeres son las que adquieren el papel de enseñarles a los más pequeños como es que un varón o una hembra deben de actuar. Esto lleva un grado más de preocupación cuando se les restringe a las niñas realizar actividades o tener actitudes de líder porque ese es el rol de un varón. Y cuando no se le permite a un niño desarrollar un lado femenino por temor a que sea juzgado o simplemente porque no es de “buen ver”. Al momento que una mujer adquiere una actitud machista no solamente le está haciendo daño a sí misma, si no que apoya el marcar la diferencia esperada entre ambos sexos.

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