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Cultura Hegemonica

khaiszer28 de Junio de 2015

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Impacto de la cultura hegemonica

Se denomina hegemonía al dominio de una entidad sobre otras de igual tipo. Se puede aplicar a diversas situaciones con el mismo significado: un bloque de naciones puede tener hegemonía gracias a su mayor potencial económico, militar o político, y ejerce esa hegemonía sobre otras poblaciones, aunque estas no la deseen. Por «hegemonía mundial» se entiende el dominio del mundo por parte de una sola nación o un grupo de naciones.

«Hegemonía historiográfica» es una expresión aplicada por Gayatri Spivak.

«Hegémono» fue llamado Poncio Pilato en "El maestro y Margarita", de Mijaíl Bulgákov.

Desde un aspecto social, se entiende como «hegemonía cultural» – según se lee en la obra de Antonio Gramsci - la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una persona o un grupo para la persuasión de otro u otros sometidos, minoritarios o ambas cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías, que configuran y sostienen el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de homogeneidad en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de las producciones y las publicaciones culturales.

Etimología

El término hegemonía deriva del griego ἡγεμονία hēgemonía ('dirección, primer puesto, preferencia, mando, jefatura') del verbo ἡγεμονεύειν hēgemoneúein que significa 'guiar, preceder, conducir' y de la cual derivan los significados «estar al frente», «comandar» y «Gobernar».

Por ἡγεμονία se entendía en griego antiguo la dirección suprema del ejército. Se trata, pues, de un término militar. El hēgemṓn era el conductor, el guía y también el comandante del ejército. En el tiempo de la guerra del Peloponeso, se habló de la ciudad hegemónica a propósito de cada una de las ciudades que dirigían la alianzas de las facciones contendientes: Atenas y Esparta.

Hegemonía cultural Artículo principal: Hegemonía cultural

Según Gramsci, la hegemonía existe cuando la clase dominante no sólo es capaz de obligar a una clase social subordinada o minoritaria a que satisfaga sus intereses, renunciando a su identidad y a su cultura grupal, sino que también la primera ejerce control total en las formas de relación y producción de la segunda y el resto de la sociedad.

Se puede matizar este argumento señalando que el autor expresa que este proceso no posee un carácter explícito, sino que más bien se da de manera sutil. En ese sentido, la clase social subordinada o minoritaria adopta las concepciones de la clase dominante y las incorpora a su repertorio ideológico, hecho ligado a lo que comúnmente se denomina «sentido común».

Papel de las entidades culturales

Actualmente, la hegemonía se consigue a través del control de los agentes culturales, entre los cuales destacan por su impacto social los medios de comunicación de masas. Ejemplo de ello es lo que se explica a través de la teoría del imperialismo cultural, siendo de especial interés el imperialismo de la industria cinematográfica estadounidense, y se da a entender que la tendencia actual en cuanto a hegemonización se centra en la exposición de modelos de pensamiento y conducta propios de la sociedad estadounidense para que otras sociedades adopten esos mismos modelos (fenómeno conocido como proceso definido en la teoría de la reproducción).

Por otro lado, también existen otros agentes socializadores que se están utilizando desde las entidades de poder como herramientas de hegemonización del statu quo, tales como la religión, la educación (mediante el establecimiento de un currículo académico que favorece el aprendizaje de aquellas materias más afines a la ideología dominante), el arte y los medios de consumo (mediante la asociación de estos medios con determinados espectáculos potenciados por la publicidad).

Resistencia cultural

La resistencia cultural es la práctica de significados y uso de símbolos, es decir, la cultura, para impugnar y combatir un poder dominante, a menudo la construcción de una visión diferente del mundo en el proceso. La práctica es tan antigua como la historia. Las Escrituras Hebreas, por ejemplo, eran un medio cultural con la que crear la identidad judía y luego mantener esa identidad en la cara de la opresión romana. La teoría moderna de la resistencia cultural, sin embargo, fue articulado por primera vez a mediados del siglo XIX por Matthew Arnold. Arnold escribió su famoso ensayo La cultura y la anarquía en un momento en su Inglaterra estaba experimentando grandes cambios: la industrialización, la urbanización y una ampliación del sufragio a las clases trabajadoras. Mientras que algunos consideran este progreso, Arnold vio el caos solamente. Pero la cultura, como "lo mejor que se ha pensado y dicho" (1990 [1869]:ofreció una solución. Era una manera de resistir y superar la política y el comercio y la maquinaria del día, proporcionando un estándar universal en la que basar un "principio de autoridad, para contrarrestar la tendencia a la anarquía que parece ser nos amenaza". La cultura era una plataforma platónica en la que "la perfección total" puede ser cultivada, con el tiempo volver al mundo material sucio - si es que - en forma de un estado ideal para guiar a la sociedad.

RESISTENCIA CULTURAL significa el reconocimiento y la lucha contra todas las formas en que las formas avanzadas de capitalismo de nuestra forma de actuar, pensar, vestir, trabajar, jugar y consumir. Casi todos los aspectos de nuestra vida ha sido alterada por la lógica del capital, y se obstruye la cultura / la resistencia cultural es el acto de hacer frente a este sistema hegemónico y sin alma girando las herramientas propias estéticas y memética en su contra.

Pueblos y comunidades indígenasa

México debe su riqueza cultural y su carácter distintivo como pueblo único en el mundo a la herencia formidable de sus pueblos originarios. Su rico patrimonio en lenguas, arte y cultura convierten a México en una de las naciones latinoamericanas con mayor legado y población indígenas. El profundo carácter mestizo de la nación mexicana sólo puede explicarse por el pasado milenario y el presente enriquecedor de sus pueblos y comunidades indígenas.

Desgraciadamente, los pueblos y comunidades indígenas aún no disfrutan de una situación social y económica propicia para el mejor desarrollo humano; se caracterizan por vivir en altos niveles de pobreza y en una situación de significativa desventaja. El combate al rezago social de los pueblos y las comunidades indígenas representa una de las áreas de política pública de mayor relevancia para el desarrollo armónico de México. Es fundamental que las políticas públicas que impulse el Gobierno Federal, en coordinación con las entidades federativas y los municipios, tengan un carácter específico en la perspectiva integral del Desarrollo Humano Sustentable para incrementar las capacidades de los pueblos y las comunidades indígenas e inicien, así, un círculo virtuoso de cambio sostenido no sólo por la acción gubernamental, sino también por su propia iniciativa.

El desarrollo de este importante sector de la población requiere del trabajo corresponsable de los actores sociales e institucionales, entre los que destacan: autoridades indígenas y representantes agrarios, organizaciones indígenas productivas, agrupaciones políticas, organismos culturales, organizaciones de defensa de derechos, grupos de mujeres y agrupaciones de defensa del medio ambiente, entre otras; dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, así como de los gobiernos estatales que atienden la problemática de los pueblos indígenas; el Poder Judicial; comisiones de asuntos indígenas de las Cámaras de Diputados y Senadores; comisiones de asuntos indígenas de los congresos locales; organismos de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil. La participación de todos es clave para avanzar hacia un renovado proceso de desarrollo a través del impulso y la promoción de políticas sociales culturalmente pertinentes.

Los pueblos y comunidades indígenas de México están conformados por más de 10 millones de personas, hombres y mujeres de todas las edades, que tienen sus propias culturas y sus lenguas, y que viven marginados en muchas localidades urbanas y rurales de nuestro país.

Es necesario reconocer que en muchas de las regiones indígenas prevalece la escasez de empleos, los bajos salarios y las relaciones asimétricas entre población indígena y no indígena que afectan tanto a los procesos productivos como a los de comercialización y, sobre todo, al desarrollo. Junto con ello, la población indígena todavía enfrenta graves rezagos, entre los cuales destacan: desnutrición y deficiencias nutricionales; mortalidad y morbilidad materna e infantil; rezago educativo; inequidad de género y migración.

Esta situación económica y social está estrechamente ligada al hecho de que la inversión de recursos públicos en regiones indígenas sigue presentando notables rezagos en comparación con la media nacional. Asimismo, uno de los principales retos que enfrenta la acción institucional para la inversión en regiones indígenas es la dispersión poblacional y su aislamiento geográfico.

Es claro que el reconocimiento constitucional a los pueblos y comunidades indígenas como sustento de una nación pluricultural todavía no se ha traducido en una acción pública con profundo sentido cultural.

La

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