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ANÁLISIS CRITICO DE LAS LECTURAS EL REENCANTAMIENTO DEL MUNDO, EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES


Enviado por   •  12 de Abril de 2013  •  4.269 Palabras (18 Páginas)  •  1.127 Visitas

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UNIVERSIDAD FERMIN TORO

VICE-RECTORADO ACADEMICO

DECANATO DE INVESTIGACION Y POST-GRADO

DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

ANÁLISIS CRITICO DE LAS LECTURAS EL REENCANTAMIENTO DEL MUNDO, EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES

Autora: M.S.c Mayra Barrera.

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CABUDARE, NOVIEMBRE 2012

Para Platón los datos sensoriales, era de lo mejor de los casos, una distracción del conocimiento, el cual era la provincia de la razón pura. Para Aristóteles el conocimiento consistía en generalizaciones pero estas se derivan en primera instancia de información obtenida del mundo exterior, llamados racionalismo y empirismo. Al hablar de empirismo es la tendencia filosófica que considera la experiencia como criterio o norma de verdad en el conocimiento. Como tal se refiere a la experiencia en su segundo significado: no es "participación personal en situaciones repetibles" (con significado personal y subjetivo); sino que la experiencia repetida de de ciertas situaciones nos ofrece un criterio (objetivo e impersonal) para conocer las cosas (o las situaciones).

En tal sentido, el empirismo se caracteriza por dos aspectos fundamentales:

a) Niega la absolutización de la verdad o, como mínimo niega que la verdad absoluta sea accesible al hombre.

b) Reconoce que toda verdad debe ser puesta a prueba y, a partir de la experiencia, puede eventualmente ser modificada, corregida o abandonada.

Cabe destacar que este no se opone de ninguna manera a la razón, pero niega la pretensión de establecer verdades necesarias, es decir, verdades que valgan de una manera tan absoluta que se haga innecesaria, absurda o contradictoria su verificación o su control. La mayor parte del tiempo actuamos o pensamos de manera empírica. Esperamos que sucedan las cosas más por hábito o costumbre que por razonamiento científico. En este sentido, el EMPIRISMO se contrapone al RACIONALISMO.

Así mismo, el RACIONALISMO: es la tendencia filosófica que considera la realidad gobernada por un principio inteligible al que la razón puede acceder y que, en definitiva, identifica la razón con el pensar. En sentido general se contrapone al IRRACIONALISMO (no al empirismo), y a lo largo de la historia ha conocido múltiples variantes:

- Racionalismo Ético: Se denomina así al intelectualismo moral socrático.

- Racionalismo Metafísico: El racionalismo platónico (que considera la realidad ordenada según el modelo ideal y final del Bien).

- Racionalismo Religioso: Es el de los deistas (Kant, los Ilustrados, la Revolución francesa…) que identifican la verdad revelada con los datos últimos de la razón y creen en un dios racional pero no providente.

- Racionalismo Ontológico: es el pensamiento hegeliano (para quien el proceso de lo real coincide con autorrealización de la Razón o Espíritu).

En este orden de ideas, los diversos tipos de racionalismo (cartesianos o no, platónicos o no, hegelianos o no!) defienden todas las tesis de que la razón no es una facultad (psicológica) sino una concatenación de verdades necesarias. En cambio, la tesis del racionalismo es, como se ha dicho, que no hay verdad necesaria, que toda verdad puede ser puesta a prueba, controlada y, eventualmente, modificada o abandonada.

Tal vez tendremos que ser más radicales en las hipótesis explicativas, ya consideradas de los que no hemos permitido hasta aquí. Posiblemente el mundo de los hechos externos, es mucho más fértil y plásticos de lo que nos hemos aventurado a suponer. Pudiera ser que todas estas cosmologías y muchos otros análisis y clasificaciones son modos genuinos de arreglar lo que la naturaleza le ofrece a nuestro entendimiento, que la principal condición que determina nuestra selección entre ellas es más bien algo que está dentro de nosotros y no algo en el mundo externo.

El presente texto intenta, al analizar la era moderna como una totalidad, encontrar un punto de acuerdo entre las posturas predominantes que lo caracterizan. La visión del mundo que imperaba en la cultura occidental hasta el período de la Revolución Científica era casi la de un mundo de cuentos: la naturaleza era contemplada con máxima admiración y como "conciencia participativa". conformaba una unidad con el universo y con el mismo hombre, lo que se traducía en lo que se conoce En la época moderna, esta visión encantada se fue paulatinamente "desencantando", al tomar como referencia de toda explicación los factores de materia y movimiento en vez de pertenencias y motivos, completamente separados y a menudo antagónicos.

Para conformar la llamada "filosofía mecánica" donde sujeto y objeto son vistos como entes En el pensamiento de la modernidad, cada uno de nosotros es un objeto separado de todas las otras cosas insignificantes y sin sentido, sin pertenecer al cosmos y sin importarle, lo que provoca un generalizado sentimiento de malestar en el alma, dentro de una época donde la normativa es la depresión.

Todo esto es el resultado de la lógica que viene imperando desde siglos y que, contemporáneamente, ha llegado a obtener un protagonismo central: la visión científica que está unida irrefutablemente a la modernidad. Así es que, si queremos sobrevivir como especie, necesitamos algo en tipo de conciencia holística o participativa integral, que incluya también una formación sociopolítica para recuperar "el Reencantamiento del mundo". Dentro de las concepciones imperantes relativas a las formas de conocimiento, se distinguen dos visiones en principio antagónicas: la primera, originada en el pensamiento de Platón, promulga que la auténtica forma de conocer verdaderamente es a través de la razón pura y que los datos sensoriales sirven exclusivamente como distractores; la otra postura, personificada en la figura de Aristóteles, considera que el conocimiento consiste en generalizaciones que derivaban de las impresiones sensoriales.

Estas dos visiones son conocidas como racionalismo y empirismo, respectivamente. En la Edad Media, estas tendencias se tradujeron en el convencimiento de que las cosas nunca eran lo que "simplemente se veía",

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