Alexander Gottlieb Baumgarten

Baumgarten

Alexander Gottlieb Baumgarten, nació en Berlín, el 17 de julio de 1714 – Fráncfort del Óder, y murió el 27 de mayo de 1762 (vivió 48 años). Fue un filósofo alemán. Estudió filosofía con Wolff y fue el primer representante de esta corriente en la ilustración alemana. Sus obras principales fueron: Reflexiones filosóficas acerca de la poesía (1735), Metafísica (1739), Estética (inacabada, 1750-58), Ética filosófica (póstuma).

Fue primer filósofo que emplea el término como disciplina independiente. En este periodo la estética era la manera esencial de conjunción entre la belleza y el arte.  La estética de Baumgarten se desarrolla básicamente en al arte y el descubrimiento de la belleza, aunque este aplica y amplía el pensamiento de Wolff, su pensamiento es más similar al de Leibinz, eran muy necesarios, ya que los pilares de la estética se desarrollan básicamente en el pensamiento libiciano. Los cuales son: el descubrimiento de la facultad del objeto estético, la belleza como objeto del conocimiento estético y la concepción de la verdad estética, (aunque Leibinz nunca se desarrollo en el pensamiento de la belleza y el arte). El pensamiento de Baumgarten inicia cuando el lee el texto de: “Meditationes de cognitione veritate et ideis”, de Leibinz, en el cual se presentan los tipos de conocimiento:

• Oscuro-claro.
• Confuso-distinto.
• Adecuado-inadecuado.
• Simbólico-intuitivo.

Para el conocimiento sensible es claro y confuso ya que no alcanza a enumerar por separado los signos necesarios para distinguir una cosa entre otras, esto da a un objetivo sensible ya que debido a nuestro conocimiento se construye por un montón de percepciones insensibles. A diferencia de este, el filosófico-científico (que es donde se halla el goce estético), se presenta como algo que no tiene resolución bajo la lógica o lo conceptual.

Gracias a esto, Baumgarten resuelve la separación de la sensibilidad y el entendimiento como fuentes diferentes del conocimiento, logrando así que la estética será la ciencia del conocimiento sensible, logrando su fin, que es la belleza. “el fin de la estética es la perfección del conocimiento sensible en cuanto tal, y esto es la belleza” (Aesthetica). De este modo, la estética en el arte, será pensar hermosamente (tratará de indagar como usar con propiedad las facultades inferiores para conseguir la máxima perfección). La mejora que hizo a Leibinz, reside en mostrar la intuición sensible de la propia lógica y de ningún otro caso, la forma perfecta del pensamiento, sino una forma de conocimiento análogo a la razón, ósea, un conocimiento no claro, no es un conocimiento, sino un conocimiento de carácter no lógico y de competente subjetiva. El desarrolla una teoría de la sensibilidad que se fundamenta básicamente en la estética cómo filosofía independiente.

Dado que la estética, cuyo objetivo es ser/es lo bello, alcanza su cometido cuando el fenómeno se presenta como perfecto y hermoso. Esto sucede cuando hay una orden de conocimiento sensible universal, ósea, el consenso de los pensamientos, la perfección dentro de un orden y el acuerdo entre los signos internos que expresan el objeto. En conclusión, un objeto es bello cuando presenta universalidad, orden y acuerdo. El fin de la estética es lograr esta perfección (hermosa) del conocimiento sensible, reflejar el orden perfecto que existe en el universo. La perfección artística consiste en expresar este orden y la belleza es la representación de un orden universal.

Si decimos que la belleza es la representación del orden universal y está vinculada a la perfección del conocimiento, este es un reconociendo del orden universal que técnicamente serviría a la perfección del propio sujeto que se expresa y se reconoce como un objeto bello. Por lo tanto, su contemplación es el resultado de un acto del conocimiento que se esfuerza con tenacidad por acceder allí donde el orden y la belleza se expresan en alto grado, que, por ese fruto, su esfuerzo ya no implica sólo un acto de entendimiento, si no que representa lo forzado del impulso de la virtud y la voluntad. Gracias a ello se comprende que nada sirve mejor a la felicidad que la iluminación del entendimiento libre de voluntad, para poder actuar de acuerdo al entendimiento de dicha iluminación que debe buscarse para el conocimiento de las cosas que conducen a las metas más alta, elevadas y a la perfección. “La virtud se hace necesaria para reconocer la perfección de un objeto bello y para expresar la conveniencia de los signos sensibles con lo representado en la mente” (Aesthetica).

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