Capítulo VI. ESTADO JURIDICO Y SU IDEAL CIUDADANO

Capítulo VI.

ESTADO JURIDICO Y SU IDEAL CIUDADANO

Jaeger Werner abre este capítulo con la premisa de la relevancia Espartana en la formación del hombre político, bastante por encima del resto de los estados griegos. Sin embargo, continúa relatando la trascendencia de los pueblos Jonios, que para Solón resultan indispensables para el estudio de las nuevas ideas políticas de la época.

A diferencia de Atenas y Esparta y muy a pesar de la carencia de fuentes concretas, sabemos que para Jonia el estado no fue nunca el último fin, de hecho, no contaron con la suficiente iniciativa política para llevar acabo el pensamiento gestante en aquella ciudad con fama sensual y gloriosa; su papel más bien fue el de libertar las fuerzas individuales, aún en el campo político.

Estas ideas se pueden apreciar mejor en los poemas Homéricos, más concretamente en la Ilíada, donde se nos presenta un juicio y una organización del poder más similar a la aristocracia que a la monarquía, organización que, de hecho, nos es más clara la Atenas de los tiempos de Solón. Por otro lado, y siguiendo con la percepción transcrita en los poemas homéricos, en la Odisea se nos habla de una economía marítima y desarrollada, propia de Jonia.

Fue en gran parte la poesía y la filosofía lo que permeó en el pensamiento para la aparición del nuevo hombre político, sobre todo entre la vida pública de los pueblos conquistados. Pronta vivacidad, libre perspicacia e iniciativa personal son algunas características predominantes en este nuevo tipo humano.

Tenemos entonces la aparición del término diké, para referirse a la lucha de clases que se originó a raíz de la dominación noble jurídicamente hablando. Se refería a la igualdad social entre altos y bajos, que, si bien regidos por los nobles como jueces, estos debían atenerse a leyes y cuestiones ya fijas.

Si bien el concepto de diké no se puede definir etimológicamente con precisión, el de Themis resulta un poco más concreto: Se refiere a las leyes, a la autoridad del derecho y su validez. Así, se puede conjeturar que al hablar de “dar diké”, “recibir diké” y “adjudicar diké”, nos referimos al cumplimiento de la ley, Themis, al dar a cada quien su cual y al proceso mismo de la aplicación de la justicia.

Es así como la idea del areté deriva en un sentido de responsabilidad para con el ciudadano. Platón sintetiza esto en cuatro virtudes fundamentales: El valor, la piedad, la justicia y la prudencia, sin embargo, él mismo reconoce que la obediencia a la justicia resumía y era suficiente para alcanzar la idea de buen ciudadano.

La pertenencia a la ciudad se convirtió en un sentimiento generalizado, la gloria para un triunfador en las olimpiadas ya no se transmitía solamente a su linaje, sino a su pueblo de origen, y el estado se transformó entonces en “un ser propiamente espiritual que recogía sí los más altos aspectos de la existencia humana y los repartía como dones propios” (P. 111).

Era el estado quien impartía la educación y quien imponía la ley. El valor de un hombre se medía de acuerdo al bien o el mal que traía para su polis y la ley se entiende como un antecedente de la filosofía, en tanto que su creación entre los griegos era obra de una personalidad preeminente.

La aptitud política entonces, dejó de pertenecer exclusivamente a la nobleza, pues se entendía que en orden de lograr el areté cada ciudadano debía participar activamente para el progreso de su propio estado y es justamente ahí donde radica el concepto de la paideia, en la educación del hombre para convertirse en ciudadano perfecto; una educación general, diferente a la del oficio que instruía en un solo saber, sino en la búsqueda del mismo areté.

Lista de referencias

Jaeger Werner (1933). Paideia, C. VI. El estado

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