Estado ideal

EL ESTADO IDEAL

Por: Juliana Botero Trujillo

Mas allá de consideraciones históricas, el Estado surge en términos de organización social, vale decir, que toda comunidad siente la necesidad de sentirse protegida alrededor de un territorio que pueda ser garantía de su estabilidad en función de permanencia, reconocimiento del marco de su actuar en una nación, dadas dentro de las premisas determinadas por  Juan Jacobo Rousseau al definirlo como “Se conoce con el nombre de teorías del Contrato social a las que defienden que la constitución de la sociedad y de sus normas de convivencia política fue debida a un acuerdo entre los ciudadanos, es decir, a las que creen que el Estado surge como consecuencia de un pacto entre los seres humanos.” El subrayado es nuestro.

Es entonces el Estado un invento del hombre para proporcionarse todo un marco de convivencia dentro de unas reglas que armonicen la convivencia y aseguren un bienestar  de orden general, mediante un contrato social, al que concurren todas las partes que se comprometan en consolidar incluso su soberanía, bien basada en el territorio, en su forma de gobernarse o en su nación, es decir, en la gente.

Determinar una forma de gobierno parte de la concepción ideológica que impera en el Estado, que aunque sea arbitraria a algunos de los principios de sectores de ciudadanos, determinado desde la imposición de las mayorías, es apenas natural acatar esa  decisión popular, puesto que de lo contrario, imperaría una forma anárquica de comportamiento en el mandato, dado que cada quien impondría su propia voluntad.  Rousseau describe al respecto de la siguiente manera la forma de la voluntad popular “La creación de la sociedad se produjo mediante un contrato: los seres humanos cedieron toda o una parte de su libertad y derechos, a cambio de ganar seguridad, paz y garantías en el ejercicio de esos derechos”. 

Pregonar el reconocimiento de los derechos de las personas es cuestión esencial en la marcha de un estado, de otro modo parece casi imposible avanzar hacia la construcción de sociedades con capacidad para tener unas identidades, generar culturas, reconocer costumbres y en fin todo lo que conduce a que un conglomerado se reconozca como una sola masa que convive en un territorio sobre el cual se han generado toda clase  garantías, limitaciones, normas sustanciales que apuntan hacia la generación del respeto mutuo, ya entre quienes aplicando las particularidades propias, asumen ser Estado y reclaman reconocimiento.

No obstante surgen posturas como la de Hobbes, que en su criterio la formalización del Estado no es cosa diferente a la renuncia del hombre a su libertad a cambio de seguridad, presentando al hombre en su estado natural, ya comprometido en conflicto cuando afirma: “el hombre es un lobo para el hombre, es decir, el ser humano es radicalmente egoísta y malo por naturaleza. Puesto que no existe restricción alguna sobre la libertad individual, los hombres se encuentran en un estado de guerra continua de todos contra todos. Pero como tal situación resulta insostenible, alcanzan un acuerdo con el fin de crear la sociedad: renuncian a todos sus derechos y a su libertad para lograr la paz y garantizar la vida.

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