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Cartas A Quien Pretende Enseñar

abiieuribe22 de Septiembre de 2013

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Introducción

Este libro esta dirigido expresamente a los maestros —no a los

educadores de adultos que trabajan en la periferia del aparato escolar sino a los educadores

de niños que enseñan todos los días en las aulas— y que lo haga en estos términos

—no apuntándolos con el dedo, ni siquiera solidarizándose con ellos desde afuera, sino

interpelándolos desde un "nosotros" en el que Freire se incluye

habla de temas que han acompañado de manera permanente y recurrente la trayectoria, la obra

y la búsqueda de Freire la inseguridad y el miedo, la opción

por el magisterio, las cualidades del buen educador, el primer día de clases, la

relación entre educadores y educandos, la diferencia entre hablar al educando y

hablar con él, los vínculos entre identidad cultural y educación así como entre

contexto concreto y contexto teórico, el tema crítico de la disciplina. los maestros y sus organizaciones han dejado erosionar su propia formación y capacitación permanente como un derecho y como una condición fundamental de su ejercicio y valoración profesionales y estrechez de las reivindicaciones sindicales, los no-maestros y sus organizaciones izan la consigna de la "(re) valorización" de los maestros, despojándola hasta donde es posible de sus implicaciones económicas (valorización expresada entre otros en salarios y calidad de vida dignos) y sesgándola hacia sus determinantes sociales y afectivos (respeto, legitimidad, reconocimiento, aprecio, gratificación, autorrealización, autoestima).

Fraire ofrece tratar ambos temas (des) profesionalización y (des)valorización.

Este libro fue escrito en portugués por ese motivo no se le puso el nombre original que es “tia” los niños les llaman asi a los maestros por eso fue que mejor se le puso el nombre de cartas a quien pretende enseñar.

Cartas a quien pretende enseñar

ROSA MARÍA TORRES

Intolerablemente bajos y malos son los salarios, la calidad de vida, la autoestima, la

valoración social, las condiciones de enseñanza, las oportunidades de formación y

perfeccionamiento, el reconocimiento y la investigación del problema, y los presupuestos

destinados a resolverlo para tornar mínimamente viables los ambiciosos objetivos y metas

planteados en el discurso educativo de este último decenio del siglo

En realidad, la educación que algunos avizoran como la educación del siglo XXI —televisión, video,

computadoras y aparatos de todo tipo, modalidades a distancia, autodidactismo,

enseñanza individualizada, aprendizaje programado, paquetes multimedia— tal parecería

no incluir a los maestros y tener reservado para ellos, por el contrario, un proyecto de

extinción.

Las realidades son contundentes y se expresan en escala mundial: pauperización y

proletarización de los maestros, nivel educativo precario de amplios sectores del

magisterio en servicio (incluyendo pobres niveles de alfabetización y educación básica),

reducción de la matrícula y bajas expectativas y motivación de los aspirantes al

magisterio (ser maestro o maestra como último recurso), ausentismo marcado,

abandono de la profesión, creciente incorporación de maestros empíricos o

legos, pérdida de identidad y legitimidad social del oficio docente, falta de

oportunidades de avance y superación personal, huelgas y paros cada vez más

violentos, frecuentes y prolongados

los maestros perciben como problema: no hay dinero para incrementar los salarios;

los maestros tienen de todos modos un horario holgado y trabajan poco; los incrementos

salariales (y la capacitación misma) no han traído consigo los esperados mejores

resultados de aprendizaje de los alumnos una de las maneras de reducir costos es aumentar el número de

alumnos por aula, bajo el entendido de que, desde la perspectiva de los alumnos y de sus

rendimientos de aprendizaje, no hace diferencia si el grupo es numeroso o numerosísimo

(da lo mismo —nos dicen— 30 que 50 u 80 alumnos en una clase).

Políticas y estrategias que hablan de protagonismo, profesionalización,

autonomía docentes, pero que continúan de hecho profundizando el perfil

subordinado y subvalorado del oficio docente, condenando a los maestros a la

enajenación y a la mediocridad, a ser ciudadanos de segunda,

implementadores de currículos y textos escolares, facilitadores de aprendizajes

en cuya definición y orientación no participan ni tienen control los maestros y sus

organizaciones van dejado erosionar su propia formación y capacitación permanente

como un derecho y como una condición fundamental de su ejercicio y valoración

profesionales.

Maestra- tía:* la trampa

hacer, escribir, leer, pensamiento, lenguaje, realidad, experimento la solidaridad entre

estos diversos momentos, la total imposibilidad de separarlos, de victimizarlos.

Si bien esto no significa que después de pensar, o mientras pienso, debo escribir

automáticamente, significa sin embargo que al pensar guardo en mi cuerpo consciente y

hablante la posibilidad de escribir, de la misma manera que al escribir continúo

pensando y repensando tanto lo que se está pensando, como lo ya pensado.

Ésta es una de las violencias que realiza el analfabetismo, la de castrar el cuerpo

consciente y hablante de mujeres y de hombres prohibiéndoles leer y escribir, con lo

que se limitan en la capacidad de, leyendo el mundo, escribir sobre su lectura, y al

hacerlo repensar su propia lectura se constituye en un obstáculo para asumir la plena ciudadanía. Y las mutila

porque, en las culturas letradas, impide a analfabetos y analfabetas contemplar el

ciclo de las relaciones entre lenguaje, pensamiento y realidad al cerrar las puertas, en esas relaciones, al lado necesario del lenguaje escrito el enseñar, aprender, leer, escribir, estudiar.

En el fondo estudiar, en su significado más profundo, abarca todas esas

operaciones solidarias la intención en este texto es mostrar que

la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente.

Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es

una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial de

querer bien, no sólo a los otros sino al propio proceso que ella implica. Es

imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que

insisten mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad

forjada, inventada, bien cuidada de amar

La

tarea de enseñar es una tarea profesional que exige amorosidad, creatividad, competencia científica, pero rechaza la estrechez cientificista, que exige la capacidad de luchar por la

libertad sin la cual la propia tarea perece. es una profesión que implica cierta tarea, cierta militancia, cierta

especificidad en su cumplimiento, mientras que ser tía es vivir una relación de parentesco. Ser maestra implica asumir una profesión, mientras que no se es tía por profesión. «Se puede ser tío o tía geográfica o afectivamente distante de los sobrinos, pero no se puede

ser auténticamente maestra, aun en un trabajo a larga distancia, "lejos" de los alumnos desde hace casi tres décadas, representada por el hábito de transformar a la maestra en un pariente postizo.

El proceso de enseñar, que implica el proceso de educar y viceversa, contiene la

"pasión de conocer" por eso la necesidad de quien quiere hacerse educadora es la disposición a la pelea justa, lúcida, por la

defensa de sus derechos así como en el sentido de la creación de las condiciones

para la alegría en la escuela, uno de los sueños de Snyders,

en las huelgas las familias acusaban a los maestros de perjudicar a sus hijos al no cumplir su deber de enseñar, a lo que el maestro Gumercindo

Milhomem, entonces presidente de la Asociación de Maestros de la Enseñanza Oficial

del Estado de Sao Paulo respondio que los maestros estaban enseñando a sus alumnos el derecho a una democracia .

"hay ocho millones de niños fuera de la escuela", no significa un acto decidido por los

poderosos para camuflar las situaciones concretas, por un lado, de la expulsión de niños de las escuelas; y por el otro, de la prohibición de que los niños entren en ellas. En realidad no hay niños evadiéndose de las escuelas, así como no hay niños fuera de las

escuelas, como si no estuviesen dentro solamente porque no quieren, sino que hay niños a quienes en ocasiones se prohíbe entrar en las escuelas y a veces permanecer en ellas.

Esta posición de lucha democrática en la que las maestras testifican a sus alumnos los

valores de la democracia les impone tres exigencias básicas:

1. Jamás transformar o entender esta lucha como una lucha singular, individual, aunque

en muchos casos pueda haber acosos mezquinos contra tal o cual maestra por motivos

personales.

2. Por lo mismo, estar siempre al lado de sus compañeras, desafiando también a los órganos de su categoría para que presenten un buen combate.

3. Tan importante como las otras, y que ya trae en sí el ejercicio de un derecho, es la de exigir,

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