Conciencia moral Freud y Nietszche

En un mundo donde 7 billones de personas residen, cada individuo es único. Esta distinción le da a cada persona un valor, y esto previene que las personas sean solo un número. Esta individualidad nos da un propósito y nos permite que tomemos decisiones que nos definen; como seres humanos nos distinguimos por quienes somos y no como somos. Cuando nos enfrentamos con una problema o una situación ética, la sociedad nos ha impuesto a hacer lo correcto, sin importar el resultado.

A lo largo de la historia autores, psicólogos, religiosos, entre otros han tratado de encontrar el origen de la conciencia y su funcionamiento. En este ensayo vamos a especificar a dos autores que trataron de explicar la conciencia, Sigmund Freud y Friedrich Nietzsche.

Antes de comenzar a hablar de Freud y su concepción de la conciencia, hablaremos de John Locke. Escribió un pasaje en su ensayo An essay Concerning Human Understanding, publicado en 1690. En el capítulo 3 escribrió:

A esto contesto que no me cabe duda, pero no admito que estén escritas en sus corazones, porque muchos hombres, de igual manera que llegan a conocer otras cosas, pueden llegar a asentir ciertas reglas morales y a convencerse de su obligatoriedad. Otros pueden llegar lo mismo, gracias a su educación, a la clase de amistades que tengan y a las costumbres de su país; y esa persuasión, de cualquier forma que se haya adquirido, servirá para que la conciencia actúe, lo que no es sino la propia opinión o el juicío que nos formamos acerca de la rectitud moral o de la gravedad de nuestras propias acciones. Y si la conciencia fuera prueba en favor de la existencia de principios innatos, sus contrarios serían también principios innatos, pues algunos hombres, con la misma conciencia, buscan lo que otros evitan” (John Locke, An essay concerning human understanding, ch. 3, sects 7-9). Libro I De las nociones innatas. Capitulo 2 seccion 8.

Con esto, Locke hace entender que el conocimiento moral, que es proporcionado por nuestra conciencia, debe venir a nosotros como el conocimiento de cualquier otra cosa, especialmente las experiencias que hemos vivido. En ese caso, el concimiento moral es un conocimiento ordinario, como el conocimiento del clima. Por lo tanto, no puede ser de origen divino, y sobretodo no puede ser fiable ni infalible. Puesto que, podemos vivir en la misma ciudad o hasta en la misma familia y cada individuo podría tener diferentes juicios morales sobre el mismo problema. Por esto, Locke establece que la conciencia no podría ser divina, ya que Dios no sería contradictorio en sus mensajes.

Pasemos a Freud. En Nuevas lecciones Introductorias al Psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1939) dio una nueva perspectiva psicoanalítica de la conciencia en donde escribió:

Si la conciencia es algo dado en nosotros, no es, sin embargo, algo originalmente dado. Constituye así una antítesis de la vida sexual, dada realmente en nosotros desde el principio de la existencia y no ulteriormente agregada. Pero, como es sabido, el niño pequeño es anormal, no posee inhibición alguna interior de sus impulsos tendentes al placer. El papel que luego toma a su cargo el super-yo es desempeñado primero por un poder exterior, por la autoridad de los padres. La influencia de los padres gobierna al niño con el otorgamiento de pruebas de cariño y la amenaza de castigos que indican al niño una pérdida de amor y son, además, temibles de por sí. Esta angustia real es el antecedente de la ulterior angustia a la conciencia; mientras reina no hay por qué hablar de super-yo ni de conciencia moral. Sólo después se forma la situación secundaria que aceptamos, demasiado a la ligera, como normal; situación en la cual la inhibición exterior es internalizada, siendo sustituida la instancia parental por el super-yo, el cual vigila, dirige y amenaza al yo exactamente como antes los padres al niño. (34.

Freud dice que los contenidos morales de la conciencia vienen de la educación, nuestros pares y costumbres culturales, es decir,

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