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Conocimiento Espontaneo


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  413 Palabras (2 Páginas)  •  429 Visitas

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El conocimiento espontáneo nos revela la distinción esencial con otros seres de la naturaleza. Y no sólo se capta la distinción, sino también una cierta «superioridad » con respecto al mundo animal y vegetal, por no hablar del mundo inanimado.

¿En qué radica esa superioridad? No lo sabemos con precisión pero nos percibimos a nosotros y a quienes conviven con nosotros como realidades mucho más valiosas que las cosas, plantas y animales. Además, percibimos espontáneamente el miedo a la muerte, el deseo de justicia, el amor a la verdad y a las personas, el ansia de felicidad, etc. Todas esas experiencias subjetivas nos sirven para postular, al menos teóricamente, una dimensión que trasciende lo instintivo y material: es decir, nos hablan de la dimensión espiritual del hombre. Es posible que, como consecuencia de nuestra posterior reflexión antropológica, lleguemos a la conclusión de que el ámbito de la espiritualidad responde a una ilusión humana, una creencia infundada. Tendremos entonces que replantearnos la existencia de esa dimensión espiritual en el hombre. Pero no parece legítimo negar de entrada el valor de esa creencia como verdadera. De hecho, a lo largo de la historia de la cultura y de las civilizaciones es fácil comprobar la constante creencia de que en el hombre están presentes estas dos dimensiones constitutivas.

En efecto, en la historia de la conciencia filosófica ha habido un consenso casi generalizado en destacar dos principios en el hombre: cuerpo y alma, o materia y espíritu. De esta manera, Platón concebía al hombre como un alma encerrada en un cuerpo, mientras que Aristóteles definía al hombre como un «animal racional». En la actualidad se prefiere hablar del hombre como de «un espíritu encarnado», «un cuerpo espiritualizado», «un espíritu en el mundo» o «un espíritu en el tiempo», etc. Todas estas descripciones tienen en común el destacar el aspecto corpóreo y espiritual a la vez, como rasgo distintivo del hombre con respecto al resto de los vivientes.

Se puede objetar que quizás hemos ido demasiado lejos a la hora de aceptar de manera acrítica la creencia en un alma espiritual e inmortal. Pero lo que interesa destacar ahora es que el punto de partida, la «precomprensión orientadora» que el hombre tiene de sí mismo, ya nos dice algo acerca del método que nos permite acceder a nuestro objeto de estudio. El método de la Antropología filosófica, si quiere alcanzar lo más radical del hombre, debería ser capaz de dar cuenta de la dimensión corporal y espiritual del hombre.

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