Control Social

El control social se refiere en general a los mecanismos o procesos sociales y políticos que regulan el comportamiento individual y de grupo en un intento de obtener la conformidad y el cumplimiento de las normas de una sociedad dada, estado o grupo social. Los sociólogos identifican dos formas básicas de control social:

Medios informales de control - la internalización de normas y valores mediante un proceso conocido como la socialización, que se define como "el proceso por el cual una persona, que nace con potencialidades de comportamiento de enormemente amplia gama, se llevó a desarrollar un comportamiento real que se limita a la estrecha rango de lo que es aceptable para él por las normas del grupo. "

Los medios formales de control social - Sanciones externas impuestas por el gobierno para prevenir el establecimiento de caos o la anomia en la sociedad. Algunos teóricos, como millas Durkheim, se refieren a esta forma de control de la regulación.

Aunque el concepto de control social ha estado presente desde la formación de la sociología organizada, el significado ha cambiado con el tiempo. Originalmente, el concepto se refería simplemente a la capacidad de la sociedad para regularse a sí misma. Sin embargo, en la década de 1930, el término adquirió su significado más moderno de la conversión de un individuo de la conformidad. Teoría del control social comenzó a ser estudiado como un campo independiente en el siglo 20.

Tal como se define brevemente más arriba, los medios para hacer cumplir el control social puede ser informal o formal. El sociólogo Edward A. Ross sostiene que los sistemas de creencias ejercen un mayor control sobre el comportamiento humano que las leyes impuestas por el gobierno, no importa qué forma las creencias toman. No obstante, los sistemas de control social formales establecidos por los municipios a través de América del Norte tienen consecuencias perjudiciales para las personas en estos sistemas tratan de restringir.

Informal

Los valores sociales presentes en los individuos son productos de control social informal, ejercida implícitamente por una sociedad a través de particulares costumbres, normas y costumbres. Los individuos interiorizan los valores de su sociedad, ya sea consciente o no del adoctrinamiento. La sociedad tradicional se basa principalmente en el control social informal integrado en su cultura acostumbrada a socializar a sus miembros.

Sanciones informales pueden incluir vergüenza, el ridículo, el sarcasmo, la crítica y la desaprobación, lo que puede hacer que una persona se desvíe hacia las normas sociales de la sociedad. En casos extremos, las sanciones pueden incluir la discriminación y exclusión social. Control social informal por lo general tiene más efecto en las personas debido a que los valores sociales se internalizan, convirtiéndose así en un aspecto de la personalidad del individuo.

Sanciones informales comprobar el comportamiento "desviado". Un ejemplo de una sanción negativa proviene de una escena de la película de Pink Floyd "The Wall", por lo que el joven protagonista es ridiculizado y abusado verbalmente por un profesor de secundaria para escribir poesía en una clase de matemáticas. Otro ejemplo de la película 'Un niño grande', cuando un niño duda en saltar desde un trampolín alto y es ridiculizado por su actitud. A pesar de que el tiempo salta, su conducta es controlada por la vergüenza.

Controles informales premiar o castigar el comportamiento aceptable o inaceptable y se varían de individuo a individuo, grupo a grupo, y la sociedad a la sociedad. Por ejemplo, en la reunión del Instituto de la Mujer, una mirada de desaprobación podría transmitir el mensaje de que no es apropiado para coquetear con el ministro. En una banda de delincuentes, por el contrario, se aplica una sanción más fuerte en el caso de alguien que amenaza con informar a la policía de la actividad ilegal.

Teóricos como Noam Chomsky han argumentado que existe sesgo sistémico en los medios de comunicación modernos. El marketing, la publicidad, las relaciones públicas y las industrias tanto se ha dicho que utilizar la comunicación de masas para ayudar a los intereses de ciertas elites políticas y empresariales. Los grupos de presión ideológicos, económicos y religiosos poderosos han utilizado a menudo los sistemas escolares y las comunicaciones electrónicas centralizadas para influir en la opinión pública.

Formal

Históricamente, las sociedades fueron capaces de expulsar fácilmente individuos considerados indeseables desde el espacio público a través de leyes contra la vagancia y otras formas de destierro. En los años 1960 y 1970, sin embargo, estas órdenes de exclusión fueron denunciados como inconstitucionales y en consecuencia fueron rechazadas por el Tribunal Supremo. La introducción de Broken Teoría de Windows en la década de 1980 generó una transformación dramática en los conceptos utilizados en la formulación de políticas con el fin de eludir la cuestión previa de inconstitucionalidad. Según la teoría, el medio ambiente de un espacio particular señala su salud al público, incluyendo a los vándalos potenciales. Al mantener un ambiente organizado, los individuos son disuadidos de causar desorden en ese lugar en particular. Sin embargo, los ambientes llenos de desorden, como ventanas rotas o pintadas, indican la incapacidad de la zona para supervisar la misma, por lo tanto, conduce a un aumento de la actividad criminal. En lugar de centrarse en el entorno construido, las políticas fundamentadas por el Roto Teoría de Windows abrumadoramente enfatizan la conducta humana indeseable como el desorden ambiental que provocó el crimen más. Las leyes de urbanidad, originario de finales de 1980 y principios de 1990, son un ejemplo de la utilización de este último aspecto del Broken Teoría de Windows como legitimación de la discriminación contra individuos considerados desordenada con el fin de aumentar la sensación de seguridad en los espacios urbanos. Estas leyes penalizan la urbanidad efectivamente actividades que se consideran indeseables, tales como sentarse o acostarse en las aceras, durmiendo en parques, orinar o beber en público, y la mendicidad, en un intento de obligar a las personas que hacen estas y otras actividades para reubicar a los márgenes de la sociedad. No es de extrañar entonces, estas restricciones afectan desproporcionadamente a las personas sin hogar.

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