Creer, Saber, Conocer- Resumen Villoro
Belm12Resumen30 de Noviembre de 2021
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Capítulo 1. Dos concepciones de creencia
La creencia es descrita por Villoro como el comportamiento “subjetivo” del saber, puesto que creer es el acto mental sobre una cualidad en específico. Dice que para Descartes es un acto de voluntad, Hume dice que es un sentimiento peculiar, mientras que Locke un acto de asentimiento.
Villoro distingue dos tipos de creencias: las “creencias básicas” que conforman el trasfondo y el supuesto de nuestro entendimiento del mundo y las creencias de las que damos razones y que se adquieren por otras creencias o por nuestra experiencia en el mundo.
En general, las doctrinas que explican y tratan de caracterizar a las creencias, son de tipo “mentalista” e “idealista”, por el hecho de determinarlas como ocurrencias o datos guardados en el consciente individual. Entonces, se entiende por creer al sentimiento o acto específico que ocurre en la mente de un individuo; y que, por lo tanto, esta es accesible únicamente a su poseedor. Es por esto que todas las concepciones para caracterizar a la creencia, son referidas a cualidades subjetivas y privadas.
El autor menciona que en muchas creencias somos incapaces de señalar su inicio y termino, ya que no podemos asegurar o decir si estas se encuentran actualmente sucediendo en nuestras mentes. De acuerdo con esto, dice Villoro que no existe un momento o situación en que “ocurran” la mayoría de nuestras creencias y de nuestros saberes. Villoro no niega la existencia de actos mentales de creencia, sin embargo, menciona la nula existencia de objetividad para llegar a una definición mucho más razonable y compartible.
Las ventajas de ver a las creencias como cualidades mentales, según se menciona en el texto, son cuatro: el hecho de tener creencias “latentes”, “potenciales” e “inconscientes” manifestándose en un solo lapso de tiempo, la objetividad comprobable a través del comportamiento colectivo o individual, el uso del término creencia como algo teórico que ejemplifique un estado de suposición en el sujeto que explique ciertos hechos observables y por último, las creencias “reales” sean conscientes o no, estén o no expresadas verbalmente, y las creencias “profesadas”, lo que cada quien confiesa.
Capítulo 2. Creencia y actitud
La actitud surge como concepto, explica Villoro, de la necesidad para explicar la acción de tipo social que esta dirigida intencionalmente y no instintiva entre los seres humanos, creando dos disposiciones, de tipo afectiva y de tipo valorativa. Menciona que el método experimental no resulta eficaz para explicar la actitud ya que ésta se da en el interior del sujeto, por lo que no puede ser observable. Mientras que el enfoque conductista nos puede dar ejemplos de respuestas, pero no nos dice el porqué de estas respuestas.
Su primera definición aportada por Thomas y Znaniacki (1918), nos dice que es tipo de “estado mental del individuo dirigido hacia un valor” en el cual el sujeto involucrado en el proceso está dirigido hacia un objeto de relevancia social que determina las respuestas del mismo, es decir, que el papel del individuo dentro de la sociedad desempeña en cierto punto la actitud del sujeto.
Martin Fishbein busca explicar el comportamiento de creencias, actitudes afecto valorativas e intenciones con un enfoque unidimensional. Para que exista una actitud tiene que estar de por medio la creencia, ya que, si tenemos disposiciones hacia un objeto, por lo menos necesitamos creer que existe. Mediante esta creencia se da la relación afectiva y evaluativa, que genera la actitud.
Mientras que la creencia es un aspecto objetivo de la disposición. En la creencia la determinación que se genere por el objeto va a ser común y compartido, mientras que en la actitud la pulsión que la genere va a tener propiedades distintas en cada sujeto. En la actitud tiene que haber una relación afectiva y evaluativa con el objeto. La actitud es un estado intermedio entre estímulo y respuesta, compuesta por la creencia, el afecto y la intención.
Todos los conceptos de creencia y actitud, se restringen a el lenguaje ordinario, ya que son simples estados internos individualistas, y mientras no contemos con una teoría que pudiera reducirlos y ejemplificarlos a estados físicos o neuronales.
Capítulo 3. Definición de creencia
La creencia según el autor, tiene una disposición “objetiva”, en la cual se genera el hecho de que cualquiera la pueda compartir; tiene su origen en lo que se considera
Un acontecimiento dentro del mundo común, determinado por el objeto y la acción de ser congruente a este. Villoro también lo define como la necesidad de saber si el objeto produce una actitud que conforma parte del mundo real, ya que no existe actitud sin creencia y sin los conceptos de: verdad, saber, objeto y realidad.
En la creencia real se puede creer en algo, pero no creer en la creencia de ese algo. La creencia no se debe confundir con el estímulo que provoca una respuesta concreta. Hay creencias que ya damos por sentado que son reales. Cualquier objeto que no es contradicho, es puesto como una realidad absoluta, mientras que la disposición del sujeto tiene que estar determinada por el objeto o la acción. Es el resultado de un “querer” ya sea un objeto o una acción posible de una creencia. También está determinada por la pulsión hacia un objeto o situación. Para que se pueda actuar, se necesita la intención y la actitud de hacerlo.
Por ello, el comportamiento puede ser descrito y cito: “como una expresión de una actitud afectiva o de una intención.” Es decir, como la exteriorización de emociones fuertes como el miedo o el deseo de seguridad, esta disposición de tipo afectiva llena el vacío de una necesidad personal o el hecho de querer algo. En ambos casos, el comportamiento es descrito como una disposición subjetiva. De igual manera, se puede entender como una indicación de una creencia, en la que los mismos comportamientos están descritos como una disposición objetiva.
En resumen, se puede decir que para toda creencia existe un estado disposicional alcanzado y que causa un conjunto de respuestas coherentes y determinadas por situaciones objetivas, sin negar a las ocurrencias individuales que acompañen a las creencias.
Creer no implica directamente actuar como se cree o debería de ser, ya que, para realizar la acción concreta, se debe tener una intención a un fin y emociones involucradas. Pero en caso de que el saber sea una especie de creencia, se puede tomar como una forma disposicional que afecta la práctica del objeto a la hora de determinar su estado ante el mundo real.
Capítulo 4. Razones para creer
Según el autor, existen tres principios o razones que explican el ¿Por qué se cree? Dentro de todo aquello que los individuos y colectivos piensan, la primera de estas es que toda creencia tiene necesariamente antecedentes biográficos donde fue adquirida, siendo un asunto de la voluntad humana que nos conecta cultural e históricamente con nuestro pasado. La segunda es aquellos motivos, que hacen al sujeto aceptar la creencia, por sus deseos intenciones o necesidades, teniendo como asunto a la razón. Y, por último, razones por las que el sujeto considera que la situación o el objeto existe.
El autor dice que creer es dar algo por verdadero, por lo que no se pueden forzar las razones para creer. Ya que creer es mero asunto del entendimiento. En donde hay creencias que ya damos por sentado que son reales. Se entiende por razón en este caso “razones para creer”, no como “razones para actuar”. Pues se dice que la razón está ligada con la justificación de exponer en que nos basamos a la hora de decir las cosas, en este caso, de creerlas.
Es por esto que al justificarse una proposición da razón de una creencia, la justificación establece la relación de una acción con un valor. Mientras que la misma justificación no puede ser una creencia. Teniendo como partida dos puntos, las razones explícitas, las cuales acompañan a una creencia en su justificación y las razones implícitas explican una creencia, aunque no se expresen si no reflexionamos sobre ellas.
Tipos de razones implícitas:
1° son las mismas que generan una creencia.
2° razones presentes.
3° principios generales, ya instalados en las creencias.
En los datos sensoriales, no está el “creer”, simplemente se constata percatándose de ellos. Por ello el autor nos dice que: “Puedo aceptar p sin razones, cuando la razón de aceptar p es justamente la presencia de p”.
Capítulo 5. Motivos para creer
En este capítulo, Villoro explica que los motivos son objetivos concretos logrados como resultado de acciones, conocidas como “razones prácticas” las cuales explican nuestras acciones e intenciones. Una intención es la suposición de una actitud favorable hacia una acción por realizar; la actitud puede ser favorable o desfavorable hacia un objeto o situación que da lugar a diferentes intenciones.
Los motivos son entendidos por Villoro como aquello que se mueve o induce a una persona a actuar de cierta forma para lograr un objetivo, es decir, “el para qué” de las cosas. Los objetivos de nuestras acciones incluyen elecciones inconsistentes, al nivel de estar jerarquizados unos con otros, por ello se pueden entender como “propósitos” o “quereres”.
Dentro de una acción por motivos es indispensable distinguir entre los propósitos voluntarios y los impulsos que dan un cierto grado de satisfacción. Esta es sólo aplicable para aquellos que dudan de las razones de una creencia. Los motivos, por ende, son causas directas de ciertas creencias en las cuales a menudo pensamos que un sujeto creó tal o cual objeto en específico, no por el hecho de estar convencido de ella, sino porque es de su interés creerla.
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