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DE LA FORTALEZA Y LA TEMPLANZA


Enviado por   •  23 de Mayo de 2014  •  5.269 Palabras (22 Páginas)  •  505 Visitas

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El bien es aquello a lo que todas las cosas aspiran. Si existe un fin para nuestros actos deseados por sí mismo, y los demás por él; y si también es verdad, que no siempre escogemos una cosa en lugar de otra, significaría tanto como remontarnos al infinito y nuestro anhelo sería inútil e infortunado, es evidente que ese último fin será entonces no solamente el bien, sino que es el bien soberano.

Por lo que pensamos que el bien del que hablamos es la competencia de la ciencia soberana y más que de todas, la arquitectónica e indudablemente es la ciencia política. Esta ciencia determina cuales son las ciencias que se requieren en las ciudades y cuáles son las que cada ciudadano debe aprender y acatar.

La política legisla sobre lo que hay que hacerse y lo que debe evitarse, el fin que le es propio abarca a los fines de todas las otras ciencias, al grado de ser por excelencia el bien humano.

Cuestión de amabilidad es hacer el bien a un solo individuo, pero más grato y divino es hacerlo al pueblo y a las ciudades.

Aristóteles. (2009)Libro Uno: Del bien humano en General. Ética Nicomaquea. (pp.9-30). Ed. Éxodo

“Es menester que el estudiante de esta ciencia, con la misma disposición reciba todas y cada una de nuestras propuestas. El hombre culto no debe obstinarse por alcanzar otro tipo de precisión en cada género de problemas, que no sea el que le brinde la naturaleza del asunto”.

“Cada cual juzga apropiadamente lo que conoce, resultando ser buen juez en lo que le es propio. Pero como cada asunto especial demanda una instrucción adecuada, el juzgar conjuntamente, solamente lo puede hacer quien tenga una cultura general. Razón para que el joven no sea el oyente más adecuado para captar las lecciones de ciencia política, pues carece de suficiente experiencia en las actividades de la vida, de las que las ciencia política toma sus proposiciones y a las cuales se aplican estas mismas.”

Aristóteles. (2009)Libro Uno: Del bien humano en General. Ética Nicomaquea. (pp.9-30). Ed. Éxodo  

“Quede asentado que la virtud, en efecto, es de dos especies: la intelectual y la moral, la primera debe su nacimiento y desarrollo sobre todo al magisterio y por eso necesita de experiencia y de tiempo, y tomemos en cuenta que la virtud moral es fruto de la costumbre de la cual ha tomado su nombre por una leve inflexión del vocablo.”

“De lo anterior resulta claramente que ninguna de las virtudes morales germina en nosotros naturalmente. Nada, en efecto, de lo que es por naturaleza puede por la costumbre hacerse de otro modo…..Las virtudes, por tanto, no nacen en nosotros ni por naturaleza ni contrariamente a la naturaleza, sino que siendo nosotros naturalmente capaces de recibirlas, las perfeccionamos en nosotros por la costumbre.”

Aristóteles. (2009)Libro Dos: De la virtud en General. Ética Nicomaquea. (PP. 31-45). Ed. Éxodo

Si, pues las virtudes no son pasiones ni potencias, no queda sino que sean hábitos. Con lo cual está dicho a qué género pertenece la virtud.

No basta con decir que la virtud es un hábito se precisa decir cuál es. Así pues la virtud del hombre será entonces aquel habito por el cual el hombre se hace bueno y gracias al cual realizara bien la obra que le es propia.

La virtud tiene por materia pasiones y acciones en las cuales se peca por exceso y se incurre en censura por defecto, mientras que el término medio obtiene la alabanza y el éxito, doble resultado propio de la virtud. En consecuencia la virtud es una posición intermedia, puesto que apunta al término medio.

Aristóteles. (2009)Libro Dos: De la virtud en General. Ética Nicomaquea. (PP.31-45). Ed. Éxodo

DE LA FORTALEZA Y LA TEMPLANZA

“En el hombre temperante la parte concupiscible debe concordar con la razón, pues ambas tienen por blanco

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