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De Que Va La ética


Enviado por   •  29 de Agosto de 2012  •  8.736 Palabras (35 Páginas)  •  287 Visitas

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LA ÉTICA DE FERNANDO SAVATER

Un amplio trabajo de Carlos Soler, para conocer la filosofía moral de un hombre, Fernando Savater, que resulta ser mejor persona que filósofo. Sus aciertos y sus errores. No ataca a la Iglesia pero desprecia lo cristiano. Su retórica es sibilina hasta la manipulación del lenguaje. Mejor como escritor que como pensador. Sus excepcionales dotes de comunicador las pone al servicio de unas ideas poco consistentes. Pero es preciso justificar tan serios asertos. La difusión extraodinaria del popular autor justifica también la extensión del presente estudio, análisis crítico de la obra siguiente.

Por Carlos Soler

AUTOR: FERNANDO SAVATER,

Título: «Ética para Amador»,

Edición: Ariel, 43 ed. Barcelona 2003, 189 pp. (1)

El autor no tiene intención de hacer un manual de ética para bachillerato. Pero, de hecho, puede usarse y se ha usado como un manual: con características peculiares, por supuesto, pero un manual: un excelente manual en algunos aspectos, no tan bueno en otros. Un manual que vendió 100.000 ejemplares en el 92, y que sigue editándose: en el 2003 va por la cuadragésimo tercera edición. Ha sido traducido a veintiséis lenguas. Aunque no dispongo de datos exactos, las ventas se cuentan por centenares de miles, lo cual puede ser frecuente en obras de ficción, pero es extraordinario en una obra de pensamiento. Estamos, pues, ante un fenómeno editorial importante, al que merece la pena dedicar atención.

Pero, ¿qué es exactamente este libro? Una «reflexión moral», «unas primeras consideraciones generales sobre el sentido de la libertad», dirigidas a un joven de quince años: con estas palabras el autor expresa (p. 10) lo que intenta ser esta obra.

«A veces, Amador, tengo ganas de contarte muchas cosas» (p. 11; genial inicio, por cierto). «Se me ha ocurrido escribirte algunas de esas cosas que a ratos quise contarte y no supe o no me atreví» (p. 12). ¿Sobre qué?: «sobre esa cosa rara, la ética, de la que me sigo ocupando» (p. 14). Así pues, este libro es un conjunto de reflexiones sobre la ética, o mejor, una ética, escrita al modo de una carta que un padre dirige a su hijo de quince años.

A lo largo de nueve capítulos el autor expone una ética de la buena vida, cuyo eje es el tema de la libertad. Apuntemos ahora las otras dos características que a mi juicio presenta: se trata de una ética inmanente y basada sobre el carácter relacional de la persona. Así pues, buena vida, libertad, inmanencia y relacionalidad serían las señas de identidad con las que podemos hacer una primera presentación de esta obra.

Al final de cada capítulo se seleccionan para la lectura unos pocos y breves textos: desde el Génesis a Erich Fromm (el más citado), pasando por la Ilíada, Aristóteles, Séneca, Santo Tomás Moro, Shakespeare, Hume, Spinoza, Montesquieu, Rousseau, Martin Buber, Hanna Arendt y Bertrand Russell.

En el primer apartado de esta recensión resumo el contenido de la obra, siguiendo uno a uno los nueve capítulos que la componen. El segundo y tercer apartados abordarán una valoración de los aspectos formales y del contenido.

I. CONTENIDO DEL LIBRO.

1. El capítulo primero, «De qué va la ética», no necesitamos decir de qué se ocupa. La ética es el arte de vivir, el saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene lo bueno y lo que no nos conviene lo malo ; así concluye el capítulo.

A tal conclusión se llega por un camino que vemos a continuación. Se comienza constatando que muchas veces es difícil saber lo que nos conviene. A veces está claro, pero otras no, porque uno experimenta deseos contrapuestos, y porque en muchas materias existe desacuerdo entre unas personas y otras. A continuación, Savater hace una certera y brillante exposición sobre la libertad. La libertad, el hecho de que somos dueños de nuestros actos, es lo que hace posible y necesaria la ética; por la libertad, lo que vaya a ser nuestra vida depende (al menos en parte) de nosotros mismos. La libertad es lo que hace posible acertar y equivocarse, la alabanza o el reproche (es decir, la valoración de la conducta). En definitiva, hace posible y necesario el saber ético: si no fuéramos libres sería absurdo plantearse cuestiones morales. El autor ilustra esto con ejemplos eficaces, en los que se empieza a poner de manifiesto su extraordinaria capacidad de comunicar. Compara varios ejemplos del mundo animal con otros tomados de las relaciones humanas. Los castores hacen presas, las abejas hacen celdillas hexagonales y las termitas blancas mueren para defender a sus compañeras que construyen la colmena. En representación de los humanos resulta escogido Héctor, que sale a enfrentar a Aquiles en defensa de su ciudad y sabiendo que con toda probabilidad va a morir. La diferencia entre Héctor y las termitas está en la libertad.

Al desarrollar y reforzar esta argumentación, Savater escribe quizás las mejores páginas del libro. Quiere deshacer cualquier posible equívoco o error que lleve a negar la existencia de la libertad. Para ello aclara que la libertad no incluye estas dos cosas: ni elegir lo que nos pasa: sólo podemos decidir lo que hacemos; ni la omnipotencia: elegimos dentro de lo posible, es decir, dentro de lo que nos permiten nuestra capacidad y las circunstancias exteriores. Es decir, se trata de una libertad limitada. Pero que nuestra libertad sea limitada no quiere decir que no seamos libres. Ante lo que nos pasa, o ante las circunstancias exteriores dadas, uno siempre puede elegir la actitud que toma. En otras palabras, hay que distinguir entre que las circunstancias pongan algo muy difícil y que lo hagan imposible. Aquí el autor previene contra la tentación de tomar lo primero por lo segundo, y lo desenmascara certeramente como un intento de huir de la responsabilidad que nos impone la libertad. Por último, ante quien niegue radicalmente la libertad, propone un simpático argumento ad hominem aprendido de Aquiles en su carrera con la tortuga: a tal hombre habría que pegarle escudándonos en el automatismo, sin atender a razones hasta que reconozca que lo hacemos porque queremos. En este capítulo se apunta ya una de las fuentes principales de inspiración de la obra, a saber, el vitalismo nietzscheano.

2. El segundo capítulo se titula «Órdenes, costumbres y caprichos». Antes de resumirlo es necesario adelantar una observación general. Como veremos, Savater renuncia a una fundamentación antropológica de la ética. Casi se diría que la repudia.

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