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Del Amor Nace La Vista


Enviado por   •  9 de Junio de 2014  •  430 Palabras (2 Páginas)  •  199 Visitas

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“Del amor nace la vista”

Capítulo 1… La chica de la mirada extendida al infinito.

Me desperté de un sueño profundo, para observar mi despertador, eran las 10:30 de la mañana, miré mi cuerpo, totalmente destapado por las cobijas, y aún así sentí un calor infernal. El verano había, oficialmente, empezado, y con eso vendría una larga lista de turistas guapas dispuestas a construir un “romance de verano”. Sonreí, estaba dispuesto a seguir siendo el galán que todos creían que yo era, el rompe corazones y el chico más apuesto.

Me estiré, y me miré en el espejo, sonriendo. Me agradaba mi aspecto, aunque no tanto mi olor, por lo que me metí al baño a darme una ducha. En cuanto terminé bajé las escaleras, hasta llegar al gran recibidor, en donde estaban mi madre y mi padre, discutiendo como siempre.

-¿Qué llegarás tarde por mi culpa? –Gritó mi madre, llena de rabia, golpeando a mi padre en el pecho-. Todo es mi culpa, ¿no?

-Es tú culpa porque no le dijiste a Petra que prepara el desayuno a tiempo, porque sólo te importa tu estúpido trabajo, y yo te importo un comino.

-Si tanto te molesta entonces…

Decidí que era el momento de detener todo, apareciendo.

-Buenos días –los saludé, con una mueca triste.

Mi madre ignoró mi saludo pasándose derecho, estaba vestida con un vestido y unas medias, seguramente se dirigía al bufete. Al salir azotó la puerta con fuerza. Mi padre llevaba un traje puesto, seguramente a punto de dirigirse a su famosísima empresa exportadora de ropa.

-¿Por qué discutían en esta ocasión? –le pregunté, serio, exigiendo una respuesta.

-Nada importante John –dijo, tomando su portafolio-. Que tengas un buen día.

Y sin decir alguna otra palabra salió de la casa, azotando también la puerta a su paso.

Suspiré, era imposible que discutieran cada vez que se veían, terminarían en un divorcio, lo sabía. Y ninguno de los dos se importaba en mis problemas, que, para ellos, debían parecer una bobería de adolescente.

Miré mi reflejo en el espejo de la gran sala, mi cabello castaño estaba ligeramente fuera de lugar, por lo que lo acomodé, miré mis ojos, color miel, e intenté descifrar yo mismo mi mirada, llena de resentimiento hacia mis padres, giré la cabeza una y otra vez, negando que yo tuviera algún problema, desayuné, y después salí de la casa, con destino a la playa, en donde me encontraría con George, mi mejor amigo desde la infancia.

-Hermano –dijo, dándome un apretón de manos y un abrazo.

-¿Qué

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