ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Desobediencia Civil


Enviado por   •  7 de Junio de 2015  •  2.366 Palabras (10 Páginas)  •  270 Visitas

Página 1 de 10

Ensayo sobre la desobediencia civil

Parcial domiciliario, Filosofía

Henry David Thoreau fue un intelectual estadounidense -nacido en 1817, en la localidad de Concord, Massachussets y fallecido allí mismo en mayo de 1862- que vivió en el siglo XIX y se dedicó a la filosofía, a la literatura, participó en el área de las ciencias naturales y dio lugar a escritos políticos que marcaron su época, sentaron un precedente y una gran influencia para las generaciones venideras.

Como filósofo trascendentalista – la cual sostenía que el alma de cada individuo es idéntica al alma del mundo y contiene lo que el mundo contiene- criticó profundamente, a través de sus obras, la sociedad moderna y sus instituciones por su superficialidad y su conformidad irreflexiva, colocando al individuo sobre un pedestal y caracterizándolo como un valor supremo que debía ser defendido, protegido y libre para desarrollarse en toda su peculiaridad y potencial.

Una de las obras más destacadas del autor por la tesis revolucionaria -término usado en relación al contexto socio-histórico del siglo XIX, más adelante será precisado- que planteó y el influjo que generó en el curso del paso de los años, es Ensayo sobre la desobediencia civil. Esta es la obra que me concierne en el actual trabajo práctico y la cual analizaré a continuación.

En el comienzo de la misma, Thoreau sostiene que “el mejor gobierno es aquel que gobierna menos” y que si fuera posible sería preferible uno “que no gobierne en absoluto”. Sin embargo, reconoce la necesariedad de su existencia como “medio que el pueblo utiliza para ejecutar su voluntad y para vivir en paz” pero también afirma que es capaz de cometer abusos y entrometerse en ámbitos de la vida individual en la que no tiene competencia. Ya con este primer acercamiento al texto, es posible ver su adhesión a la ideología liberal que reclama la distinción nítida e inviolable entre el ámbito privado y el ámbito público y una vida social en la que el individuo sea dueño de sí mismo practicando la libertad de la forma más amplia con una regulación mínima de su comportamiento a partir de un organismo superior, el Estado. En este sentido, el autor va plantear que cuando el gobierno interviene, obstaculizando el camino que el pueblo de una región es por sí mismo apto de hacer, genera muchas más dificultades y conflictos que “si el gobierno no se hubiera interpuesto”. Inmediatamente, hace referencia a qué lugar debe tener la conciencia individual en una sociedad civil ¿Debe ser sometida al sistema político y a aquellos que lo llevan adelante? Al plantear una rotunda negación, Thoreau reafirma el carácter libre del hombre como ser individual que debe regir su vida a partir de su propia reflexión, decisión, es decir, a partir del libre arbitrio del que no puede ni debe ser partícipe nadie más. “Debiéramos ser hombres primero y ciudadanos después. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo”. No son las leyes del Estado las que manifiestan lo que es verdaderamente justo o injusto sino que lo decide el ser humano a partir de su propia conciencia, reflexión, de la introspección en sí mismo en la cual el gobierno es un organismo externo que no tiene derecho a influir ni dar directrices que organicen a la misma y que de hecho, cuando intenta hacerlo, produce perjuicios en el desarrollo de la vida social y entre sus miembros. La fuente, entonces, de la que emana la justicia es la conciencia de cada individuo y no de leyes estatales.

Si los miembros de un Estado no ejercitan la crítica y el poder de la reflexión, se convierten en “máquinas”, son alienadas por las políticas gubernamentales y se transforman en simples mecanismos del poder: esos son los hombres que se someten a un Estado y sus ordenamientos sin cuestionarlo.

“El gobierno no es algo que me preocupe demasiado (…) Si un hombre piensa con libertad, sueña con libertad e imagina con libertad, nunca le va a parecer que es aquello que no es, y ni los gobernantes ni los reformadores ineptos podrán en realidad coaccionarlos”

Thoreau va a plantear uno de los puntos centrales de su obra en relación al contexto histórico que está viviendo el continente americano. Los Estados Unidos están en esa época, sometiendo a la región mexicana a la esclavitud y el autor, fuerte defensor anti-esclavista, va a plantear lo necesario que no es asociarse con un gobierno que no reconozca la libertad humana y produzca el encadenamiento de seres como si fueran sus instrumentos. En estrecha relación con esto, reconoce el derecho a la revolución que poseen los hombres, el derecho de desobedecer al Estado cuando éste se vuelva tiránico.

“Cuando la fricción se convierte en su propio fin, y la opresión y el robo están organizados, hagamos desaparecer a la máquina (…) Este pueblo debe dejar de tener esclavos y de luchar contra Méjico le cueste su existencia como tal”.

Acá reside una de las partes esenciales del texto que se conecta con todos los otros puntos formando un todo. El hombre puede y debe, va a sostener Thoreau, negarle lealtad al Estado al que pertenece cuando este se enfrente con los derechos inalienables del ser individual. Y la resistencia no se da en el voto porque éste no es más “que la expresión débil del deseo de un hombre”. Los hombres no pueden estar en contra de algo en el decir y no manifestarlo en el hacer, no pueden dejar aquello que les parezca correcto en manos de las masas porque la mayoría no es virtuosa ni dueña de la voluntad de pueblo sino que se impone por ser más fuerte, según Thoreau. La obligación moral del hombre que está en contra de la esclavitud y de la tiranía de un Estado es la revolución pacífica: medio de especial significación que implica en no acatar la autoridad estatal a partir de, por ejemplo, no pagar los impuestos. En realidad, se vincula con desconocer al Estado como organismo capaz de subordinar al individuo a partir de desobedecer sus leyes. Es la negación del estado desde nosotros mismos, individual y pacíficamente, sin esperar a modificarlo ni a través de sus medios, ni a través de los votos. Es la no cooperación. Cuando el gobierno no reconozca la libertad, cuando se convierta en un mecanismo incompetente que aliena los derechos del hombre como ser individual, todo miembro debe ejecutar la revolución pacífica, debe llevar a la práctica aquello que cree. “¿Cómo puede estar satisfecho un hombre por el mero hecho de tener una opinión y quedarse tranquilo con ella? (…) La acción por principio, la percepción y el desarrollo de lo correcto, cambian las cosas y las relaciones; es algo esencialmente revolucionario y no concuerda con nada de

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (14 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com