Diálogo Entre Sarte Y Marcel

Gabriel Marcel se encontraba en las arenas de una playa solitaria admirando las ruinas de lo que una vez fu la Catedral del Vaticano, a su alrededor no habías más que arena color plata y maleza creciente. Su rostro serio denotaba reflexión, dentro de su cabeza vagaban pensamientos fugaces que desataban una disputa en su corazón. A unos metros de distancia, Sartre se acercaba tranquilamente, mientras le tomaba una fotografía con su cámara instantánea a dichas ruinas. De pronto, cruzó la mirada con Marcel y lo saludó animadamente.

Marcel: Gracias a Dios, que estás aquí conmigo, pensé que estaba sólo en esta tierra sin nombre.

(Sartre se acerca y le muestra la foto a Marcel)

Sartre: Qué grande pero qué frágil ¡ese es tu Absoluto!

Marcel: Si Dios fuera frágil, ni tú ni yo estaríamos aquí.

Sartre: El hombre existe cuando se ha definido, antes de eso no es nada. El hombre existe sin ayuda divina.

Marcel: “el Absoluto pertenece al mundo de la experiencia del hombre.”

Sartre: La experiencia del hombre es solo de lo demás es casualidad.

Marcel: Me parece inadecuado entablar esta conversación frente a este recinto ¿gustas caminar conmigo?

(Los dos avanzan a la orilla del mar)

Marcel: La casualidad solo es parte del plan maestro de Dios.

Sartre: ¡Pues que Dios tan cruel! Si los hombres son fieles ciervos ante un Dios déspota, sólo es por su miedo a trascender.

Marcel: La trascendencia es la fusión con el Absoluto; y para llegar a ella nos sirve la muerte como un puente.

Sartre: Cuando una persona nace no tiene conciencia de lo que es, y al adquirir ésta, la persona debe definirse, y ser. Debe eliminar todo lo que sabe, o cree saber, utilizar su ego como herramienta de crítica introspectiva y después, liberarse de ella para obtener una esencia. “La existencia precede a la esencia”; y sin ella, ningún hombre es capaz de trascender. Esa muerte que tú concibes, no es más que una limitación que le impide al hombre ser todo lo que pudo haber sido.

(Marcel, mira hacia el horizonte, mientras le comenta a Sartre, señalando con su mano izquierda la puesta de sol. Sus ojos reflejan el brillo del crepúsculo en el mar).

Marcel: Sin la noción del nosotros no somos nada, y el amor es aquello que nos vuelve uno. Sin la noción del amor diría yo, no seríamos. Por lo tanto la muerte no limita a nada, ya que el amor que se concibe con el prójimo y con Dios da lugar a la existencia.

Sartre (responde mirándolo con cierta severidad y con un tono de urgencia insiste en la necesidad de situar el problema de la existencia en el mundo del ser humano, para él parece no existir otro horizonte): El amor no existe. El amor es sólo el deseo de dominar la voluntad de otra persona. Es no reconocer su libertad, y lleva al fracaso, porque sólo se logra, cuando se es dominado también.

Marcel: El amor es lo que permite nuestra supervivencia, sin ella se está condenado

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