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Dónde Está La Inspiración?


Enviado por   •  29 de Abril de 2013  •  1.774 Palabras (8 Páginas)  •  311 Visitas

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¿Dónde está la inspiración?

Un cuestionamiento del imaginario común acerca de la posesión de la creatividad.

Hace unos meses, una alumna de una academia holandesa me entrevistó como parte de su trabajo final. En cierto momento me preguntó de dónde venía mi inspiración. Me pregunté qué era lo que ella esperaba de mi respuesta: ¿una persona, un lugar, un momento del día?

Sé a qué software recurrir cuando quiero hacer tal o cual cosa, o puedo definir qué materiales son más apropiados para determinados proyectos, pero éstas son casi siempre etapas posteriores a la aparición de una idea. ¿Dónde busco inspiración? ¿Dónde nace una idea?

Viví un año en Holanda. Cielo gris, días lluviosos, inviernos crudos. Este no es un paisaje que yo, nacida en Sudamérica, llamaría «inspirador». Sin embargo, fue un año lleno de pulsión, lleno de necesidad de hacer cosas, lleno de vida interior. He pasado días encerrada por culpa del clima, y desde mi computadora hice proyectos mirando el cielo gris sobre mi terraza. Este entorno poco amigable fue, sin embargo, testigo de un año que quedará grabado en mi cabeza como uno de los más creativos de mi vida.

No puedo nombrar un entorno ideal, tampoco un estado mental. He conocido nuevas ideas propias en mis momentos de ocio, tirada panza arriba en una playa. Pero también en mis momentos de trabajo más intenso, con sueño, estrés y regresos a casa tardíos, cuentas de supermercado y pilas de platos en la cocina.

Me encuentro ahora mismo en Dessau, Alemania. La habitación en la que estoy escribiendo este texto queda justo frente al edificio de La Bauhaus, la famosa escuela de diseño que marcó la ruta del diseño moderno. Levanto la cabeza y desde mi ventana veo este edificio, y me sorprendo cada vez de que no sea más que un edificio. Me pregunto si debería sentirme inspirada, si los objetos transportan algo de este elixir, si esa energía creativa de principios de siglo XX está contenida en la materia y circula todavía por ese edificio.

Usamos habitualmente frases como: «Hoy estoy inspirado», «me inspiré» o «no se me cae una idea», y sin saberlo ubicamos a las ideas allá arriba en algún lado, un mundo superior de donde caen y nosotros las atrapamos si estamos lo suficientemente atentos. También hablamos de «fuente de inspiración», un estanco en donde nos agachamos y bebemos el agua divina que traerá ideas a nuestras cabezas.

En relación a esto, un profesor de creatividad aplicada de una escuela de diseño de Barcelona sostenía, agitando sus brazos en el aire, que las ideas fluyen y nosotros, los creativos, debemos estar despiertos para atraparlas. Qué estresante me pareció cuando lo dijo, cuántas alteraciones del sueño podía traer eso a sus alumnos. A la vez, ¡qué reconfortante podía ser para otros!, pues la idea ya está escrita, no hay nada por construir, vendrá hoy o mañana. Sentémonos a esperarla.

Mantenemos a las ideas en este mundo superior, a donde sólo las mentes más despiertas pueden acceder, los creativos. Una idea mezquina de la creatividad, la de pensar que sólo algunos iluminados tenemos acceso a eso. Fuera los doctores, los abogados. Fuera lo conductores de trenes y las cajeras de supermercado. Solo los creativos están invitados a la fiesta de ideas.

Hace unos meses, llegó a mis manos un video sobre Andrew Wiles, un matemático inglés que resolvió el famoso teorema de Fermat. El Profesor en Ciencia contaba su proceso para resolver un problema que cientos de matemáticos habían fallado en demostrar. Hablaba de teorías pasadas, de curvas elípticas, de logaritmos, y se le llenaron los ojos de lágrimas cuando llegó al momento de contar cómo había dado con «LA» idea que resolvió el teorema. Me quedé helada. Eso que creía mío estaba también en manos de un hombre, que trabaja con números y calculadoras todo el día, en una habitación blanca sobre un escritorio repleto de papeles. También me impactó su descripción del proceso, tan parecido al de un proceso creativo: la prueba y el error, tomar algo de aquí y de allá, tener referentes anteriores, encontrar una solución, corroborar, corregir, reformular. La idea «cayó» en un segundo, llegar a ella llevó años de estudio, horas de trabajo duro, pilas de papeles, litros de tinta, períodos de frustración y efímeros momentos de alegría.

Las matemáticas son abstractas, las soluciones son tangibles. Las ideas ocurren en todas partes. Soluciones creativas existen en todas las areas y por lo tanto todos somos responsables de traerlas a la vida. Sin embargo, hay una disociación entre el trabajo y la inspiración. Parecen términos practicamente opuestos.

Apelando al imaginario común, la inspiración es habitualmente asociada con un acto espontáneo, un sorpresivo aparecer de una idea o una imagen. La clásica foto del artista frente al lienzo, cuasi poseído, pintura en la cara y en las manos, pinceladas ágiles y expresivas. Del otro lado, la no inspiración la asociamos con momentos en que no podemos pensar en una solución, la frustración: una persona refregando sus ojos frente a la computadora cuando el reloj marca las tres de la mañana.

Inserto la palabra inspiración en un buscador de Google. Los resultados refieren a dos tipos de acepciones del término, por un lado a la inspiración como evento artístico, por el otro como un fenómeno fisiológico.

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