ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL APRENDIZAJE HUMANO


Enviado por   •  1 de Julio de 2014  •  1.949 Palabras (8 Páginas)  •  200 Visitas

Página 1 de 8

EL APRENDIZAJE HUMANO

En alguna parte dice Graham Green que el ser humano es también un deber, se refería probablemente a esos atributos como la compasión por el prójimo, la solidaridad o la benevolencia hacia los demás, que suelen considerarse rasgos propios de las personas “muy humanas”, es decir, aquellas que han saboreado “la leche de la humana ternura” según la hermosa expresión Shakespeareana. Es un deber mortal, entiende Green, llegar a ser humano de tal modo. Y si es un deber cabe inferior que no se trata de algo fatal o necesario (no diríamos que morir es un “deber”puesto que a todos irremediablemente nos ocurre) habrá pues quien ni siquiera intente ser humano o quien lo intente y no lo logre, junto a los que triunfen en ese noble empeño. Es curioso este uso del adjetivo humano, que convierte en objetivo lo que diríamos que es inevitable. Nacemos humanos pero eso no basta: tenemos también que llegar a serlo ¡y será por supuesto que podemos fracasar en el intento o rechazar la ocasión misma de intentarlo!

Recordemos que Píndaro, el gran poeta griego, recomendó enigmáticamente: -“llegar a ser el que eres”.

Desde luego, en la cita de Graham Green y en el uso común valorativo de la palabra, se emplea (humano) como una especie de ideal más sencillamente como la denominación específica de una clase de mamíferos parientes de los gorilas y los chimpancés, pero hay una importante verdad antropológica insinuada en ese empleo de la voz “humano”, los humanos nacemos siéndolo ya, pero no lo somos del todo hasta después. Aunque no concedamos a la condición “de humano” y una especial relevancia moral, aunque aceptamos que también la cruel Lady Mcbeth era humana - pese a serle extraña o repugnante la leche de la humana amabilidad – y que son humanos y hasta demasiado humanos los tiranos, humanos los asesinos, los violadores brutales y los torturadores de niños. Sigue siendo cierto que la humanidad plena no es simplemente algo biológico una determinación genéticamente programada, como la que hace alcachofas a las alcachofas y pulpos a los pulpos. Los demás seres vivos nacen ya siendo lo que definitivamente son , lo que irremediablemente van a ser, pase lo que pase, mientras que de los humanos lo más que parece prudente decir es que nacemos para la humanidad. Nuestra humanidad biológica necesita una confirmación posterior, algo así como un segundo nacimiento en el que por medio de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros humanos se confirme definitivamente el primero. Hay que nacer para humano, pero solo llegamos plenamente a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito y con nuestra complicidad. La condición humana es en parte espontaneidad natural, pero también deliberación artificial: llegar a ser humano del todo – sea un humano bueno o un humano malo- es siempre un arte. A este proceso peculiar los antropólogos lo llaman neotenia. Esta palabreja quiere indicar que los humanos nacemos aparentemente demasiado pronto sin cuajar del todo: somos como esos condumios precocinados que para hacerse plenamente comestibles necesitan todavía 10 minutos en el microondas o ¼ de hora al baño maría tras salir del paquete. Todos los nacimientos humanos son en cierto modo prematuros: nacemos demasiado pequeños hasta para ser crías de mamíferos respetables.

Comparemos un niño y un chimpancé recién nacidos. Al principio, el contraste es evidente entre las insipientes habilidades del monito y el completo desamparo del bebe. La cría del chimpancé pronto es capaz de agarrarse el pelo de la madre para ser transportado de un lado a otro, mientras que el retoño humano prefiere llorar o sonreír para que le cojan en brazos: depende absolutamente de la atención que se le preste. Según va creciendo, el pequeño antropoide multiplica rápidamente su destreza y en comparación del niño resulta lentísimo en la superación de su invalidez original. El mono esta programado para arreglárselas solícito como buen mono cuanto antes- es decir, para hacerse pronto adulto-, pero el bebe en cambio parece diseñado para mantenerse infantil y minusválido el mayor tiempo posible, cuanto más tiempo dependa vitalmente de su enlace orgánico con los otros, mejor; incluso su propio aspecto físico y refuerza esta diferencia, al seguir lampiño y rosado junto al monito cada vez más velludo: como dice el título famoso de libro de Desmond Morris, es un “mono desnudo”, es decir, un mono inmaduro, un antropoide perpetuamente infantilizado un púber junto al chimpancé que pronto diríase que necesita un buen afeitado.

Sin embargo, paulatina, pero inexorablemente los recursos de niño se multiplican en tanto que en el mono empiezan a repetirse. El chimpancé hace pronto bien lo que tiene que hacer, peo no tarda demasiado en completar su repertorio. Por supuesto, sigue esporádicamente aprendiendo algo (sobre todo si está en cautividad y se lo enseña un humano) pero ya proporciona pocas sorpresas, sobre todo al lado de la aparentemente inacabable disposición para aprender todo tipo de mañas; desde las más sencillas a las más sofisticadas, que desarrolla mientras crece. Sucede de vez en cuando que algún entusiasta se admira ante la habilidad de un chimpancé y lo programa “mas inteligente que los humanos” olvidando desde luego que si un humano mostrase la misma destreza pasaría inadvertido; y si no mostrase destrezas mayores, sería tomado por imbécil irrecuperable. En una palabra, el chimpancé como otros mamíferos superiores, madura antes que el niño humano pero también envejece mucho antes, con la más irreversible de las ansiedades: no ser ya capaz de aprender nada bueno . En cambio, los individuos de nuestra especie permanecen hasta el final de sus días inmaduros tan tunantes infalibles,

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (11.6 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com