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EL MITO DE FAUSTO GOETHE


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  1.757 Palabras (8 Páginas)  •  757 Visitas

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El mito del héroe en el Fausto de Goethe

Este ensayo se desarrolla a partir de dos premisas fundamentales. La primera premisa tiene que ver con la trascendencia simbólica del Fausto de Goethe; su personalidad, quebrada por pasiones, no está lejos del entramado del alma del hombre, más aún, es este Fausto y no el de Marlowe ni el de Thomas Mann, quien representa mejor el destino de todos los hombres: su finitud, sus vicios, sus pasiones y la virtud, que como pequeña luz errante, lo salva al final de reptar en el infierno, hacen del Fausto de Goethe el espejo fiel del hombre.

La segunda premisa está cercana al mito del héroe, pues Fausto, al igual que los héroes de las mitologías de oriente u occidente, vive un periplo de aprendizaje, un rito de iniciación. Para dar fundamento a esta postura me apoyaré en el maravilloso libro de Joseph Campbell, El héroe de las mil máscaras.

Si algo tenemos que lamentar de nuestras leyendas mexicanas a diferencia de las leyendas europeas o nórdicas, es su limitación a la oralidad, personajes como la llorona, el charro negro y muchos más, permanecen vivos gracias a la transmisión que de boca en boca se hace de ellos. Sin embargo, estas leyendas se retroalimentan sólo de posturas costumbristas, es en el ámbito bucólico en donde desarrollan su mayor poder de comunicación pero nunca se coronan como literatura escrita, nunca el arte las ha moldeado, permanecen siempre desaliñadas en los labios del pueblo. ¿Qué habría pasado si Juan Rulfo por ejemplo, hubiera escrito su versión de la llorona? Seguramente no sólo tendríamos una magnífica obra literaria, también tendríamos una leyenda ya no sólo de carácter local, sino también universal.

Un ejemplo de cómo una leyenda local se puede volver universal es el Fausto. Goethe no inventa el personaje del Fausto, este es un personaje de una vieja leyenda alemana al que el escritor retoma para recrear su obra dramática en 1808. Es este personaje, el de la obra dramática, es el que a continuación analizaré.

¿Quién viene siendo Fausto? Según la versión de Goethe, Fausto es un doctor pobre quien atormentado por su estrecha existencia, decide vender su alma al diablo a cambio de los goces de la vida. El pacto con el diablo (Mefistófeles) sufrirá una vuelta de tuerca por la presencia de Margarita.

Así pues vemos que existen tres personajes fundamentales en la obra dramática del Fausto de Goethe que al mismo tiempo representan la evolución del héroe mitológico: la iniciación del héroe, representada por Fausto; la prueba, representada por las tentaciones terrenales de Mefistófeles y; la ayuda, representada por Margarita.

De la misma forma en la que el joven príncipe Guatama, antes de ser Buda, partió secretamente del palacio de su padre y convertido en un mendigo atravesó el mundo y adquirió los ocho estados de la meditación, Fausto también hará un viaje a la selva oscura, a la negra noche del alma, para retornar con una revelación: el conocimiento de dos mundos, el de la luz y el de la sombra.

Menciona Campbell (1959) que el héroe inicia su aventura desde un mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva.

Conforme a lo anterior veamos la evolución del Fausto:

Es interesante la intertextualidad clásica que Goethe da a su versión del Fausto. Al igual que en la Odisea (cuyo personaje principal es Ulises, héroe mítico por antonomasia), la Ilíada o la Eneida, en el Fausto existe la presencia divina. Fausto no es un personaje autónomo, su destino está trazado por los designios del cielo. Es El Señor y Mefistófeles quienes en una partida apuestan el alma de Fausto siendo éste un simple títere de sus designios, tal como lo fue Héctor cuando murió en las manos de Aquiles:

Mefistófeles: “¿Qué apostáis? Aun le perderéis si me dáis licencia para conducirle poco a poco a mi camino” (Goethe, 1979: 13).

Es entonces que Fausto, al igual que Buda, Prometeo, Ulises o Héctor, tiene un lazo con fuerzas sobrenaturales. Es con este antecedente que comenzará su rito de iniciación.

Se presenta entonces el inicio de la aventura, que como dice Campbell, se da desde un mundo de todos los días. Fausto se encuentra alicaído, decepcionado de su vida pues como dice él mismo: “la existencia es para mí una penosa carga; ansío la muerte y detesto la vida” (1979: 49).

El mundo de Fausto es el de la miseria en todos los sentidos, se ha apartado del mundo, como Buda pero en sentido contrario, para adquirir el conocimiento a través de la razón pero la razón ha fracasado pues no ha sido para Fausto un camino que lleve a la felicidad:

“Con ardiente afán, ¡ay!, estudié a fondo la filosofía, jurisprudencia, medicina y también por desgracia, la teología; y heme aquí ahora, pobre loco, tan sabio como antes” (1979: 17).

Es bajo este escenario que Fausto hace pacto con Mefistófeles esperando encontrar la verdadera vida. El héroe inicia su trayecto pero a diferencia de Dante quien contó con la guía de Virgilio para atravesar el infierno, Fausto se ve guiado por el mismo Diablo y sus consejos, que lejos de beneficiarlo, están encaminados a ahogar más su alma.

Fausto deja a un lado la razón para embaucarse en el mundo de la magia y sortilegios. Tal pareciera que

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