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EL PAPEL DEL MIEDO EN EL ESTABLECIMEINTO DEL CONTRATO SOCIAL EN HOBBES


Enviado por   •  8 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  2.278 Palabras (10 Páginas)  •  206 Visitas

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UNIVERSIDAD DEL VALLE

FACULTAD DE HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA

SEMINARIO GUERRA Y PAZ, UNA LECTURA DEL LEVIATÁN DE THOMAS HOBBES

CARLOS ANDRÉS PÉREZ VÁSQUEZ 0933470

EL PAPEL DEL MIEDO EN EL ESTABLECIMEINTO DEL CONTRATO SOCIAL EN HOBBES

        Dentro de su teoría contractual, Hobbes presenta una sistemática y muy minuciosa revisión de las condiciones que posibilitan el establecimiento de su tesis en torno al surgimiento del Estado. Sin embargo, entre sus muchas observaciones, hay un factor que se conserva en tres de sus más importantes obras políticas, como lo son Los elementos del derecho, De Cive y por supuesto, su Leviatán. Este factor es el miedo. Esta pasión es quizá la más importante para alcanzar el pacto social. Cabe aclarar, que si bien no es la única condición, sí se presenta como determinante en cuanto que la seguridad, es prenda de garantía para la satisfacción constante de sus pasiones, las cuales conducen a la felicidad ya que a los hombres no solo les importa vivir, sino que quieren hacerlo bien. Por tal razón, el presente trabajo busca describir las formas en las cuales el miedo se muestra como fuerte condición para alcanzar los medios que permitan garantizar aquella comodidad.

        Hobbes parte del análisis de las condiciones del hombre, de aquello que lo hace tal. Para eso apela al movimiento, el cual, siguiendo la línea e Galileo, es incesante. Así, establecerá que las pasiones son movimientos, y por consiguiente, son el motor que impulsa toda acción posible. Así, se permitirá establecer como las pasiones principales, al apetito y la aversión. Apetito y aversión son correspondientes con búsqueda y temor; por lo tanto, este pensador británico pondrá a la cabeza de todo movimiento pasional a este par de manifestaciones. Con esto ya deja entrever, que tanto el afán de conseguir, como el temor a perder, son la base del resto de formas que las pasiones toman en la medida que se centren en objetivos específicos[1].

        Sin embargo, este afán de alcanzar la felicidad, es decir, el éxito constante en la satisfacción de las pasiones, se encuentra obstaculizado por el carácter de igualdad del que gozan los hombres dentro de su estado de naturaleza. Dentro de este, al no existir garantía de seguridad, la vida se convierte en una continua zozobra, en una indeterminación. Por consiguiente, la única garantía presentada por Hobbes para los hombres, es el establecimiento de un pacto, de un contrato que garantice las condiciones necesarias para la consecución de esa tan anhelada seguridad que permita a su vez, alcanzar la felicidad. Pero resulta que los hombres dentro de su plena libertad, son incapaces de establecer convenios sólidos, puesto que carecen de un poder común que los mantenga a raya y evite que se agredan constantemente unos a otros. Pero llegar al establecimiento de ese poder no es algo que se logre por el mero deseo de pactar, sino por el temor de perecer. El pacto en los hombres se da de manera artificial y no natural. Por lo tanto, es necesario establecer un contrato: un pacto por medio del cual, cada miembro se sienta en la obligación de ceder algo con tal de obtener garantías para vivir de buena manera. Sin embargo, ni siquiera este deseo por el buen vivir es lo suficientemente fuerte para lograr el pacto: es allí donde el miedo se hace determinante.

        En Los elementos del derecho, Hobbes empieza a mostrar que en los hombres los pactos se dan gracias a la presencia del miedo, puesto que el miedo es sinónimo de rechazo, de aquello que no se quiere, de lo que se evita. Así, en el capítulo XV de esta obra, la propuesta central será que los hombres acuerdan el pacto en principio, por el temor a la muerte, a la muerte violenta. El temor a perder la vida, y la incertidumbre que se presenta frente a la posibilidad constante de ser atacado por otros, hacen que la vida de los hombres sea algo triste e indeterminada. Por tal razón, los hombres deciden pactar, y este pacto requiere del temor, puesto que sin él los pactos se tornan vacíos. Este temor se traslada ahora del simple hecho de temer por el ataque de otros, sino que se manifiesta ahora por el temor al poder del soberano. Este tránsito crucial del miedo, desde el temor por la pérdida de la vida por la mano de otros, hasta el miedo que puede producir el castigo recio e inflexible por parte de un poder común a todos, es el pilar del contrato; y como principio regulador, conserva el miedo en su esencia.

        Por otra parte, en el De cive también se establece que todo contrato surge en un primer principio, por el temor. Hobbes establece ciertos principios de legalidad, los cuales son anteriores a todo pacto: a estos les llama leyes naturales. Estas leyes naturales están presentes en todos los hombres, y éstos a su vez, son conscientes de ellas, aunque en mayor o menor grado a unos respecto de los otros. No obstante, estas leyes son insuficientes para garantizar la paz entre los hombres, dado que, como el mismo autor lo manifiesta de manera enfática, las acciones de los hombres proceden de la voluntad y ésta de la esperanza y el miedo[2], de tal modo, que como la principal característica de los hombres en estado de naturaleza es la propia conservación, sería perfectamente lícito violar las leyes naturales si aquello que se encuentra en peligro es la vida misma. Por supuesto, todos los hombres están en la necesidad de conservar su vida a ultranza, incluso cuando el contrato se ha establecido y se cuenta con un poder común que los ponga en cintura y los obligue a cumplir con las leyes civiles. El derecho o mejor, la obligación de los hombres a preservarse hace válido cualquier mecanismo de defensa. Pero, este instinto de conservación no es más que una manifestación del miedo. Por supuesto, se conserva aquello que no se quiere o no se puede perder, o al menos, no por el simple deseo de otros sobre lo que se protege o se posee. Este temor a la pérdida hace que los hombres necesariamente, busquen unirse, ya que la unión es una de las formas por medio de las cuales es posible hacer frente a una amenaza. Y entre mayor sea la unión, así mismo será la posibilidad de salir airoso frente a eso que se presenta como amenaza. Pero al desaparecer la amenaza es posible que también desaparezca la unión. “Ha de hacerse, pues, algo más: que aquellos que consintieron en buscar la paz y la ayuda mutua en aras del bien común puedan ser, por miedo, refrenados de disentir otra vez cuando sus intereses privados parezcan discrepar del bien común”.[3] Por consiguiente, el temor debe pasar de la amenaza externa, a la mano dura del gobernante.  Se sigue de este modo, que si no es por el influjo del miedo, los hombres en su condición de seres volitivos, ambiciosos, deseosos, sentirán que nada puede o debe hacerle frente a su afán de codicia.

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