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El Ateismo

danielaruiz6210 de Octubre de 2013

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En el ateísmo hay que diferenciar dos divisiones: el Ateísmo Práctico y Ateísmo Teórico.

El Ateísmo Práctico es el que, sin pronunciarse sobre la existencia de Dios, no le otorga ningún papel a la vida real; mientras que el Ateísmo Teórico es el que no admite a un ser que transcienda el mundo.

El Ateísmo Práctico, ha florecido en mayor o menor grado en todas las civilizaciones de elevado desarrollo. Al margen de las formas que haya revestido a lo largo de los siglos, el Ateísmo Teóricoaduce la existencia de ciertas contradicciones que permiten negar la existencia de Dios:

1º. El primer argumento insiste en la oposición entre naturaleza y Dios, y es típico delAteísmo Científico; es decir, la naturaleza sigue sus propias leyes, y su explicación científica no necesita invocar la hipótesis de Dios. De la puesta entre paréntesis metodológica, se pasa a una negación dogmática. De la inutilidad de Dios en la práctica científica se concluye su inexistencia, no sin sustituirlo a veces por otras entidades. En todo caso, el Ateísmo Científico no deja de ser en sí mismo un postulado absolutamente indemostrable.

2º. Un segundo tipo de argumentación se apoya en la contradicción entre Dios y el mal, y su representación intelectual más desarrollada podemos encontrarla en el existencialismo. Ante el mal, sobre todo el que golpea al inocente, la conciencia moderna no ha hallado otra salida que la protesta y la rebelión; la imposibilidad última de integrar el mal en un orden moral compatible con la supuesta bondad divina genera por sí misma ese hondo sentimiento de frustración y decepción que encontramos en autores tan diversos como Dostoievski, Sastre o Camus, quienes, junto a otros, engrosan las filas de este ateísmo de protesta.

3º. El tercer argumento, propio del Ateísmo humanista, parte de la incompatibilidad entre Dios y la libertad humana. Si Dios existe, será el espectador absoluto del destino del hombre, quien sólo gozará de una libertad ilusoria, manteniéndolo bajo su mirada y su poder, dios reduce al hombre a la simple condición de objeto.

4º. El último argumento, que cabría atribuir a un Ateísmo Ontológico, opone lo infinito a dios. Nietzsche reprocha al cristianismo de haber reducido y limitado el campo vital del hombre, el haber anulado el infinito -el infinito humano, “nuestro infinito”- y sustituye al Crucificado por Dioniso, símbolo de la profundidad divina. Heidegger propone también abrirse a la profundidad abismal del Ser, sin intentar transformarlo en figuras del ente o concebirlo como fundamento de los entes. Al ser como fundamento opone el ser como Abgrund, resistiéndose a la “tiranía de logos”, trata de mantenerse abierto a la profundidad de lo real. Para Heidegger, sin embargo, el ocaso de la ontoteología no cancela la cuestión de Dios, sino que anuncia otra perspectiva de la esencia divina, no conceptual.

El siglo XX fue un período extremadamente complejo. Los cambios que ocurrieron en esos 100 años superaron con mucho a todos los cambios que la humanidad había experimentado a lo largo de toda su historia previa. El aspecto tecnológico es el más evidente de ellos y el que suele salir a colación más a menudo; sin embargo, junto con los deslumbrantes avances materiales, cabe destacar el cambio en el pensamiento del hombre común, en su visión del mundo y de sí mismo, como una de las alteraciones más significativas.

Durante siglos –más aun, milenios– el hombre consideró el universo y el rol que en él le tocaba desempeñar como asuntos cuya principal característica era su naturaleza sobrenatural o espiritual. En esto siempre han coincidido tanto las cosmovisiones aborígenes de todo el mundo como las principales y más conocidas religiones que han modelado civilizaciones enteras (como

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