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Ateismo


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  2.355 Palabras (10 Páginas)  •  332 Visitas

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(“a” privativo, y “theos”: Dios. O sea, “sin Dios”)

El ateísmo es ese sistema de pensamiento que formalmente se opone al teísmo. Desde que apareció, el término ateísmo ha sido utilizado en forma muy vaga, generalmente como epíteto de acusación contra cualquier sistema que dudara de las deidades populares del momento. De ese modo, así como Sócrates fue acusado de ateísmo (Platón, Apología. 26, c.) y Diágoras fue llamado ateo por Cicerón (Nat. Deor. I, 23), Demócrito y Epicuro fueron llamados “impíos”, con el mismo sentido (irrespetuosos con los dioses) a causa de la tendencia de su nueva filosofía atomista. En ese sentido también los cristianos fueron tildados de ateos por los paganos porque rechazaban a los dioses paganos. Y de tiempo en tiempo algunos sistemas religiosos y filosóficos han sido considerados ateos por semejantes razones.

Si bien el ateísmo, visto en su aspecto histórico, no ha significado nada más en la antigua negación crítica o escéptica de la teología de quienes han usado el término como reproche, y consecuentemente no tiene ningún significado estrictamente filosófico; si bien, no tiene un lugar definido dentro de la exposición de algún sistema consistente, sin embargo, considerado en su significado más amplio, como simple término opuesto al teísmo, podremos enmarcar todas las clasificaciones de sistemas que sean necesarias dentro de ese concepto. Al hacerlo así estaremos adoptando simultáneamente tanto la perspectiva filosófica como la histórica. Esto, debido a que el común denominador de todos los sistemas teístas y que el punto central de toda religión popular hoy día es sin duda la creencia en la existencia de un dios personal. Negar este fundamento es suscitar el reproche popular del ateismo. El Sr. Gladstone se dio cuenta de tal definición cuando escribió (Contemporary review, Junio 1876):

“Por ateo yo entiendo a quien no solamente se mantiene sin afirmar, como el escéptico, sino a quien decide por sí mismo, o es llevado a decidir, a negar todo lo que no se ve, o la existencia de Dios”.

Más aún, la amplitud de todo lo que queda comprendido en ese uso del término admite divisiones y subdivisiones. Sin embargo, al mismo tiempo limita el número de sistemas de pensamiento a las que, con alguna propiedad, se les podría aplicar. Por otro lado, si el término de utiliza de esa manera, como la contradistinción estricta del teísmo, y se planean los distintos modos en que puede ser aceptado, estaos sistemas de pensamiento aparecerán naturalmente en una proporción y una relación más claras.

El ateísmo, entonces, definido como una doctrina, o teoría, o filosofía formalmente opuesta al teísmo, sólo puede referirse a la enseñanza de esas escuelas, cosmológicas o morales, que excluyen a Dios como principio o conclusión de su racionamiento.

La forma más radical que puede adoptar el ateísmo es la negación dogmática y positiva de la existencia de cualquier causa primera espiritual y extramundana. Esto se conoce como ateísmo dogmático, o teórico práctico, aunque es difícil pensar que tal sistema haya sido, o pueda ser, sostenido seriamente. Definitivamente Bacon y el Doctor Arnold hacen suya la voz de las personas pensantes cuando expresan dudas acerca de la existencia de ateos que pertenezcan a tal escuela. Empero, hay algunas fases avanzadas de filosofía materialista que, quizás, podrían ser incluidas en esa categoría. El materialismo, que afirma encontrar en la materia su propia causa y explicación, puede ir aún más allá y excluir positivamente la existencia de cualquier causa espiritual. Claro que no es necesario demostrar que una aseveración dogmática de ese tipo es irracional e ilógica, pues es algo que no se sigue de los hechos ni queda justificada por las leyes del pensamiento. Pero el hecho de que algunas personas hayan abandonado la esfera de la observación científica exacta en aras de la simple especulación, y recurrido a dogmatismos negativos, ciertamente invita a incluirlos en esa categoría específica. El materialismo es la única explicación dogmática del universo que podría de alguna manera justificar la posición atea. Pero aún el materialismo, como quiera que sus seguidores puedan dogmatizar, no puede hacer otra cosa que presentar una base teórica inadecuada en la que se sustentaría una forma negativa de ateísmo. El panteísmo, que no debe ser confundido con el materialismo, también puede ser colocado en esta división bajo alguna de sus expresiones, como cuando niega categóricamente la existencia de una causa primera externa y superior al mundo.

Hay una segunda forma por la que el ateísmo puede ser sustentado y enseñado, como de hecho ha sido, y que se fundamenta básicamente en la carencia de datos físicos acerca del teísmo, o en la limitada inteligencia humana. Esta segunda forma puede ser descrita como ateísmo negativo teórico, y puede ser visto como cosmológico o psicológico, según sea su motivación: por un lado, una reflexión sobre la pobreza de datos duros que sirvan de argumento para probar la existencia de un Dios súper sensible y espiritual, y por otra, algo que es prácticamente equivalente, la atribución de todo cambio y desarrollo cósmico a las potencialidades inherentes a la materia eterna. O también, una estimación empírica o teórica del poder de la razón trabajando sobre los datos ofrecidos por la percepción sensorial.

No importa la causa de la que proceda, esta forma negativa de ateísmo va a recaer ya en el agnosticismo, ya en el materialismo, aunque el agnóstico queda mejor definido dentro de esta categoría que el materialista. Aquél, alegando un estado de falta de conocimiento, pertenece más propiamente a una categoría a la que pertenecen aquellos que desdeñan, más que explicar, la naturaleza sin Dios. Es más, el agnóstico puede ser un teísta si admite la existencia de un ser que está más allá de la naturaleza, aunque afirme que tal ser es incapaz de ser demostrado y conocido. El materialista pertenece a esta clase mientras meramente desdeñe, y no excluya de su sistema, la existencia de Dios. Al igual que el positivista, que ve la especulación teológica y metafísica como simples etapas efímeras del pensamiento a través de las cuales ha ido pasando la mente humana en su camino hacia el conocimiento positivo o empírico relativo. Obviamente, cualquier sistema de pensamiento o escuela filosófica que simplemente omita la existencia de Dios de la totalidad del conocimiento natural, sea que la persona individual crea en Él o no, puede ser clasificada en este tipo de ateísmo, en el que, hablando con propiedad, no se hace ninguna afirmación positiva, ni

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