El Criterio
Oscar696923 de Octubre de 2013
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El criterio
de
Jaime Balmes
Criterio es un medio para conocer la verdad. La verdad en las cosas es la realidad.
Índice
Capítulo I - Consideraciones preliminares
Capítulo II - La atención
Capítulo III - Elección de carrera
Capítulo IV - Cuestiones de posibilidad
Capítulo V - Cuestiones de existencia - Conocimiento adquirido por el testimonio inmediato de los sentidos
Capítulo VI - Conocimiento de la existencia de las cosas adquirido mediatamente por los sentidos
Capítulo VII - La lógica acorde con la claridad
Capítulo VIII - De la autoridad humana en general
Capítulo IX - Los periódicos
Capítulo X - Relaciones de viaje
Capítulo XI - Historia
Capítulo XII - Consideraciones generales sobre el modo de conocer la naturaleza, propiedades y relaciones de los seres
Capítulo XIII - La buena percepción
Capítulo XIV - El juicio
Capítulo XV - El raciocinio
Capítulo XVI - No todo lo hace el discurso
Capítulo XVII - La enseñanza
Capítulo XVIII - La invención
Capítulo XIX - El entendimiento, el corazón y la imaginación
Capítulo XX - Filosofía de la Historia
Capítulo XXI - Religión
Capítulo XXII - El entendimiento práctico
Capítulo I: Consideraciones preliminares
I - En qué consiste el pensar bien. Qué es la verdad.
El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe; conociendo que la variedad de las estaciones depende del Sol, conocemos una verdad, porque, en efecto, es así; conociendo que el respeto a los padres, la obediencia a las leyes, la buena fe en los contratos, la fidelidad con los amigos, son virtudes, conocemos la verdad; así como caeríamos en error pensando que la perfidia, la ingratitud, la injusticia, la destemplanza, son cosas buenas y laudables.
Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir, la realidad de las cosas. ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad? Un sencillo labrador, un modesto artesano, que conocen bien los objetos de su profesión, piensan y hablan mejor sobre ellos que un presuntuoso filósofo, que en encumbrados conceptos y altisonantes palabras quiere darles lecciones sobre lo que no entiende.
II - Diferentes modos de conocer la verdad
A veces conocemos la verdad, pero de un modo grosero; la realidad no se presenta a nuestros ojos tal como es, sino con alguna falta, añadidura o mudanza. Si desfila a cierta distancia una columna de hombres, de tal manera que veamos brillar los fusiles, pero sin distinguir los trajes, sabemos que hay gente armada, pero ignoramos si es de paisanos, de tropa o de algún otro cuerpo; el conocimiento es imperfecto, porque nos falta distinguir el uniforme para saber la pertenencia. Mas si por la distancia u otro motivo nos equivocamos, y les atribuimos una prenda de vestuario que no llevan, el conocimiento será imperfecto, porque añadiremos lo que en realidad no hay. Por fin, si tomamos una cosa por otra, como, por ejemplo, si creemos que son blancas unas vueltas que en realidad son amarillas, mudamos lo que hay, pues hacemos de ello una cosa diferente.
Cuando conocemos perfectamente la verdad, nuestro entendimiento se parece a un espejo en el cual vemos retratados, con toda fidelidad, los objetos como son en sí; cuando caemos en error,
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