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El criterio


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  1.026 Palabras (5 Páginas)  •  252 Visitas

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El criterio

Capítulo II: La atención.

En este capítulo hablan de la atención que es la aplicación de la mente a un objeto. Lo primero que hay que hacer para poder pensar bien es atender bien. Pensar y atender son dos conceptos que van juntos sin la atención estamos distraídos pensando en otras cosas distintas, por ello es importante tener un hábito de atender a lo que se hace así comprenderíamos todo correctamente y no caeríamos en errores. Existen unas ventajas y desventajas en la atención, la clave de la perfecta atención es tener un espíritu atento, con ello conseguimos una mayor organización de ideas, percibiéndolas con mayor claridad y acordándonos de ellas con facilidad. Si no atendemos todo esto no será posible, tendríamos muchas confusiones de ideas y quizás perdiéramos cosas importantes por no utilizar la atención. Mucha gente cree que poner atención es cansado y aburrido, pero se equivocan porque la atención es una aplicación suave, relajada y es compatible además con la diversión porque a lo que se refiere es a descansar, y no al no pensar. La ventaja que tiene un hombre atento es que es más social y cortés. Hay muy pocos casos en los que se tenga que estar tan atento que por una mínima interrupción no puedan seguir con lo que estaban haciendo. Puede que esto sea un defecto natural de esa persona o también podría ser una falta de costumbre de concentración y atención. Para ello hace falta atender bien.

Capitulo XIII: La buena percepción.

En este capítulo nos hablan del concepto de idea que tiene como base a la percepción, percibir con claridad, exactitud y viveza. Juzgar con verdad, discutir con rigor y solidez son las tres dotes de un pensador. La percepción es aquel acto interior con el cual nos hacemos cargo de un objeto siendo la idea aquella imagen representación o cualquier cosa y sirve como ejemplo de la percepción, un ejemplo de ellos son la idea del círculo de la tangente, la elipse, la gravitación de los cuerpos, etc. Para pensar bien no es necesario saber si la idea es distinta de la percepción o no, si es la sensación transformada o no, ni si nos ha venido por este o aquel modo. Para la resolución de todas estas cuestiones sobre las cuales se ha disputado siempre, se necesitan actos reflejos que no puede hacer quien no se ocupa de ideología, la pena de distraerse en su tarea y contaminar y extraviar lastimosamente su pensamiento. Quien piensa no puede estar continuamente pensando qué piensa, de otra forma el objeto de su entendimiento se cambiará y en lugar de ocuparse de lo que debe se ocupará de sí mismo. Este capítulo menciona una regla para percibir bien en que percibiremos con claridad y viveza si nos acostumbramos a estar atentos y si además hemos procurado adquirir lo necesario para obtener en cada caso las facultades que se adaptan al objeto presente. La confusión de ideas lleva grandes perjuicios a las ciencias, pero el aislamiento de los objetos son causa también de mucha gravedad.

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