El Dinero Provoca Amnesia.

<<Tú no puedes comprar al viento. /Tú no puedes comprar al sol. /Tú no puedes comprar la lluvia. /Tú no puedes comprar el calor. /Tú no puedes comprar las nubes. /Tú no puedes comprar los colores. /Tú no puedes comprar mi alegría. /Tú no puedes comprar mis dolores. >> (Latinoamérica, Calle 13, extracto).

Si me baso en el extracto de la canción, puedo decir con completo convencimiento que no dice más que una verdad. ¿Qué ganancia tendría comprar una nube, o los dolores de alguien más? Ninguna, además, no poseen valor alguno. Pero sí se puede comprar comida, o un hogar, o vestimentas, o muchas otras cosas, la gran mayoría inventadas por la mano del ser humano. Pero antes no existían esos intereses. Antes, las personas no valían por cuánto tenían, sino por su calidad de personas; una persona rica era una persona amable, empática, generosa, siempre lista y dispuesta a ayudar a sus cercanos, respetuosa al hablar y al tratar con otras personas. Antes, el ser humano era más humano que ahora.

Aclaro desde un principio que yo no estoy bajo el cliché de “antes todo era mejor”, por supuesto que durante toda la existencia del ser humano ha habido sucesos tanto positivos como negativos, aunque algunos discrepan sobre la inclinación que posee la balanza en esos temas. Pero si comparamos la generación pasada, nuestros abuelos o padres, con nuestra generación, podemos observar claramente la abismal diferencia que nos separa. Siendo mi caso el ejemplo más cercano que conozco, lo utilizaré. A veces veo el noticiario con mi abuela, no por interés en las noticias o por ver televisión, sino porque ella lo necesita. Mientras observo noticias del otro lado del mundo, guerras, hambrunas, muertes, sin sentir ni una pizca de emoción cualquiera, en cambio mi abuela se preocupaba por las personas que están falleciendo en Iraq, por ejemplo. Otro caso sería la forma de relacionarse con las personas, mi abuela siempre busca la manera de hacer sentir cómodo a su oyente en una conversación, en cambio yo no, me da lo mismo cómo se sienta la persona mientras no se ponga a llorar.

Volviendo al tema, los tiempos cambian, y con ellos los interés también. Ahora, en vez de preocuparse de, por ejemplo, elegir una carrera por vocación o por pasión, se escoge por la remuneración monetaria al momento de pago. Importa el dinero y el bienestar propio, nada más. Mientras más dinero se tenga, más se olvida uno del mundo circundante. Varios son los ejemplos que podrían apoyar mi afirmación anterior. Por ejemplo Shakira, ya casi ni se aparece por Latinoamérica, o DJ Méndez, poco a poco se aleja más de su origen pobre y humilde.

El dinero provoca amnesia. ¡Listo, lo dije! ¿Y qué? No me lo pueden discutir. ¿Cuántos son los artistas que se olvidan de su país? ¿Cuántas son las personas que al mejorar su situación económica se olvidan del que está en su pasada condición? Muchos, son mayoría.

Introduzcámonos en Latinoamérica. Si buscamos información de algún país de habla latina, aparecen agradables fotografías de centros turísticos, lujosos y confortables hoteles y restoranes de primera calidad, y lo más importante, gente sonriendo. Todas las zonas turísticas están llenas de gente sonriendo, gente hablando por celular, comprando, comiendo, dormitando al abrigo del sol en la playa, en el mar… Aparece gente feliz y sin preocupaciones, con dinero de sobra para divertirse. Pero la realidad es otra. ¿Alguna agencia turística muestra las zonas empobrecidas de la ciudad? ¿Muestran a gente con el rostro surcado

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