El Falsacionismo
dnavarretef24 de Junio de 2015
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3. El Falsacionismo
En Sobre un Concepto Histórico de Ciencia
Carlos Pérez Soto, Ed. Lom, 2º Ed. 2008, pág. 96-127
c. Karl Popper, su importancia
En primer lugar tengo que explicar por qué me interesa. Karl R. Popper fue un ciudadano británico que nació en Austria en 1902. Se acaba de morir para siempre en 1994, después de una larguísima vida. Doctor en Filosofía, cercano y al mismo tiempo rival, tuvo una relación ambigua con el Círculo de Viena. Publicó en 1934, en alemán, La Lógica de la Investigación Científica que es su texto fundamental. Como muchos de los intelectuales progresistas austríacos, tuvo que abandonar Austria cuando ocurrió el “anschluss”, que fue la anexión de Austria por la Alemania Nazi. Fue a Nueva Zelandia, y luego, después de la guerra, a Inglaterra, donde durante casi 40 años fue profesor en la London School of Economics, que ha sido, durante mucho tiempo, el centro del neoliberalismo inglés, algo equivalente a lo que es la Escuela de Chicago en Estados Unidos.
Popper es un hombre muy abierto, muy fácil de leer. Recomiendo la lectura de Popper, al que criticaré de manera cruel. Pero recomiendo su lectura: si alguien quisiera introducirse a los misterios de la Filosofía de la Ciencia actual, tendría que empezar con Popper. Tiene la virtud maravillosa de que escribe claramente, llanamente, virtud inglesa por excelencia. ¡Ay! de los que eligieron el camino francés, porque tendrán que vérselas con Foucault, Boudrillard, Lyotard y es bastante difícil arreglárselas. Aunque el problema sea el mismo, aunque sea equivalente, este es un campo en que siempre es preferible leer a los ingleses, antes que a los franceses.
Popper dice en su autobiografía que tenía dieciocho años cuando ocurrieron las revoluciones en Austria, y en Alemania, que fueron secuelas de la Revolución Rusa, y que fueron fracasando una a una. El tenía un amigo, un estudiante marxista, y fueron a una manifestación estudiantil. La policía, siguiendo un antiguo hábito, disparó contra los estudiantes y su amigo murió. El se preguntó: "¿cómo es posible que un joven muera de manera tan inútil simplemente por una ideología? ¿Cómo es posible que haya ideologías por las cuales se muera tan inútilmente?". “Me hice, en ese momento, antimarxista”, dice Popper, “y busqué un criterio de demarcación que dejara al marxismo fuera de la ciencia”. Esto es muy importante: Popper no fue un antimarxista por que haya sido falsacionista, sino que buscó ser falsacionista para dejar al marxismo fuera de la ciencia. Ese intento hace que Popper sea uno de los anticomunistas más importantes del siglo XX. Hace que Popper sea muy citado como anticomunista.
Escribió un libro, en un momento inoportuno, cuando los buenos y los malos eran aliados, lamentable confusión moral que ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial, La Sociedad Abierta y sus Enemigos, donde, desde luego, la sociedad abierta es la sociedad democrática, occidental tolerante, y los enemigos son los marxistas. Allí Popper emprende contra el marxismo hasta descubrir que la raíz totalitaria del marxismo está en el sistema de Hegel, emprende luego contra Hegel hasta descubrir que la raíz totalitaria del hegelianismo está en Platón, y emprende, por último, contra Platón. Por supuesto los marxistas dicen que Popper no entiende mucho lo que es el marxismo, los hegelianos dicen que Popper no entiende nada de lo que es Hegel, y los platónicos, filósofos en general inofensivos, que no tienen nada que ver con esta clase de disputas, dicen que Popper no entiende nada de lo que dijo Platón. Y esto hay que someterlo a examen crítico, esta confrontación de Popper con los campos teóricos que él ha criticado.
El neoliberalismo no ha sido popular a lo largo de todo el siglo XX. Si se considera la historia de este siglo, encontramos que las políticas económicas fueron frecuente y ampliamente estatistas. La economía centralizada estalinista en un lado, y por el lado capitalista la economía keynesiana, ocuparon la mayor parte del siglo. Los neoliberales tienen su auge lentamente desde fines de los años cincuenta, y a lo largo de los años sesenta, para imponerse sólo en los años ochenta. Paralelamente Popper, como el náufrago de García Márquez, estuvo 25 años a la deriva, sin comer, sin beber, hasta que fue salvado, besado por las reinas de belleza, hecho rico por la publicidad, hasta llegar al punto de ser casi repudiado por ciertos gobiernos dictatoriales, y olvidado para siempre, sino fuera porque los neoliberales ganaron la batalla. La fama de Popper tiene directa relación con el auge del neoliberalismo, como la fama de Friedrish von Hayek. El mismo dice que La Miseria del Historicismo, que es otro de sus libros importantes, no fue aceptada por más de un editor.
Por otro lado Popper es importante para nosotros porque tiene que ver con el proceso general de derechización de la izquierda latinoamericana. La izquierda en América Latina tuvo su momento estalinista o maoísta que, seamos sinceros, para el caso es más o menos lo mismo, porque entre el “social imperialismo” y las “revoluciones culturales” las diferencias son más bien etéreas. Pero luego, en un momento de autocrítica, contra el estalinismo se recurrió al leninismo. Lo que pasaría con el estalinismo es que no es suficientemente leninista. En otro momento, en que se descubrió que ya Lenin era totalitario, y que si se empieza siendo leninista se terminará invariablemente siendo estalinista, se recurrió a Gramsci, como alternativa a Lenin. En Gramsci habría un marxismo democrático que los leninistas no serían capaces de desarrollar. Pero los tiempos son difíciles y hubo el momento de descubrir que, ¡oh dolor!, Marx mismo era la fuente del totalitarismo. Y se barrió ahora no sólo con Gramsci sino que con Marx mismo. Sería un hombre interesante, un economista notable, pero de corazoncito totalitario. Y para descubrir al Marx totalitario se recurre a Popper.
Y entonces ocurre, curiosamente, que a América Latina Popper llega por la izquierda, no por la derecha, como correspondería. Y esto es ayudado sobre todo porque en un contexto de dictaduras militares, un liberal, un liberal abierto, un liberal de alguna manera irreverente como Popper, era una figura incómoda. Porque Popper es un liberal serio, y cree que todas las teorías políticas deben ser toleradas, y que debe haber diálogo y eso, para las dictaduras como las de Pinochet o Galtieri, no era muy cómodo. Popper era anti pinochetista, como todo buen liberal. Porque los liberales, incluso los neoliberales, aunque no se acuerden demasiado, deberían ser anti dictatoriales. Por el lado de la derecha era incomodo recurrir a Popper contra el comunismo porque si se hacía se tenía que pasar también por sobre las dictaduras militares. Por el lado de la izquierda en cambio era muy común, porque Popper estaba contra las dictaduras de derecha y contra las dictaduras de izquierda. En esa generosidad en que todas las dictaduras, sin distinción, son malas, Popper era ideal. Popper, que ya había sido introducido en la Ciencia Social Latinoamericana en el ámbito del estructural funcionalismo, a fines de los años sesenta, fue apropiado y reintroducido, a fines de los setenta, por organismos como Flacso en Chile, en Ecuador, en México, y luego fueron difundiéndolo entre la intelectualidad latinoamericana. Cuestión más bien melancólica porque Popper es un neoliberal, no un liberal, y esta es una diferencia en la que hay que detenerse para asumir el peso que significa, y cómo nuestras izquierdas han puesto bastantes granos de arena para hacer posible el triunfo del neoliberalismo en América Latina. Y también para entender cómo es que hay un nuevo sol rojo para nuestras juventudes, y Popper es uno de los rayos que lo anuncian en el horizonte, y por qué esta nueva Epistemología ha sido recibida con tanto gusto por nuestras Ciencias Sociales.
El liberalismo es una tradición, al menos en esencia, democrática. No forma parte de los totalitarismos modernos al estilo de Hobbes. Proviene más bien de Hume. En el horizonte utópico liberal, todo gran poder que distorsiona el mercado debe ser combatido. Los liberales son enemigos, por ejemplo, del monopolio. Un liberal emocionante, como Tomás Jefferson, postuló que no deberían existir los ejércitos, y no sólo por razones morales, sino porque distorsionan el mercado. Los ejércitos elevan los precios porque son consumidores seguros. Consumidores que tienen sueldo independientemente de su productividad, y entonces se suben los sueldos y eso eleva los precios para el conjunto de los consumidores. Y esta es una razón económica que hace que uno no quiera tener ejércitos para no distorsionar el mercado. Un liberal emocionante como Abraham Lincoln pensó que la democracia era el gobierno del pueblo, para el pueblo, y por el pueblo. Era un liberal, en eso consistía su liberalismo. Hay que pensar que las promesas no cumplidas por los liberales generaron un extremo en el horizonte utópico del liberalismo que es el anarquismo. El anarquismo en buenas cuentas proviene del liberalismo. Lo lamento por las posibles pretensiones de los anarquistas pero… liberales.
Se podría distinguir entre liberalismo democrático y liberalismo neoliberal. Quizá el punto de quiebre esté en John Stuart Mill, que puede ser considerado como el momento más democrático del liberalismo, del cual deriva, por ejemplo, Macpherson, en contraposición a un Friedrish von Hayek, cuyo neoliberalismo ya es muy diferente. Hay muchas maneras de acercarse al problema, pero se podría presentar así: los ideales de la revolución francesa, la libertad, la igualdad y la fraternidad, en realidad son dos, porque la fraternidad no convence a
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