El Hombre En Busca Del Sentido
pupsy4 de Septiembre de 2013
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El Hombre en busca del Sentido
Como dice Nietzsche: "Quien tiene un porque para, vivir, encontrará casi siempre el cómo", en el libro “El Hombre en busca del Sentido”, el autor Viktor E. Frankl nos narra detalladamente sus experiencias como un prisionero medio en el campo de concentración; nos permite encontrar, entender y tomar dentro de nuestra experiencia, el tema central del existencialismo, que dice: vivir es sufrir, sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento. El autor dividió el texto en tres partes, que efectivamente abarcan los tres estados mentales y/o fases de vida, de los prisioneros del campo de concentración: ‘Primera Fase: Internamiento en el campo’, ‘Segunda Fase: La vida en el campo’ y ‘Tercera Fase: Después de la liberación’. A continuación se analizarán algunos puntos importantes de cada uno de éstas fases.
Primera Fase: Internamiento en el campo, está caracterizado principalmente por el síntoma del shock. Los prisioneros se enfrentan a una nueva realidad donde su única posesión era la existencia desnuda. Los prisioneros están llenos de misterio, miedo, horror, angustia, desesperación, y por otro lado se llenan de curiosidad, ilusión, esperanza y optimismo. Como se menciona en el texto, “…el estado de ánimo que se conoce como la "ilusión del indulto", según el cual el condenado a muerte, en el instante antes de su ejecución, concibe la ilusión de que le indultarán en el último segundo”. Los prisioneros no podían hacer otra cosa que dejar que las cosas siguieran su curso y una reflexión importante que hace el autor esta fase es, “Ante una situación anormal, la reacción anormal constituye una conducta normal.”
Segunda Fase: La vida en el campo, aquí el autor nos enlista numerosos hechos y acontecimientos que con el tiempo le llevó al descubrimiento de la logoterapia. En esta fase el prisionero se volvía apático, inmune ante las condiciones adversas que lo rodeaban; “Asco, piedad y horror eran emociones que nuestro espectador no podía sentir ya.” Por una parte esto era una forma de defensa personal que le permitían al prisionero sobrevivir o mejor dicho, soportar, la crueldad y la fealdad que le rodeaba, “Gracias a esta insensibilidad, el prisionero se rodeaba en seguida de un caparazón protector muy necesario.”
Un punto muy interesante que nos menciona el autor es que para los prisioneros, el mayor dolor no era lo físico sino lo mental, “En tales momentos no es ya el dolor físico lo que más nos hiere es la agonía mental causada por la injusticia, por lo irracional de todo aquello.” Esto nos habla de la inevitable necesidad e importancia del ser íntimo o interno, que le da a una persona el sostén interno; como dice el texto: “…las personas sensibles acostumbradas a una vida intelectual rica sufrieron muchísimo, pero el daño causado a su ser íntimo fue menor: eran capaces de aislarse del terrible entorno retrotrayéndose a una vida de riqueza interior y libertad espiritual.” Y una reflexión importante que hace el autor en esta fase es: “Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad —aunque sea sólo momentáneamente— si contempla al ser querido. La verdad es que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre.”
Tercera Fase: Después de la liberación, en esta fase los prisioneros pasaron del estado de ansiedad interior a una relajación total. Aunque la vida normal era un estado habitual para los prisioneros, sus mentes habían reprimido esas sensaciones de libertad y felicidad, habían perdido la capacidad de alegrar y tenían que volverla a aprender, lentamente. Por lo tanto sus mentes no podían aceptar el hecho de que ya estaban libres, “¡Somos libres!, nos decíamos una y otra vez y aún así no podíamos creerlo. Su realidad no penetraba en nuestra conciencia; no podíamos
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