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El Machismo En Latinoamerica


Enviado por   •  3 de Mayo de 2012  •  2.852 Palabras (12 Páginas)  •  1.719 Visitas

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El machismo en latinoamérica y la reivindicación actual de la figura femenina

Latinoamérica es un todo bastante particular, una gran región caracterizada por su mestizaje racial y cultural, por su lengua común, y por peculiaridades reiteradas en el carácter de sus habitantes. Esto se puede explicar por el desarrollo histórico macado por símiles procesos en la región, así nos encontramos con grandes civilizaciones que fueron disminuidas y mestizadas luego de su contacto con la cultura hispánica que llegó a intentar establecer sus características, intereses y cosmovisión, de esta manera lo que sucedió fue una fusión de elementos que generaron una cultura propia no delimitada, con características precolombinas, del occidente europeo y también particulares lo que habría generado una crisis de identidad[1] en los latinoamericanos, lo que se explica en que éstos siempre han querido asemejarse a algo preexistente y no han aceptado sus rasgos disímiles y su identidad específica: El carácter de los mexicanos es producto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la historia de México que es la historia de esas circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas[2]. Vemos entonces que de la diferencia es de donde surge el problema. Que mejor ejemplo que la radical diferencia entre la figura del hombre latino (el macho) y el europeo (el patriarca).

Como consecuencia de lo anteriormente señalado podemos establecer análisis comunes a los latinoamericanos, encontrando idénticas caracterizaciones en países ubicados en diferentes y lejanos contextos geográficos dentro del continente. Lo anterior se consigue examinar partiendo del análisis específico de México y la personalidad de sus habitantes realizado por Octavio Paz. El autor señalado se plantea el porqué de las características especiales de su país e intenta responder a ello, aunque así, de manera deliberada o no, saca a la luz la identidad de gran parte de Latinoamérica, lo dicho se refuerza al analizar los ensayos y obras de otros latinoamericanos que analizan la identidad de países específicos como el cubano José Martí (Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España[3]), el boliviano Alcides Arguedas o el brasileño José Mauro Vasconcelos, y más recientemente, en el caso específico de Chile, a Pedro Morandé y Carlos Cousiño.

Es necesario aclarar que el análisis lo centraremos en un eje específico del problema, una de las tantas aristas de complejo carácter latinoamericano, nos referimos al “machismo”, como también a la posición de la mujer dentro de este contexto.

Para Paz el mexicano es un ser profundamente ensimismado, “cerrado”, es como un “adolescente” en el sentido de que esta etapa de la vida es en la que cada ser humano recurre a su yo más íntimo para alejarse de todo lo que le rodea y buscar en él la explicación a muchas cosas, entre ellas, a la crisis identitaria. A raíz de esta introspección surge la “soledad” que afectaría a América Latina, como también a causa de un distanciamiento y la discriminación entre los sexos, la soledad de la pareja, la radicalidad entre el machismo y la feminidad. La solución a esta crisis constante se ha encontrado en la modalidad de “esconderse tras caretas” para intentar ser o parecer otro: el mexicano no quiere o no se atreve a ser él mismo[4]. El mexicano no se acepta y con esto genera un problema de rasgos mayores y de difícil solución: Y la máscara es simulación, es subordinar el ser al parecer. Quien quiere parecer lo que no es, es quien no se siente capaz de aceptar lo que es.[5]

En relación al último elemento descrito, la importancia del lenguaje popular es fundamental pues se muestra como un reflejo de la identidad mexicana y de sus “máscaras”, es decir que el lenguaje también oculta elementos y genera significados enmascarados, muchos de ellos aludiendo al machismo intrínseco de los mexicanos (y latinoamericanos), éste será una figura masculina que reafirma su lado no racional animal, que seduce a la hembra y golpea para obtener lo que desea o para demostrar su superioridad. Así nos dice Paz refiriéndose a las palabras populares: por ella y en ella nos reconocemos entre extraños y a ella acudimos cada vez que aflora a nuestros labios la condición de nuestro ser[6]. Por una parte la palabra “chingar” en México es utilizada como un verbo que representa la madre abierta y violada, a la mujer que entregó su cuerpo al español. Así la mítica frase “¡Viva México hijos de la Chingada!” representa siempre “la agresión”[7] sufrida desde la misma conquista. El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro... ...el que chinga jamás lo hace con el consentimiento de la chingada. En suma, chingar es hacer violencia sobre otro[8]. Así en el hombre mexicano el tratar a la mujer con envanecimiento y violencia es algo que viene desde las mismas raíces de la conquista europea, desde aquel altanero conquistador europeo que vino a buscar en América todo lo que no encontró en Europa, realización personal, dinero y mujeres. Por su parte el “rajarse” demuestra ser otra palabra de uso común en aquel país la que refleja el abrirse o el mostrarse tal cual se es, tal vez por eso la frase “no te rajes” (no te quiebres, no demuestres debilidad, se siempre sinónimo de poder y fuerza, aunque en realidad no lo seas) representa de tan perfecta manera al macho mexicano en el sentido de que siempre debe ocultar su verdadero yo, y por otra parte demostrar el ser “alguien” que no es de aquí ni de allá, alguien que cuida de su aspecto físico y de su actuar en público, que viste con ropajes que le dan el poder que no tiene y que ponen una barrera entre lo físico (mediante esta suerte de “máscara”) y lo interior, los sentimientos, los impulsos y la verdad, que demuestran una fortaleza creada pero efímera pues se sustenta en la superficialidad. No está demás decir asombrosamente, que símiles a las frases mencionadas se encuentran en diversas variantes a lo largo y ancho de la zona latinoamericana.

Continuando con el análisis ahora debemos centrarnos “lo femenino”. Aquí se debe comenzar por poner a la mujer en un plano de radicalidad determinada por la cultura, ejemplificada por un lado en la figura del sujeto religioso: la “Virgen María” en sus constantes “apariciones” latinoamericanas: Guadalupe, Santa Rosa de Lima, Andacollo, entre otras, la que viene a representar la pureza, la sobreabundancia de dones y la virginidad y a reforzar todo lo que un hombre espera de una “buena mujer”, de ahí la constante “presencia” de la Virgen

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