El Maestro.
omaralan923416 de Febrero de 2015
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Todos los alumnos comprendieron la instrucción?, ¿cómo se percataron de ello?,
¿qué actitudes de los estudiantes evidenciaron dificultad para seguir la instrucción?,
¿qué actividades complementarias se realizaron para reforzar las instrucciones verbales
al hacer el trabajo?
• ¿Qué preguntas se hicieron a los alumnos?, ¿qué respuestas se esperaban de ellos?,
¿qué participaciones de los alumnos mostraron que intentaban acercarse a la respuesta
"correcta”?, ¿qué respuestas permiten identificar los procesos que siguen
los estudiantes en su aprendizaje?
• ¿Cómo contribuyó la intervención del docente en formación para asegurar el avance de las actividades
de enseñanza tal y como se tenían programadas?, ¿de qué forma las instrucciones
dadas durante la clase y las preguntas que se plantearon a los alumnos
aseguraron que la dinámica se desarrollara como se había previsto?
Esta consideración del error conlleva dos posturas simétricas. Si la responsabilidad de evitarlos es del alumno, el modo de tratarlos es a posteriori: el profesor los detecta y el alumno los corrige. Si el error se repite el profesor puede sancionarlo para forzar al alumno a asumir su responsabilidad de corregirlo. Si la responsabilidad de evitar los errores es del profesor, el modo de tratarlo es a priori: el profesor debe prevenirlo, anticipando en su labor docente las dificultades con las que se va a encontrar el alumno. Si el error se repite el profesor debería replantearse sus propuestas didácticas
El mismo alumno aprende del error tanto como también el maestro enfocándose en su trabajo, para esto uno mismo busca sus estrategias para que el joven alumno, Examinar las concepciones del error no es una bagatela de un profesor ocioso.
Además del aprovechamiento de los espacios y los elementos para apoyar directa o indirectamente al aprendizaje lo cual permite las interacciones entre los alumnos y el maestro ya que este debe de actuar como un mediador entre las experiencias de los alumnos y los saberes que habrá de construir. Por lo tanto la dimensión de la interacción juega un papel determinante por que la convivencia escolar es entendida como ese conjunto de relaciones interpersonales entre los miembros de una comunidad educativa y generan un determinado clima escolar.
Estas concepciones tienen unas consecuencias tremendas. Si el error tiene un estatus negativo, todo el mundo trata de ocultarlo cuando no sabe cómo evitarlo. El alumno que desconoce la grafía correcta de una palabra, busca inmediatamente un sinónimo. El alumno que no es capaz de comprender un problema, lo resuelve memorizando la mecánica de las operaciones. El alumno que se siente inseguro con las oraciones subordinadas, redacta frases breves y cortas. Es decir, los alumnos desarrollan estrategias para ocultar lo que no saben. Si escondemos lo que no sabemos, no podemos interrogarnos sobre las causas de esa ignorancia! La ocultación del error, paradójicamente, impide el aprendizaje.
Los valores, las formas de organización, los espacios de interacción real o virtual, la manera de enfrentar los conflictos, la expresión de emociones, el tipo de protección que se brinda al alumnado, y otros aspectos configuran en cada escuela un modo especial de convivir que influye en la calidad de los aprendizajes, en la formación del alumnado y en el ambiente escolar.
Es verdad que desde siempre o al menos ya mucho tiempo se ha considerado a los estudiantes como portadores de una cultura propia y que se enfrenta con la que la escuela imparte. Al momento en que los estudiantes se niegan a aceptar la nueva cultura que la escuela les está compartiendo se le llama lo que es “resistencia cultural”. Desde mi punto de
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