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El Maestro


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2013  •  4.422 Palabras (18 Páginas)  •  194 Visitas

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Los maestros deben mirar el aula como realidad social

David Vilalta Murillo es maestro en el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

En ella, cada alumno ha de ser tratado como un sujeto que es y sabe, con el fin de fomentar el aprendizaje de la libertad y unas expectativas culturales altas

En la obra colectiva Competencias: una oportunidad para repensar la escuela (1) se reflexiona, entre otros temas, sobre el valor que tiene mirar el aula como una realidad social en la que cada alumno es tratado como un sujeto que es y que sabe. En este marco, a los maestros les toca la nada fácil tarea de desarrollar un espacio letrado donde se aprenda libertad, con unas expectativas culturales altas. Por David Vilalta Murillo.

Los maestros tomamos miles de decisiones durante una jornada laboral, muchas de ellas desde la intuición. La mayoría de las veces estas decisiones no son un acto plenamente consciente, ni fruto de un razonamiento lógico.

Esto es así, por diversos motivos, entre ellos, porque los humanos funcionamos de esta forma; y está bien que sea así. Ahora bien, sabemos que en toda decisión se expresa un proyecto educativo, una idea sobre la persona, la sociedad; también se expresa una concepción sobre cómo se aprende. Justamente por esto vale la pena pensar sobre nuestras decisiones, a poder ser en compañía de otras compañeras y compañeros.

Aprender es convivir con propósitos. Convivir comprendiendo el mundo supone un compromiso individual con objetivos colectivos. Este compromiso individual supone cultivar un interés por comprender a los otros. Comprender a los otros pide mucha comunicación y respeto. Sabemos que, cuando se trata de construir conocimiento, la comunicación ha dejado de ser unívoca.

Los humanos nos comunicamos en cuanto encontramos sentido para hacerlo. Lo hacemos, conversando, escribiendo, leyendo, dibujando, conectándonos a Internet... realizando artefactos. Por esto es tan importante construir con el alumnado el sentido de lo que se hace. El hecho de escribir para comunicar, o de dibujar para comunicar, o de hacer una maqueta, o un PowerPoint para comunicar, nos hace mejorar un puñado de habilidades más o menos técnicas.

Es más, los retornos, las opiniones, las sugerencias de los otros pueden contribuir a modelar lo que pensamos. Cuando esta comunicación se sitúa entre unos objetivos comunes, un plan de trabajo consensuado, y un interés o una costumbre por contrastar con los otros, las posibilidades de aprender se potencian.

Como si se tratara de un embrollo, en estos procesos, se entremezclan un montón de emociones: la emoción de hacer algo juntos, con la de sentir que tu pensamiento ha servido para algo; la emoción de enfrentar algo desconocido con la de no sentir-se solo; la emoción de llegar a puerto con la de observar el proceso propio; la emoción que supone descubrir que tienes cosas en común con alguien más...

Se podría comprender que las competencias son una cosa y los contenidos otra, o que las competencias son un contenido más, o que los contenidos son triviales... Pero si entendemos que los contenidos son aquellos recursos culturales que la humanidad ha ido construyendo para comprender y para situarse en el mundo, podemos dar un sentido diferente al que tradicionalmente se ha dado a la ciencia, la matemática, la literatura, el arte,...

Cómo cambian los contenidos cuando los utilizamos siempre que son necesarios y los tratamos como referentes necesarios para que emerja conocimiento.

Y, estrechamente vinculados a los contenidos necesarios procuraremos: el cultivo de la curiosidad, el ejercicio de la duda, de repensar lo pensado, el arte de la argumentación y la discusión, un buen uso de la lógica, de la deducción, y la inducción, la perspicacia, el sentido de la oportunidad, la previsión, la agilidad de espíritu, la atención atenta... porque como dice E. Morin, “cuanto más potente es la inteligencia general, mayor es la facultad que tiene de hacerse cargo de problemas específicos.”

En mi vida de maestro he ido haciendo cambios importantes. Esforzarme para comprender cómo piensan mis alumnos, encontrar momentos para reflexionar junto a compañeros de la escuela, reunirme con maestros de otras escuelas, o los momentos en que otros formadores me han ayudado a descubrir comportamientos míos que yo mismo no valoraba, han sido factores clave para hacer estos cambios que considero fundamentales. Si hubiera de destacar alguno sería: comprender que aprender matemáticas o mejorar la comprensión lectora (por poner un par de casos) está íntimamente ligado con la formas de convivir en el aula.

En este sentido, cuando leí el primer párrafo del anexo 1 del currículo de educación primaria sobre competencias básicas, tuve una grata sensación: ¡por fin los documentos oficiales no piden que relacionemos el aprender con el convivir!

Antes de continuar, les propongo un pequeño ejercicio: leed el próximo párrafo y anota en un papel como haces para que sea realidad lo que se desprende de esta lectura:

“La finalidad de la educación es conseguir que los chicos y la chicas adquieran las herramientas necesarias para comprender el mundo en el que están creciendo y que les guíen en su actuar; poner las bases para que lleguen a ser personas capaces de intervenir activa y críticamente en la sociedad plural, diversa, y en continuo cambio, que les ha tocado vivir. Además de desarrollar los conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes (el saber, el saber hacer, el saber ser, el saber estar) necesarios. Los chicos y la chicas han de aprender a movilizar todos estos recursos personales (saber actuar) para conseguir una realización personal llegando a ser personas responsables, autónomas e integradas socialmente, para ejercer la ciudadanía activa, incorporarse en la vida adulta de manera satisfactoria, ser capaces de adaptarse a nuevas situaciones y de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida.”(2)

Si el alumno es sujeto del proceso de aprendizaje, el aula debe tener una dimensión pública

Entender al alumno como sujeto de los procesos de aprendizaje es tanto como reconocer que éste sabe cosas, que tiene unos intereses, unas preferencias, unas formas de hacer, de mirar, de relacionarse, una ideología,... Es entender al alumno como un ser lleno de potencialidades que se precisan desarrollar, mejorar, ampliar... Excepto en casos

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